En el dintel de la exhacienda de Chinameca, donde Emiliano Zapata fue asesinado en 1919, aún ondea un listón negro. Se colocó allí el 10 de abril pasado, en memoria del aniversario 104 de su muerte, pero hoy parece anunciar un luto distinto: el de los peces muertos.
Esta localidad morelense, ubicada en Ayala, destacaba hasta hace unos pocos años en los primeros lugares a nivel nacional en la producción de peces de ornato y mojarra. Pero sus más de 100 granjas de piscicultura se enfrentan a una silenciosa amenaza: la sequía.
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Las aguas, que antes abundaban, se reducen a charcos espejados bajo el sol, reflejo de un drama que asecha a los peces y a quienes de ellos se sostienen.
Mauricio Cazales, habitante del pueblo, relata la amarga paradoja que les toca vivir.
"Aquí, donde solíamos tener agua en abundancia, los estanques se están secando", confiesa con un aire de resignación.
Este hombre que ha dedicado su vida a la crianza de peces hoy ve cómo el líquido vital para su labor se evapora bajo el sol.
Al mediodía, Mauricio exhibe algunos de sus mejores peces en el tianguis que se instala cada sábado frente a la ex hacienda. En sus orígenes, hace un año, el tianguis reunía a unos 30 productores locales. Hoy sólo hay ocho.
Piden un milagro
Andrés Rodríguez comparte la angustia de Mauricio. Lleva 15 años produciendo peces y nunca antes había vivido una situación así.
"Antes había agua", recuerda con pesar. "Ahora, el pescado se nos está muriendo... la mojarra también está muriendo. Estamos pasando por una situación dura".
Para intentar sobrellevar el embate de la sequía, algunos productores han recurrido a técnicas como revestir sus estanques con plástico para retener algo de agua, una solución tan desesperada como precaria.
"Los que tienen membrana aguantan más", dice Andrés. Pero la falta de agua sigue siendo su peor enemigo. Tres días sin agua, dice, y los peces empiezan a morir.
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Neftalí Tenango, otro productor de la localidad, explica que el retraso de las lluvias ha dejado los estanques en condiciones deplorables. En realidad, no tendría que decirlo: hacia dentro del pueblo, donde inicia el área de granjas, la superficie cuarteada de los estanques secos refleja una imagen más dramática que las palabras.
"Nos mantenía como había un poco de más agua, pero ahorita definitivamente, pues no. Hay muy poca".
La falta de agua no sólo amenaza a los peces, sino también a los cultivos de maíz, otro pilar de la economía local, y de caña.
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Desolados
Ante este panorama, los productores han buscado ayuda de las autoridades, pero hasta ahora solo han sido socorridos por las autoridades municipales, que intentan evitar la desaparición de los estanques con pipas de agua.
Ni el gobierno estatal ni el federal han ofrecido algún tipo de incentivo para hacer frente a la sequía.
"No hay ningún apoyo de parte del gobierno", confirma Neftalí. La desesperanza se suma al drama de los peces muertos.
De hacer caso a las declaraciones del secretario ejecutivo de la Comisión Estatal de Agua, Jaime Juárez López, puede que estos incentivos simplemente no lleguen. De acuerdo con el funcionario estatal, el distanciamiento entre el Ejecutivo, encabezado por el gobernador Cuauhtémoc Blanco, y el Legislativo dificulta la gestión de recursos para apoyar a los productores de Morelos durante la sequía.
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“Es uno de los graves problemas que tiene el estado hoy. Los problemas de la gobernanza del agua, la manera en que se gestiona socialmente el recurso, se ven agravados por problemas de gobernabilidad del agua, debido a la falta de entendimiento entre los poderes Ejecutivo y Legislativo”, explicó.
Juárez López subrayó la urgencia de la unidad y la colaboración entre los diferentes niveles de gobierno para afrontar la crisis hídrica. Manifestó su disposición a acudir al Congreso del Estado para dialogar sobre la ampliación presupuestal, enfatizando que es un ejercicio de rendición de cuentas y oportunidad para situar los intereses de Morelos por encima de los políticos.
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