Al mediodía, la música del reguetón ya cimbraba en la calle Guerrero; desde puestos de dulces, camotes, calabaza dulce, pulseras, inciensos, bolsas de mujer, de todo ya se podía adquirir en este punto de la capital.
"De a 20 varos", gritaba el comerciante de juguetes piratas, que ofrecía sus productos sin ton ni son. La gente que pasaba solo lo miraba para continuar su camino hacia la búsqueda del "regalo prometido".
Un niño "ciego" aprovechaba la afluencia de gente para pedir una "ayudita" a través de su cantar, pero la alta música apenas dejaba escuchar al pequeño que, con bandeja en mano, pedía algunas monedas.
La señora con rebozo en la espalda cargaba a su nietecito, mientras su hija sacaba algunos billetes para llevar un juguete didáctico.
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Con playera verde un señor se detuvo a "probarse" los lentes para el sol, con duda miraba hacia el cielo si efectivamente la cubierta "ultravioleta" le permitía asomarse sin que sus ojos fueran atravesados por el rayo del sol. Se probó un par y luego se retiró al no convencerle los "sunglases" de dudoso material.
Tras de la que escribe, pasó una joven que llegó ya con algunas bolsas de compras llevando a su pequeño prácticamente doblado por el sueño, mientras los resortes de la "cangurera" amortiguaban el peso de la cabeza del hijo.
La niña apurada por su mamá quien jalándola del brazo prácticamente no la dejó disfrutar de los "dorilocos" que también vendían ahí; otros más rompiendo la paz auditiva de sus padres debido al berrinche por el juguete no comprado. Todo en el mismo lugar.
Un tianguis para los Reyes y no tan Reyes.
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Los Reyes vienen y se asoman, palpan, pero no siempre compran en este tianguis, aquí la compra es "dando y dando", no existe el sistema de apartado pero sí los "buenos precios", que son anunciados con cartulinas fluorescentes.
El "llévele llévele, barato barato", parece no pasar de moda en la calle Guerrero, en la que los comerciantes establecidos ven con molestia que su banqueta esta ocupada por grandes cajas de cartón en donde los "contras" guardan sus productos piratas.
Al paso lento de la gente, los curiosos miran como las personas se prueban uno, dos y hasta tres pares de tenis; otros niños se percatan del perrito de peluche que mueve la cola activada desde el delicado botón "off-on" que lleva en su cuerpecito.
El olor a incienso se volatizaba en el interior del tianguis. Lugar en el que no logras encontrar un solo producto original, desde los peluches a punto de deshilarse hasta los tenis con suela pegada a medias, el "Adidas" pirata le resultaba atractivo a varios, que en algunos casos el precio los hizo conformarse y los compraron.
Según la historia los Reyes Magos de Oriente eran sacerdotes eruditos con cuyo ejemplo de vida representaban una guía para los cristianos; pero en esta ocasión los Reyes guiarán hacia la piratería, quizá porque en aquellos años esta práctica no existía.
En tanto afuera de la calle el tráfico ya era intenso por quienes "aturdidos" no sabían que no había paso en esta calle; algunos con enojo pitaban para que el resto se moviera como si con el impulso del claxon lo fuese a lograr.