/ martes 7 de marzo de 2017

Mariana Torres: Alcanzando cumbres para conquistar sueños

Mariana Torres es una chica de 26 años, nacida enCuautla, Morelos, quien desde pequeña tuvo la inquietud depracticar algún deporte. “Practiqué fútbol, natación,básquetbol, volibol, hasta ajedrez, que dicen es un deportemental, hasta que por fin empecé a dedicarme a lo que hagoactualmente: el montañismo”.

¿Por qué el montañismo? Porherencia familiar. Mi abuelo y mi padre fueron alpinistas. Mi padreme enseñó el deporte. Nunca antes había sentido lo que sentícon el montañismo: una sensación de libertad, de conocerme a mímisma; descubrí cosas que nunca me había conocido; logré unaconexión con la naturaleza que nunca había tenido... Y eso mellamó mucho la atención.

En la montaña caminas prácticamente solo, aunquevayas con dos o tres personas. Vas sólo porque casi no hablas;cada quién va a su ritmo. Ahí es donde empiezas a escuchar a lanaturaleza como nunca la has escuchado; a ti mismo, a tuspensamientos... Así empiezas a sentir que realmente comienzas aser parte de este mundo, en el cual no solamente vas caminando ypasas de largo.

Esos encuentros con el silencio, contigomisma, con la naturaleza, ¿a qué edad los empiezas aexperimentar? A los 13, 14 años, más o menos, que escuando volví a ir con mi papá a la montaña. Entonces ya era másconsciente, porque cuando iba de niña era más jugar, ver losarbolitos, las lagartijas, todo lo que pasa allá arriba, pero yacomo adolescente empiezas a ser más consciente. Me di cuenta quehabía algo que no sentía en la ciudad, que había algo que podíaexperimentar.

¿A qué te lleva ese encuentro con lamontaña, contigo misma? A superarme... A superar mismiedos, mis limitaciones; a conectarme más con mi familia, con mipapá, en este caso; también con mi mamá, con mi hermano, porqueallá arriba aprendes que todo es una fraternidad. Allá arribatodos somos hermanos, todos somos amigos, hijos, padres... Somosuna gran hermandad.

Estar en la montaña me motiva a bajar a la ciudadtodo lo que aprendo y empezar a llevar mi vida de la misma maneracomo es allá arriba, incluso a cuidar a los animales, a lanaturaleza, a adquirir conciencia ambiental... Todo eso que seaprende allá arriba quería traerlo a la ciudad y hacer mi vidaigual.

Y de la otra parte, superarme, porque tengo asma ytodos los deportes me han costado mucho trabajo. Correr es un granreto, porque me empieza el asma. Allá arriba me di cuenta que comoel paso es muy lento, el asma casi no se presentaba. Empecé a verque había una forma en la que podía practicar un deporte singenerar un trauma. La verdad, era muy difícil para mí saber queno podía sobresalir en los deportes por mi condición desalud.

¿Por qué allá arriba se crean hermandades,se congenia, y abajo no? Abajo la gente está muypreocupada por sus propios asuntos: “tengo que llegar a mitrabajo a las 9:00 y estás enfrente... entonces, te aviento elcoche. Tengo una familia que mantener y me vas a quitar elpuesto... te hago una mala jugada y te quito del puesto que yoquiero”. Abajo pensamos en nuestros propios intereses.

Arriba, si das un mal paso, puedes provocar que tucompañero pierda la vida. Allá dependemos uno del otro. Yo doy mivida por ti y tu por mí. Es algo muy bonito, que en la ciudad seha perdido, porque la vida es una locura, en la que todos estamoscorriendo y no tenemos tiempo de fijarnos en el que está a unlado, en ver qué necesita quien está junto a ti.

¿Cómo sabes que puedes confiar en tucompañero, que va a cuidar tu vida? A nuestroscompañeros les llamamos cordada, que viene del hecho de que nosatamos con una cuerda. La persona con la que subo es mi cordada. Lepreguntas su experiencia, sales unas veces con él o con ella a lamontaña, para ver cómo se desenvuelve, tanto físicamente en eldeporte como personalmente. Lo conoces, hasta que decides quepueden salir juntos, porque sabes que realmente va a cuidar de ti,porque tiene conocimientos y un estilo de vida o un pensamiento quelo va a llevar a cuidarte. Es difícil encontrar una buena cordada,alguien con tus mismos principios...

¿Dónde los encuentras más fácilmente,arriba o abajo? Es más fácil encontrarlos arriba, peroafortunadamente cuando los encuentras allá puedes traerlos abajo.Esa es otra cosa muy bonita: el montañismo me ha dado grandesamigos, y a muchos los he conocido allá, pues no sabía de suexistencia en la ciudad. Ahora son amigos de ciudad, de salidas, detodo.

También creo que se pueden hallar abajo, porque aúnse puede encontrar gente de esa calidad.

Hablaste de miedos. ¿Miedo a qué, siprovienes de una familia dedicada al montañismo? Miedo dehacer algo que afecte a mi persona, a mi vida y a los demás. Comoes un deporte de grupo, cualquier cosa que hagas afecta al otro.Sí, vengo de una familia de alpinistas, pero ese es uno de losmayores miedos. A mi abuelo, a mi tío abuelo, a mi papá, losconsidero grandes alpinistas y ellos eran de los años 20 y 30,cuando el alpinismo se hacía de manera muy diferente, sin lascomodidades que tenemos ahora.

Los admiro demasiado. Fueron grandes personas,grandes montañistas, y el mayor miedo era no llegar a ser comoellos o tener una sombra muy grande detrás y no poder alcanzar, nohonrar sus niveles. Fuera de eso, el miedo se centra en dar un malpaso, caer, perder la vida...

¿Cómo superas esos miedos? Tomandocursos. Ellos aprendieron todo empíricamente, allá afuera.Decidí aprovechar las facilidades de la época para prepararme ytomé cursos de escalada en roca, de maniobras, de nudos... Mesiento más segura y capaz de cuidar a mi cordada y de cuidarme,porque conozco las maniobras y sé cómo hacer un rescate sialguien se cae... Aprendí, y con eso los miedos se reducen.

Y te pusiste una meta... que tampoco eratuya... En 1999, mi papá decidió ir al Aconcagua, lamontaña más alta de América y de otros tres continentes. En Asiaestán los Himalayas y todos los picos de ocho mil (metros). Fuerade eso está el Aconcagua, una montaña difícil por la altura ylas condiciones climatológicas.

En 1978, mi abuelo y él fueron como parte de unaexpedición mexicana que iba a abrir una nueva ruta. Estando a seismil metros, ya para dar el último jalón para llegar a la cumbre,un compañero tenía edema agudo pulmonar y era indispensablebajarlo, ya que si no perdía la vida.

Ellos iban como grupo de apoyo y lo bajaron a tiempo,por lo cual salvó la vida. Pero cuando bajas ya no puedesregresar. Mi tío abuelo llegó a la cumbre, pero ellos dos no. Miabuelo murió muy frustrado, a pesar de que era una persona feliz yrealizada en muchos aspectos de su vida. Murió triste, debido aque el sueño más grande que tenía era hacer el Aconcagua con suhermano, con su hijo (mi papá). Era algo muy grande para él.

Murió y, 20 años después, mi papá decidió ir ensu nombre. Escribió una serie de pensamientos que puso en unaplaca y los llevó a la cumbre del Aconcagua. Yo tenía nueve añoscuando lo vi prepararse todo el año 1999: salía a correr conlluvia, truenos, con tormenta, con sol, sin sol... ¡Se preparótodo un año! Lo veía y decía “¡Wow! Cuando sea grande quieroprepararme como él, ser tan fuerte como él”.

Se fue e hizo cumbre el 5 de enero de 2000. A suregreso, me contó su experiencia. Dijo que fue fácil, pero noporque fuera una montaña fácil, sino porque se había preparadodemasiado bien.

Se me quedó muy grabado por qué lo hizo: por unarazón muy pura, muy genuina. Nada de “quiero conquistarla porquees la más alta de América”. A él le valía un comino que fuerala más alta de lo que fuera; a él le importaba llevar a su papáa la cumbre del Aconcagua.

Eso se me quedó muy grabado, así como lo fácil quefue por la forma en que se preparó. Entonces pensé: sí, claro,pero yo tengo asma y no puedo correr ni andar en bici 50kilómetros los domingos, como él lo hacía.

Empecé formalmente en el alpinismo y, 17 añosdespués, dije “éste es el año en que lo voy a hacer". Mepreparé todo el año. Hice lo que mi papá hizo, excepto la bici:corrí, subí y bajé escaleras; fui a la montaña cada fin desemana...

Alcanzar la cumbre Entrené yfinalmente pude alcanzar la cumbre del Aconcagua un día despuésque mi papá: el 6 de enero de 2017. También llevé un pensamientode mi abuelo, en forma de banderín. Me tomé una foto con él enla cumbre y ahí fue cuando por fin realicé mi sueño en nombre demi abuelo, en nombre de mi papá y en nombre mío. Fue cuando me dicuenta que sí se podía.

¿Qué significó para ti? Muchascosas. Un logro personal muy grande. Alcanzar la cumbre de unamontaña tan alta, con tan poco oxígeno, fue un reto superado. Fueromper una barrera mental, porque batallo mucho con la cabeza alláarriba, ya que todo el tiempo estoy pensando... Y estoy pensandomal. Todo el tiempo mi cabeza me dice “eres asmática, no tienestanta condición como el que va adelante o el que va detrás...”.Todo el tiempo me está llenando de pensamientos malos, cosa que heaprendido a quitar y a llenarla de pensamientos buenos.

Aprendí yendo a la montaña, subiendo cada vez más,cada vez más rápido, con más peso, haciéndome responsable deotras personas. Conforme alcanzaba más cumbres o agregaba máspeso, me decía “sí, sí se puede, sí puedo quitar mispensamientos. Es solamente mi cabeza. Mi cuerpo aguanta, puedollegar más allá”. Como dicen: no puedes evitar que los pájarosvuelen sobre tu cabeza, pero sí evitar que hagan nido. Tengo losmismos pensamientos, pero ya no me los quedo.

Llevas una carga física, pero le agregasotra: la responsabilidad de cuidar a quien va contigo. ¿Cuál esmás pesada? La de cuidar de alguien más. Para la cargafísica, el cuerpo está entrenado y aguanta. Finalmente, en algúnpunto, todo se vuelve mental y la cabeza te sube; la cabeza seencarga de decir que puedes y lo haces, pero tener una vida en tusmanos, llevar una responsabilidad así, hace que bajes estresado,cansado, agotado. El agotamiento es mental y de mucho estrés porestar a cargo de alguien más.

¿Te ha pasado que en ese cuidar de alguienmás te hayas puesto en peligro? No. Hay una regla de oroque nadie puede ni debe romper: nunca puedes auxiliar a alguien ocuidar de alguien si eso implica que te pongas en riesgo. Incluso,si hay alguien herido, no puedes quitarte la chamarra paradársela, porque si te pasa algo a ti, ya no va a ser un herido,sino dos. Es una regla de oro: jamás te puedes poner enpeligro.

Si corre peligro tu vida por auxiliar a alguien,puede sonar muy feo y hay gente que piensa que somos muy egoístas,pero lo que tienes que hacer es bajar y buscar ayuda por algúnotro medio, ver qué haces y después auxiliar a esa persona.

¿Qué sigue? Quiero hacer este añoo en 2018 todas las montañas de Sudamérica, que están en cincopaíses: Ecuador, Bolivia, Perú, Chile y Argentina. Son 23montañas muy técnicas, y luego, si consigo los recursos, ir a losHimalayas y escalar el Monte Everest o cualquier otro ocho mil queesté por allá.

¿Y en México? Me gustaría seguircreciendo como guía instructor y llevar más gente a la montaña.Me gusta enseñarles desde cómo caminar, hasta las leyendas yhacer ciertas maniobras.

Me gustaría crecer mucho en eso, prepararme más yacercar más gente a este deporte. O por lo menos ayudarlos acumplir sus sueños en la montaña, cualesquiera que sean:cualquier reto, cualquier emprendimiento, cualquier proyecto, esuna montaña... Eso me gustaría mucho.

¿Cuál ha sido tu mayorfrustración? El año pasado, cuando nos preparábamos,fuimos al Pico de Orizaba, la montaña más alta de México, lacual no me gusta y se me hace muy difícil. Teníamos como una horade estar subiendo, como a las tres de la mañana, y me diohipotermia. Se supone que era de las más fuertes del grupo y esome trajo al piso.

Yo era de las más fuertes del grupo y la genteconfiaba mucho en mí. Tuvo que bajarme mi cordada, porque apenaspodía caminar. Llegué al refugio, me quité toda la ropa mojada,me puse una manta térmica, pedí ropa prestada... Me sentí comouna novata y fue frustrante.

“No puede ser que esto me pase a tres meses de ir ala montaña más alta de América. Digo que estoy preparada y aquíme da hipotermia”.

Me sentí muy mal, pero aprendí demasiado, tanto deropa como de compañerismo. Mi cordada me salvó la vida. Aprendíde mí misma, de que todavía tengo cosas que aprender, quemejorar; que todavía me puedo frustrar, que no soy la granmontañista de ningún lado. Fue muy frustrante, pero tambiénaprendí mucho.

Me frustré mucho. Me dolió. Lloré. Me costómuchas lágrimas, pero quise mejorar. No me podía quedar ahí nidecir “como me dio hipotermia ya no voy a ningún lado”.

Por el contrario: escribí una lista de las cosas quehice mal y otra de cómo mejorar cada una de éstas y seguíadelante. Aprendí bastante, esa experiencia me ayudó mucho parapoder ir a Sudamérica.

Llevas siete años en el alpinismo,¿cuántas veces has llorado? Muchas. Ya perdí la cuenta.No hay manera de saber. Hay veces que en un ascenso lloro tres,cuatro, cinco veces... Y lo hago por felicidad, por enojo, porfrustración, por alegría, por todo.

A veces todo es muy difícil; ya estás cansado, yano quieres seguir y ves que todavía falta mucho. Lloras defrustración, de decir “ya no puedo”. Lloras por enojo: ¿cómopuede ser, yo hago esto, vengo aquí cada fin de semana y ahora yame cansé? Te enojas contigo mismo, con tu cuerpo.

Lloras de felicidad cuando llegas a una cumbre,aunque no sea la parte más alta de la montaña, porque cada quientiene su propia cima. Llegas a una parte que para ti es una cumbrey lloras de alegría porque la conseguiste. Y cuando llegas a lacumbre real de una montaña es una alegría mucho más grande ylloras.

En mi caso también lloro cuando me acuerdo de mipapá, de mi abuelo. Cuando llegué a la cumbre del Aconcagua y vilo que mi papá había visto 20 años atrás, me acordé de miabuelo y lloré. Puedes llorar por todo allá arriba.

Ese llanto, esos sentimientos ¿cómo te hanmovido, cómo te han ayudado? Me han ayudado a saber quela razón por la que hago esto es pura, genuina; de por qué quiseempezar a hacerlo; de por qué le pedí a mi papá que me llevara,porque siempre me acuerdo de él, de mi abuelo, de mis amigos acáabajo, de mi familia. Me ayuda a recordar que hay una razón muybonita para mí por la cual practicar montaña.

Y me ayuda a pensar que tengo que hacer las cosasbien, porque acá abajo hay gente que me espera y es muy egoístapensar que vas sola y si algo te pasa es a ti nada más. No, lagente que se queda aquí te va a llorar, te va a extrañar.

¿Te consideras una genteextraordinaria? Soy una persona normal, común ycorriente, que vive en una ciudad normal, rodeada de gente normal,que ha sabido aprovechar las oportunidades; que ha buscado teneroportunidades.

Al haber estado en muchas cimas, tu forma dever las cosas cambia... Allá arriba la perspectivacambia. Siempre ves más montañas: montañas más altas, másbajas; montañas que nunca habías visto. Trayendo eso a la ciudad,a la vida cotidiana, la vida es eso.

En las montañas a veces ves lo que llamamos falsascumbres, lo cual es mera perspectiva. Ves y piensas que es el puntomás alto, y cuando llegas, ves otro más alto, que porperspectiva, abajo no veías. La vida es lo mismo: a veces estásmuy cerca de un proyecto y no ves cómo mejorarlo, cómo cambiarlo.A veces estás muy cerca o muy involucrado en una situación, porejemplo sentimental, y no puedes tomar la decisión correcta.Entonces tienes que alejarte un poco para ver mejor el camino osubir más arriba, lograr más cosas, para después ver realmentehasta dónde vas a llegar.

Por ejemplo en tu trabajo, crees que ya estásestancado o que tu jefe no te quiere ascender. Tal vez tienes quedar un poco más, llegar a esa falsa cumbre para ver a qué puestoquieres ir realmente. Tu jefe y tus compañeros puedan vertetambién y entonces llegar a la cumbre real.

Creo que la vida se asemeja bastante a la montaña: aveces subes, bajas, puedes descansar un rato; a veces tienes queregresar. En la vida es igual: a veces tienes que esperar, dejarque la tormenta pase y volver a empezar.

¿De qué se ha privado Mariana Torres paralograr sus metas, para alcanzar esa cima? De muchasrelaciones interpersonales, de reuniones con amigos, confamiliares, de un viernes de parranda. Me la paso todos los finesde semana en la montaña. Me gusta mucho lo que hago, pero tambiénme gusta ver a mis amigos. Enfrento reclamos familiares. Bajo conenfermedades. Es difícil encontrar a alguien que le guste lo quehago, y el nivel al que lo hago. Quisiera encontrar una pareja quetenga una pasión que lo mueva, que lo llame, que sepa qué legusta... Pero es difícil.

¿Ha valido la pena? Mucho. Meconsidero mejor ser humano, mejor persona, una mujer más madura,independiente, segura de sí misma. Si lo aplico a mis relaciones,me va a ayudar a llevarme mejor con la gente. He aprendido acontestar cuando tengo que contestar, a callar cuando tengo quehacerlo y a reconocer que tienen razón cuando la tienen.

Ahora lo quieres compartir, ¿porqué? Es muy bonito llevar a alguien y ayudarlo asuperarse. Ver que puedo ayudar, ser el vehículo para que otrapersona se supere, ver su cara de felicidad cuando alcanza su cima,no tiene precio. Es algo indescriptible.

No se trata de que te digan “gracias”, ni de quete reconozcan. Simplemente ver su cara, que cambia de laincredulidad a creer en sí mismos. Hay gente que te dice “a míllévame a dar un paseo por abajo, chiquito”, y cuando se dancuenta ya están hasta arriba. Entonces dicen “órale, no creípoder hacer esto”. Ver el cambio en su cara, en su vida, esincreíble, algo indescriptible.

Además, creo que saber mucho no sirve de nada si noeres capaz de transmitirlo. Ahí es cuando las personas aprenden.El maestro aprende cuando empieza a enseñar a los demás.

¿Cómo evitas la soberbia, el sentirtesuperior por haber llegado arriba? La montaña no te dejatener esos sentimientos. Cuando eres soberbio, orgulloso, te creesmucho, la montaña te da un sentón, te regresa; te trata feo, paraque aprendas que en este universo eres una cosa de este tamaño.Cuando estás allá arriba y volteas, solamente ves cosas inmensas,cosas de metros y metros, más grandes, más largas que tú. Estonto sentirse muy grandes, muy acá en este mundo, cuando haymillones de cosas más grandes que nosotros, más cuando estás enuna montaña.

Se dice que vas y vences a la montaña.¿Realmente la vences? No. Jamás conquistas una montaña.Nunca decimos que vamos y conquistamos cumbres, que conquistamosmontañas. Decimos que vamos y nos conquistamos a nosotros mismos,a nuestros miedos, a nuestros retos, a nuestras discapacidades, anuestro todo. Jamás conquistas una montaña; te dejas conquistarpor ella.

¿Y la vida? Creo que tampoco vaspor la vida conquistándola. Vas conquistando tus metas, tusproyectos, tus sueños... No creo que puedas ir conquistando a losdemás, conquistando un trabajo. Creo que todo es contigo. Todo escon nosotros mismos, no con los demás ni con algo más.

/MIGUEL ÁNGEL DE ALBA

Mariana Torres es una chica de 26 años, nacida enCuautla, Morelos, quien desde pequeña tuvo la inquietud depracticar algún deporte. “Practiqué fútbol, natación,básquetbol, volibol, hasta ajedrez, que dicen es un deportemental, hasta que por fin empecé a dedicarme a lo que hagoactualmente: el montañismo”.

¿Por qué el montañismo? Porherencia familiar. Mi abuelo y mi padre fueron alpinistas. Mi padreme enseñó el deporte. Nunca antes había sentido lo que sentícon el montañismo: una sensación de libertad, de conocerme a mímisma; descubrí cosas que nunca me había conocido; logré unaconexión con la naturaleza que nunca había tenido... Y eso mellamó mucho la atención.

En la montaña caminas prácticamente solo, aunquevayas con dos o tres personas. Vas sólo porque casi no hablas;cada quién va a su ritmo. Ahí es donde empiezas a escuchar a lanaturaleza como nunca la has escuchado; a ti mismo, a tuspensamientos... Así empiezas a sentir que realmente comienzas aser parte de este mundo, en el cual no solamente vas caminando ypasas de largo.

Esos encuentros con el silencio, contigomisma, con la naturaleza, ¿a qué edad los empiezas aexperimentar? A los 13, 14 años, más o menos, que escuando volví a ir con mi papá a la montaña. Entonces ya era másconsciente, porque cuando iba de niña era más jugar, ver losarbolitos, las lagartijas, todo lo que pasa allá arriba, pero yacomo adolescente empiezas a ser más consciente. Me di cuenta quehabía algo que no sentía en la ciudad, que había algo que podíaexperimentar.

¿A qué te lleva ese encuentro con lamontaña, contigo misma? A superarme... A superar mismiedos, mis limitaciones; a conectarme más con mi familia, con mipapá, en este caso; también con mi mamá, con mi hermano, porqueallá arriba aprendes que todo es una fraternidad. Allá arribatodos somos hermanos, todos somos amigos, hijos, padres... Somosuna gran hermandad.

Estar en la montaña me motiva a bajar a la ciudadtodo lo que aprendo y empezar a llevar mi vida de la misma maneracomo es allá arriba, incluso a cuidar a los animales, a lanaturaleza, a adquirir conciencia ambiental... Todo eso que seaprende allá arriba quería traerlo a la ciudad y hacer mi vidaigual.

Y de la otra parte, superarme, porque tengo asma ytodos los deportes me han costado mucho trabajo. Correr es un granreto, porque me empieza el asma. Allá arriba me di cuenta que comoel paso es muy lento, el asma casi no se presentaba. Empecé a verque había una forma en la que podía practicar un deporte singenerar un trauma. La verdad, era muy difícil para mí saber queno podía sobresalir en los deportes por mi condición desalud.

¿Por qué allá arriba se crean hermandades,se congenia, y abajo no? Abajo la gente está muypreocupada por sus propios asuntos: “tengo que llegar a mitrabajo a las 9:00 y estás enfrente... entonces, te aviento elcoche. Tengo una familia que mantener y me vas a quitar elpuesto... te hago una mala jugada y te quito del puesto que yoquiero”. Abajo pensamos en nuestros propios intereses.

Arriba, si das un mal paso, puedes provocar que tucompañero pierda la vida. Allá dependemos uno del otro. Yo doy mivida por ti y tu por mí. Es algo muy bonito, que en la ciudad seha perdido, porque la vida es una locura, en la que todos estamoscorriendo y no tenemos tiempo de fijarnos en el que está a unlado, en ver qué necesita quien está junto a ti.

¿Cómo sabes que puedes confiar en tucompañero, que va a cuidar tu vida? A nuestroscompañeros les llamamos cordada, que viene del hecho de que nosatamos con una cuerda. La persona con la que subo es mi cordada. Lepreguntas su experiencia, sales unas veces con él o con ella a lamontaña, para ver cómo se desenvuelve, tanto físicamente en eldeporte como personalmente. Lo conoces, hasta que decides quepueden salir juntos, porque sabes que realmente va a cuidar de ti,porque tiene conocimientos y un estilo de vida o un pensamiento quelo va a llevar a cuidarte. Es difícil encontrar una buena cordada,alguien con tus mismos principios...

¿Dónde los encuentras más fácilmente,arriba o abajo? Es más fácil encontrarlos arriba, peroafortunadamente cuando los encuentras allá puedes traerlos abajo.Esa es otra cosa muy bonita: el montañismo me ha dado grandesamigos, y a muchos los he conocido allá, pues no sabía de suexistencia en la ciudad. Ahora son amigos de ciudad, de salidas, detodo.

También creo que se pueden hallar abajo, porque aúnse puede encontrar gente de esa calidad.

Hablaste de miedos. ¿Miedo a qué, siprovienes de una familia dedicada al montañismo? Miedo dehacer algo que afecte a mi persona, a mi vida y a los demás. Comoes un deporte de grupo, cualquier cosa que hagas afecta al otro.Sí, vengo de una familia de alpinistas, pero ese es uno de losmayores miedos. A mi abuelo, a mi tío abuelo, a mi papá, losconsidero grandes alpinistas y ellos eran de los años 20 y 30,cuando el alpinismo se hacía de manera muy diferente, sin lascomodidades que tenemos ahora.

Los admiro demasiado. Fueron grandes personas,grandes montañistas, y el mayor miedo era no llegar a ser comoellos o tener una sombra muy grande detrás y no poder alcanzar, nohonrar sus niveles. Fuera de eso, el miedo se centra en dar un malpaso, caer, perder la vida...

¿Cómo superas esos miedos? Tomandocursos. Ellos aprendieron todo empíricamente, allá afuera.Decidí aprovechar las facilidades de la época para prepararme ytomé cursos de escalada en roca, de maniobras, de nudos... Mesiento más segura y capaz de cuidar a mi cordada y de cuidarme,porque conozco las maniobras y sé cómo hacer un rescate sialguien se cae... Aprendí, y con eso los miedos se reducen.

Y te pusiste una meta... que tampoco eratuya... En 1999, mi papá decidió ir al Aconcagua, lamontaña más alta de América y de otros tres continentes. En Asiaestán los Himalayas y todos los picos de ocho mil (metros). Fuerade eso está el Aconcagua, una montaña difícil por la altura ylas condiciones climatológicas.

En 1978, mi abuelo y él fueron como parte de unaexpedición mexicana que iba a abrir una nueva ruta. Estando a seismil metros, ya para dar el último jalón para llegar a la cumbre,un compañero tenía edema agudo pulmonar y era indispensablebajarlo, ya que si no perdía la vida.

Ellos iban como grupo de apoyo y lo bajaron a tiempo,por lo cual salvó la vida. Pero cuando bajas ya no puedesregresar. Mi tío abuelo llegó a la cumbre, pero ellos dos no. Miabuelo murió muy frustrado, a pesar de que era una persona feliz yrealizada en muchos aspectos de su vida. Murió triste, debido aque el sueño más grande que tenía era hacer el Aconcagua con suhermano, con su hijo (mi papá). Era algo muy grande para él.

Murió y, 20 años después, mi papá decidió ir ensu nombre. Escribió una serie de pensamientos que puso en unaplaca y los llevó a la cumbre del Aconcagua. Yo tenía nueve añoscuando lo vi prepararse todo el año 1999: salía a correr conlluvia, truenos, con tormenta, con sol, sin sol... ¡Se preparótodo un año! Lo veía y decía “¡Wow! Cuando sea grande quieroprepararme como él, ser tan fuerte como él”.

Se fue e hizo cumbre el 5 de enero de 2000. A suregreso, me contó su experiencia. Dijo que fue fácil, pero noporque fuera una montaña fácil, sino porque se había preparadodemasiado bien.

Se me quedó muy grabado por qué lo hizo: por unarazón muy pura, muy genuina. Nada de “quiero conquistarla porquees la más alta de América”. A él le valía un comino que fuerala más alta de lo que fuera; a él le importaba llevar a su papáa la cumbre del Aconcagua.

Eso se me quedó muy grabado, así como lo fácil quefue por la forma en que se preparó. Entonces pensé: sí, claro,pero yo tengo asma y no puedo correr ni andar en bici 50kilómetros los domingos, como él lo hacía.

Empecé formalmente en el alpinismo y, 17 añosdespués, dije “éste es el año en que lo voy a hacer". Mepreparé todo el año. Hice lo que mi papá hizo, excepto la bici:corrí, subí y bajé escaleras; fui a la montaña cada fin desemana...

Alcanzar la cumbre Entrené yfinalmente pude alcanzar la cumbre del Aconcagua un día despuésque mi papá: el 6 de enero de 2017. También llevé un pensamientode mi abuelo, en forma de banderín. Me tomé una foto con él enla cumbre y ahí fue cuando por fin realicé mi sueño en nombre demi abuelo, en nombre de mi papá y en nombre mío. Fue cuando me dicuenta que sí se podía.

¿Qué significó para ti? Muchascosas. Un logro personal muy grande. Alcanzar la cumbre de unamontaña tan alta, con tan poco oxígeno, fue un reto superado. Fueromper una barrera mental, porque batallo mucho con la cabeza alláarriba, ya que todo el tiempo estoy pensando... Y estoy pensandomal. Todo el tiempo mi cabeza me dice “eres asmática, no tienestanta condición como el que va adelante o el que va detrás...”.Todo el tiempo me está llenando de pensamientos malos, cosa que heaprendido a quitar y a llenarla de pensamientos buenos.

Aprendí yendo a la montaña, subiendo cada vez más,cada vez más rápido, con más peso, haciéndome responsable deotras personas. Conforme alcanzaba más cumbres o agregaba máspeso, me decía “sí, sí se puede, sí puedo quitar mispensamientos. Es solamente mi cabeza. Mi cuerpo aguanta, puedollegar más allá”. Como dicen: no puedes evitar que los pájarosvuelen sobre tu cabeza, pero sí evitar que hagan nido. Tengo losmismos pensamientos, pero ya no me los quedo.

Llevas una carga física, pero le agregasotra: la responsabilidad de cuidar a quien va contigo. ¿Cuál esmás pesada? La de cuidar de alguien más. Para la cargafísica, el cuerpo está entrenado y aguanta. Finalmente, en algúnpunto, todo se vuelve mental y la cabeza te sube; la cabeza seencarga de decir que puedes y lo haces, pero tener una vida en tusmanos, llevar una responsabilidad así, hace que bajes estresado,cansado, agotado. El agotamiento es mental y de mucho estrés porestar a cargo de alguien más.

¿Te ha pasado que en ese cuidar de alguienmás te hayas puesto en peligro? No. Hay una regla de oroque nadie puede ni debe romper: nunca puedes auxiliar a alguien ocuidar de alguien si eso implica que te pongas en riesgo. Incluso,si hay alguien herido, no puedes quitarte la chamarra paradársela, porque si te pasa algo a ti, ya no va a ser un herido,sino dos. Es una regla de oro: jamás te puedes poner enpeligro.

Si corre peligro tu vida por auxiliar a alguien,puede sonar muy feo y hay gente que piensa que somos muy egoístas,pero lo que tienes que hacer es bajar y buscar ayuda por algúnotro medio, ver qué haces y después auxiliar a esa persona.

¿Qué sigue? Quiero hacer este añoo en 2018 todas las montañas de Sudamérica, que están en cincopaíses: Ecuador, Bolivia, Perú, Chile y Argentina. Son 23montañas muy técnicas, y luego, si consigo los recursos, ir a losHimalayas y escalar el Monte Everest o cualquier otro ocho mil queesté por allá.

¿Y en México? Me gustaría seguircreciendo como guía instructor y llevar más gente a la montaña.Me gusta enseñarles desde cómo caminar, hasta las leyendas yhacer ciertas maniobras.

Me gustaría crecer mucho en eso, prepararme más yacercar más gente a este deporte. O por lo menos ayudarlos acumplir sus sueños en la montaña, cualesquiera que sean:cualquier reto, cualquier emprendimiento, cualquier proyecto, esuna montaña... Eso me gustaría mucho.

¿Cuál ha sido tu mayorfrustración? El año pasado, cuando nos preparábamos,fuimos al Pico de Orizaba, la montaña más alta de México, lacual no me gusta y se me hace muy difícil. Teníamos como una horade estar subiendo, como a las tres de la mañana, y me diohipotermia. Se supone que era de las más fuertes del grupo y esome trajo al piso.

Yo era de las más fuertes del grupo y la genteconfiaba mucho en mí. Tuvo que bajarme mi cordada, porque apenaspodía caminar. Llegué al refugio, me quité toda la ropa mojada,me puse una manta térmica, pedí ropa prestada... Me sentí comouna novata y fue frustrante.

“No puede ser que esto me pase a tres meses de ir ala montaña más alta de América. Digo que estoy preparada y aquíme da hipotermia”.

Me sentí muy mal, pero aprendí demasiado, tanto deropa como de compañerismo. Mi cordada me salvó la vida. Aprendíde mí misma, de que todavía tengo cosas que aprender, quemejorar; que todavía me puedo frustrar, que no soy la granmontañista de ningún lado. Fue muy frustrante, pero tambiénaprendí mucho.

Me frustré mucho. Me dolió. Lloré. Me costómuchas lágrimas, pero quise mejorar. No me podía quedar ahí nidecir “como me dio hipotermia ya no voy a ningún lado”.

Por el contrario: escribí una lista de las cosas quehice mal y otra de cómo mejorar cada una de éstas y seguíadelante. Aprendí bastante, esa experiencia me ayudó mucho parapoder ir a Sudamérica.

Llevas siete años en el alpinismo,¿cuántas veces has llorado? Muchas. Ya perdí la cuenta.No hay manera de saber. Hay veces que en un ascenso lloro tres,cuatro, cinco veces... Y lo hago por felicidad, por enojo, porfrustración, por alegría, por todo.

A veces todo es muy difícil; ya estás cansado, yano quieres seguir y ves que todavía falta mucho. Lloras defrustración, de decir “ya no puedo”. Lloras por enojo: ¿cómopuede ser, yo hago esto, vengo aquí cada fin de semana y ahora yame cansé? Te enojas contigo mismo, con tu cuerpo.

Lloras de felicidad cuando llegas a una cumbre,aunque no sea la parte más alta de la montaña, porque cada quientiene su propia cima. Llegas a una parte que para ti es una cumbrey lloras de alegría porque la conseguiste. Y cuando llegas a lacumbre real de una montaña es una alegría mucho más grande ylloras.

En mi caso también lloro cuando me acuerdo de mipapá, de mi abuelo. Cuando llegué a la cumbre del Aconcagua y vilo que mi papá había visto 20 años atrás, me acordé de miabuelo y lloré. Puedes llorar por todo allá arriba.

Ese llanto, esos sentimientos ¿cómo te hanmovido, cómo te han ayudado? Me han ayudado a saber quela razón por la que hago esto es pura, genuina; de por qué quiseempezar a hacerlo; de por qué le pedí a mi papá que me llevara,porque siempre me acuerdo de él, de mi abuelo, de mis amigos acáabajo, de mi familia. Me ayuda a recordar que hay una razón muybonita para mí por la cual practicar montaña.

Y me ayuda a pensar que tengo que hacer las cosasbien, porque acá abajo hay gente que me espera y es muy egoístapensar que vas sola y si algo te pasa es a ti nada más. No, lagente que se queda aquí te va a llorar, te va a extrañar.

¿Te consideras una genteextraordinaria? Soy una persona normal, común ycorriente, que vive en una ciudad normal, rodeada de gente normal,que ha sabido aprovechar las oportunidades; que ha buscado teneroportunidades.

Al haber estado en muchas cimas, tu forma dever las cosas cambia... Allá arriba la perspectivacambia. Siempre ves más montañas: montañas más altas, másbajas; montañas que nunca habías visto. Trayendo eso a la ciudad,a la vida cotidiana, la vida es eso.

En las montañas a veces ves lo que llamamos falsascumbres, lo cual es mera perspectiva. Ves y piensas que es el puntomás alto, y cuando llegas, ves otro más alto, que porperspectiva, abajo no veías. La vida es lo mismo: a veces estásmuy cerca de un proyecto y no ves cómo mejorarlo, cómo cambiarlo.A veces estás muy cerca o muy involucrado en una situación, porejemplo sentimental, y no puedes tomar la decisión correcta.Entonces tienes que alejarte un poco para ver mejor el camino osubir más arriba, lograr más cosas, para después ver realmentehasta dónde vas a llegar.

Por ejemplo en tu trabajo, crees que ya estásestancado o que tu jefe no te quiere ascender. Tal vez tienes quedar un poco más, llegar a esa falsa cumbre para ver a qué puestoquieres ir realmente. Tu jefe y tus compañeros puedan vertetambién y entonces llegar a la cumbre real.

Creo que la vida se asemeja bastante a la montaña: aveces subes, bajas, puedes descansar un rato; a veces tienes queregresar. En la vida es igual: a veces tienes que esperar, dejarque la tormenta pase y volver a empezar.

¿De qué se ha privado Mariana Torres paralograr sus metas, para alcanzar esa cima? De muchasrelaciones interpersonales, de reuniones con amigos, confamiliares, de un viernes de parranda. Me la paso todos los finesde semana en la montaña. Me gusta mucho lo que hago, pero tambiénme gusta ver a mis amigos. Enfrento reclamos familiares. Bajo conenfermedades. Es difícil encontrar a alguien que le guste lo quehago, y el nivel al que lo hago. Quisiera encontrar una pareja quetenga una pasión que lo mueva, que lo llame, que sepa qué legusta... Pero es difícil.

¿Ha valido la pena? Mucho. Meconsidero mejor ser humano, mejor persona, una mujer más madura,independiente, segura de sí misma. Si lo aplico a mis relaciones,me va a ayudar a llevarme mejor con la gente. He aprendido acontestar cuando tengo que contestar, a callar cuando tengo quehacerlo y a reconocer que tienen razón cuando la tienen.

Ahora lo quieres compartir, ¿porqué? Es muy bonito llevar a alguien y ayudarlo asuperarse. Ver que puedo ayudar, ser el vehículo para que otrapersona se supere, ver su cara de felicidad cuando alcanza su cima,no tiene precio. Es algo indescriptible.

No se trata de que te digan “gracias”, ni de quete reconozcan. Simplemente ver su cara, que cambia de laincredulidad a creer en sí mismos. Hay gente que te dice “a míllévame a dar un paseo por abajo, chiquito”, y cuando se dancuenta ya están hasta arriba. Entonces dicen “órale, no creípoder hacer esto”. Ver el cambio en su cara, en su vida, esincreíble, algo indescriptible.

Además, creo que saber mucho no sirve de nada si noeres capaz de transmitirlo. Ahí es cuando las personas aprenden.El maestro aprende cuando empieza a enseñar a los demás.

¿Cómo evitas la soberbia, el sentirtesuperior por haber llegado arriba? La montaña no te dejatener esos sentimientos. Cuando eres soberbio, orgulloso, te creesmucho, la montaña te da un sentón, te regresa; te trata feo, paraque aprendas que en este universo eres una cosa de este tamaño.Cuando estás allá arriba y volteas, solamente ves cosas inmensas,cosas de metros y metros, más grandes, más largas que tú. Estonto sentirse muy grandes, muy acá en este mundo, cuando haymillones de cosas más grandes que nosotros, más cuando estás enuna montaña.

Se dice que vas y vences a la montaña.¿Realmente la vences? No. Jamás conquistas una montaña.Nunca decimos que vamos y conquistamos cumbres, que conquistamosmontañas. Decimos que vamos y nos conquistamos a nosotros mismos,a nuestros miedos, a nuestros retos, a nuestras discapacidades, anuestro todo. Jamás conquistas una montaña; te dejas conquistarpor ella.

¿Y la vida? Creo que tampoco vaspor la vida conquistándola. Vas conquistando tus metas, tusproyectos, tus sueños... No creo que puedas ir conquistando a losdemás, conquistando un trabajo. Creo que todo es contigo. Todo escon nosotros mismos, no con los demás ni con algo más.

/MIGUEL ÁNGEL DE ALBA

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