/ miércoles 16 de junio de 2021

Refresquería Las Brisas está a la espera del regreso a clases

Rosa María y su esposo compraron este negocio por necesidad y realización personal, y se convirtió en el sustento de su familia

Hace 30 años, Rosa María Macedo González y su esposo hicieron la inversión de su vida, quedar al mando de la refresquería Las Brisas, ubicada en el histórico mercado Emiliano Zapata en Buenavista, al norte de Cuernavaca.

Las Brisas es uno de los negocios típicos del mercado municipal, mismo que se construyó hace aproximadamente 34 años, no solo como un espacio para la gente de la capital sino para los miles de visitantes que desean degustar rica comida y bebidas 100 por ciento naturales, a bajo costo y con la calidez que solo los comerciantes morelenses pueden dar.

Rosa María Macedo González decidió comprar la refresquería por necesidad económica pero también por la necesidad de realizarse como persona.

Antes de que el mercado fuera construido, la señora junto con su esposo, tenía un negocio de tacos, quesadillas y sopes en el espacio donde hoy tienen su local; al iniciar la edificación fueron retirados, lo que en un primer momento les provocó una incertidumbre inmensa de no saber qué harían, pero como dice el dicho “cuando se cierra una puerta, se abre una venta”, y adquirieron la refresquería Las Brisas.

“Ya estaba cansada, nosotros vivimos en Santa María y todos los días teníamos que cargar las cosas que utilizábamos en el negocio, ya estaba bien morena de tanto sol”.

En 30 años las ventas han sido muy buenas para la refresquería, en especial en temporada escolar, debido a que los maestros de escuelas a la redonda y mismos estudiantes de la UAEM han convertido al mercado en un punto de reunión y de compras diarias para acompañar su rutina y a Las Brisas en el lugar favorito para refrescarse con los jugos, licuados y esquimos.

Previo a la pandemia de Covid-19, llegaban a vender hasta mil pesos diarios, hoy apenas han logrado obtener 500 pesos, “la pandemia nos afectó mucho porque vendíamos un buen, hace falta mucho la escuela porque me compraban los maestros, me pedían jugos y se los llevábamos a las escuelas. Me hablaban y decían ‘señora queremos jugos’ y los llevábamos a las escuelas y hasta con los militares, pero esto (Covid-19) bajo la venta”.

Si bien durante todo el aislamiento obligatorio Las Brisas no bajó sus cortinas, como otros negocios en el estado, el acceso al mercado de Buenavista, como es mejor conocido, fue restringido, todo era para llevar, lo cual mermó sus ingresos, al reconocer que su venta principal es de los mismos consumidores, que mientras comen una quesadilla, taco o algún otro producto, lo acompañan con un jugo, esquimo o agua fresca, “no vendíamos porque la gente no entraba y porque no comían aquí. Estuvimos así medio año, que no hubo nada de gente. Abril y Mayo no vendimos nada de nada, si debía no pagamos porque no teníamos dinero”.

Además de las bajas ventas, Rosa María padeció que su mercancía se echara a perder por el poco consumo, pero para no perder la inversión y ahorrar al mismo tiempo dinero, decidieron comérselos.

Gracias a este negocio, Rosa María Macedo González ha logrado sacar adelante a sus hijos y apoyar a su esposo enfermo.

“Me comía los productos o compraba menos, si antes compraba dos cajas, ahora sólo era una o un costal por la mitad, si comprábamos uno entero ahora la mitad, sí bajo en todo”.

Cada dos veces a la semana se surtía de mercancía en el mercado Adolfo López Mateos; sin embargo, frente a este panorama va cada ocho días, situación que afecta al mismo tiempo la cadena de mercado en el estado porque el comercio al por menor en la central de abasto se ve disminuida.

Las ventas eran inexistentes, no sólo para la refresquería sino para gran parte de los negocios en el mercado de Buenavista, ante ello decidieron no quedarse de brazos cruzados y establecer un programa de apoyo entre los locatarios, es decir, hacían trueque de productos para poder subsistir en un momento tan grave como ha sido la emergencia sanitaria.

“En un momento sí consideramos cerrar el negocio para descansar, no cerrar definitivamente pero sí descansar porque veníamos, abríamos pero no se paraba ni un cliente, ni siquiera sacamos la inversión”.

Rosa María intentó acceder a un apoyo económico por parte de las autoridades, entregó los papeles que le solicitaron pero al día de hoy, a un año de la pandemia, no ha llegado.

El negocio logró subsistir al ofrecer productos de calidad, pero también al brindar grandes descuentos, de 20 a 25 pesos el costo, digamos que el precio del jugo pasó a 15 pesos, “con tal de que nos compren, con tal de que vendiéramos, eso queríamos, vender y aparte mi hija le daba a los clientes el número para mandarles a domicilio los productos”.

Esta modalidad de venta tuvo mucho éxito, duró cuatro meses, aproximadamente, pero hoy todavía las siguen buscando, “estuvimos enviando a domicilio los productos, algunos nos siguen hablando porque aún tienen miedo de la pandemia y les llevamos quesadillas y jugos en taxi. La verdad sí nos ayudó porque antes hasta me dormía porque la verdad no vendíamos nada”.

La refresquería Las Brisas es un comercio sustentable, Rosa María ha logrado sacar adelante a sus hijos y hoy apoyar a su esposo, quien está enfermo, pero sobre todo ha llegado a alcanzar sus metas, como tener su propio negocio.

Al paso de los meses y al pasar Morelos a color verde del semáforo epidemiológico, las ventas han mejorado, alcanzando ya el 80 por ciento, aunque Rosa María sigue en espera de la reanudación de clases presenciales, considerando que esto es lo que realmente podrá aliviarlos, ya que además el incremento en el costo de ciertos productos como la naranja, zanahoria, aceite, leche y azúcar, afectan aún más al negocio.

“La zanahoria esta en 250 y yo la compraba en 120, el aceite estaba en 23 y ahora en 25, el azúcar, la leche estaba en 15 pesos ahora en 18; sí he gastado más ahora, pero ahí vamos gracias a Dios”.

Las Brisas, cuyo nombre nació de un viaje Acapulco, negocio 100 por ciento familiar y que ha tenido entre sus clientes a personajes del mundo del espectáculo y la vida política, se ubica en el local 46 del mercado Emiliano Zapata en Buenavista, en un horario de 7:00 a 16:00 horas de lunes a domingo.

Durante el aislamiento obligatorio la mercancía se echó a perder, pero para no perder la inversión y ahorrar decidieron comérselos.

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Hace 30 años, Rosa María Macedo González y su esposo hicieron la inversión de su vida, quedar al mando de la refresquería Las Brisas, ubicada en el histórico mercado Emiliano Zapata en Buenavista, al norte de Cuernavaca.

Las Brisas es uno de los negocios típicos del mercado municipal, mismo que se construyó hace aproximadamente 34 años, no solo como un espacio para la gente de la capital sino para los miles de visitantes que desean degustar rica comida y bebidas 100 por ciento naturales, a bajo costo y con la calidez que solo los comerciantes morelenses pueden dar.

Rosa María Macedo González decidió comprar la refresquería por necesidad económica pero también por la necesidad de realizarse como persona.

Antes de que el mercado fuera construido, la señora junto con su esposo, tenía un negocio de tacos, quesadillas y sopes en el espacio donde hoy tienen su local; al iniciar la edificación fueron retirados, lo que en un primer momento les provocó una incertidumbre inmensa de no saber qué harían, pero como dice el dicho “cuando se cierra una puerta, se abre una venta”, y adquirieron la refresquería Las Brisas.

“Ya estaba cansada, nosotros vivimos en Santa María y todos los días teníamos que cargar las cosas que utilizábamos en el negocio, ya estaba bien morena de tanto sol”.

En 30 años las ventas han sido muy buenas para la refresquería, en especial en temporada escolar, debido a que los maestros de escuelas a la redonda y mismos estudiantes de la UAEM han convertido al mercado en un punto de reunión y de compras diarias para acompañar su rutina y a Las Brisas en el lugar favorito para refrescarse con los jugos, licuados y esquimos.

Previo a la pandemia de Covid-19, llegaban a vender hasta mil pesos diarios, hoy apenas han logrado obtener 500 pesos, “la pandemia nos afectó mucho porque vendíamos un buen, hace falta mucho la escuela porque me compraban los maestros, me pedían jugos y se los llevábamos a las escuelas. Me hablaban y decían ‘señora queremos jugos’ y los llevábamos a las escuelas y hasta con los militares, pero esto (Covid-19) bajo la venta”.

Si bien durante todo el aislamiento obligatorio Las Brisas no bajó sus cortinas, como otros negocios en el estado, el acceso al mercado de Buenavista, como es mejor conocido, fue restringido, todo era para llevar, lo cual mermó sus ingresos, al reconocer que su venta principal es de los mismos consumidores, que mientras comen una quesadilla, taco o algún otro producto, lo acompañan con un jugo, esquimo o agua fresca, “no vendíamos porque la gente no entraba y porque no comían aquí. Estuvimos así medio año, que no hubo nada de gente. Abril y Mayo no vendimos nada de nada, si debía no pagamos porque no teníamos dinero”.

Además de las bajas ventas, Rosa María padeció que su mercancía se echara a perder por el poco consumo, pero para no perder la inversión y ahorrar al mismo tiempo dinero, decidieron comérselos.

Gracias a este negocio, Rosa María Macedo González ha logrado sacar adelante a sus hijos y apoyar a su esposo enfermo.

“Me comía los productos o compraba menos, si antes compraba dos cajas, ahora sólo era una o un costal por la mitad, si comprábamos uno entero ahora la mitad, sí bajo en todo”.

Cada dos veces a la semana se surtía de mercancía en el mercado Adolfo López Mateos; sin embargo, frente a este panorama va cada ocho días, situación que afecta al mismo tiempo la cadena de mercado en el estado porque el comercio al por menor en la central de abasto se ve disminuida.

Las ventas eran inexistentes, no sólo para la refresquería sino para gran parte de los negocios en el mercado de Buenavista, ante ello decidieron no quedarse de brazos cruzados y establecer un programa de apoyo entre los locatarios, es decir, hacían trueque de productos para poder subsistir en un momento tan grave como ha sido la emergencia sanitaria.

“En un momento sí consideramos cerrar el negocio para descansar, no cerrar definitivamente pero sí descansar porque veníamos, abríamos pero no se paraba ni un cliente, ni siquiera sacamos la inversión”.

Rosa María intentó acceder a un apoyo económico por parte de las autoridades, entregó los papeles que le solicitaron pero al día de hoy, a un año de la pandemia, no ha llegado.

El negocio logró subsistir al ofrecer productos de calidad, pero también al brindar grandes descuentos, de 20 a 25 pesos el costo, digamos que el precio del jugo pasó a 15 pesos, “con tal de que nos compren, con tal de que vendiéramos, eso queríamos, vender y aparte mi hija le daba a los clientes el número para mandarles a domicilio los productos”.

Esta modalidad de venta tuvo mucho éxito, duró cuatro meses, aproximadamente, pero hoy todavía las siguen buscando, “estuvimos enviando a domicilio los productos, algunos nos siguen hablando porque aún tienen miedo de la pandemia y les llevamos quesadillas y jugos en taxi. La verdad sí nos ayudó porque antes hasta me dormía porque la verdad no vendíamos nada”.

La refresquería Las Brisas es un comercio sustentable, Rosa María ha logrado sacar adelante a sus hijos y hoy apoyar a su esposo, quien está enfermo, pero sobre todo ha llegado a alcanzar sus metas, como tener su propio negocio.

Al paso de los meses y al pasar Morelos a color verde del semáforo epidemiológico, las ventas han mejorado, alcanzando ya el 80 por ciento, aunque Rosa María sigue en espera de la reanudación de clases presenciales, considerando que esto es lo que realmente podrá aliviarlos, ya que además el incremento en el costo de ciertos productos como la naranja, zanahoria, aceite, leche y azúcar, afectan aún más al negocio.

“La zanahoria esta en 250 y yo la compraba en 120, el aceite estaba en 23 y ahora en 25, el azúcar, la leche estaba en 15 pesos ahora en 18; sí he gastado más ahora, pero ahí vamos gracias a Dios”.

Las Brisas, cuyo nombre nació de un viaje Acapulco, negocio 100 por ciento familiar y que ha tenido entre sus clientes a personajes del mundo del espectáculo y la vida política, se ubica en el local 46 del mercado Emiliano Zapata en Buenavista, en un horario de 7:00 a 16:00 horas de lunes a domingo.

Durante el aislamiento obligatorio la mercancía se echó a perder, pero para no perder la inversión y ahorrar decidieron comérselos.

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