/ martes 14 de julio de 2020

El T-MEC, inexorable para México y paradoja de AMLO

La visita del presidente López Obrador a Estados Unidos fue objeto de debate, por un lado algunos opositores calificaban dicha visita como inapropiada y como un “error”, y por otro lado, simpatizantes de la 4T y algunos comunicadores elogiaron el discurso de AMLO en la Casa Blanca; lo cierto es que dicha visita muestra la necesidad del T-MEC como parte de esa política comercial “neoliberal” a la que tanto AMLO ha criticado pero que a la vez la necesita para impulsar el crecimiento económico del país, tema en el que su gobierno ha quedado a deber.

Recordemos que durante su campaña presidencial y en su toma de protesta como presidente de México, López Obrador prometió que el país crecería económicamente como en los buenos tiempos del Estado de Bienestar, entre un 4.5 a un 6% del PIB, pero lamentablemente no ha sido así, sin embargo, hay que señalar que no es algo propiamente que dependa de él, pues hay una guerra de intereses económicos tanto nacionales como extranjeros que han contribuido al nulo crecimiento económico y que ahora se ha convertido en un decrecimiento, pero que ya no es exclusivo de la economía mexicana sino que por la pandemia se ha vuelto mundial.

El TLCAN significó la apertura de las fronteras mexicanas al libre comercio y por mucho tiempo fue objeto de crítica, se dijo que con dicho tratado internacional México perdió (desmantelamiento de la industria agropecuaria mexicana, abaratamiento de la mano de obra, aumento en los temas migración mexicana ilegal hacia “el otro lado”, del flujo de drogas y armas ilegales a nuestro país, y de los de índices de obesidad y diabetes derivados de la comida chatarra en el mercado nacional) y sólo unos cuantos sectores se vieron beneficiados (exportaciones y maquiladoras, por ejemplo), sin embargo, ahora el TLCAN 2.0 (T-MEC) se vislumbra como la clave para el crecimiento económico que necesita México y como una válvula de escape para AMLO. Y es que la materia macroeconómica es lo que ha venido a darle soporte a la economía mexicana: antes de la llegada de la pandemia, en el gobierno de Obrador, la inflación se controló a un 3.24%; las remesas tuvieron un crecimiento histórico en 2019 de 36,048.64 millones de dólares; de acuerdo a la Secretaría de Economía, en 2019 México captó un total de 32 mil 921 millones de dólares por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED), es decir, hubo un incremento de 4.2%; el peso mexicano se había fortalecido como la moneda con mejor desempeño en los mercados emergentes pues para el lunes 17 de febrero de 2020 se llegó a cotizar el dólar americano en $18.52. Otro aspecto a considerar es la geopolítica, que como sabemos al ser vecinos de Estados Unidos es inevitable tener trato con ellos y más en estos tiempos aún de globalización.

De tal forma, el T-MEC era inminente para el gobierno mexicano, pero una vez que ya entró en vigor el 1 de julio de 2020, no significa que la situación mejore como se quisiera pues aún está latente el tema de la Covid-19 que ha tenido efectos en la economía mundial, y que en el caso mexicano ha generado una mayor percepción de riesgo pues ahora México se ubica como el cuarto país con mayor número de muertes en el orbe, y claro, aunado a que las políticas internas del gobierno no dan “confianza” para una mayor inversión extranjera. Y bajo esta tesitura, esta semana, el peso inició con una depreciación del 0.23% cotizándose 22.49 por dólar.

Por lo tanto, México apuesta por el T-MEC como resorte para el crecimiento económico, pero hay que señalar que esto no es absoluto, se necesita también ver otros horizontes económicos y nuevas políticas que impulsen tal crecimiento, como garantizar la seguridad pública, el combate a la corrupción, fomentar el turismo, consolidar la soberanía energética, impulsar la industria por cooperativas, etcétera. De tal forma, la visita de AMLO era accesoria pues el T-MEC era inexorable, por lo que implicó entonces otras cuestiones más de tintes políticos-electorales que económicos para ambos presidentes.

La visita del presidente López Obrador a Estados Unidos fue objeto de debate, por un lado algunos opositores calificaban dicha visita como inapropiada y como un “error”, y por otro lado, simpatizantes de la 4T y algunos comunicadores elogiaron el discurso de AMLO en la Casa Blanca; lo cierto es que dicha visita muestra la necesidad del T-MEC como parte de esa política comercial “neoliberal” a la que tanto AMLO ha criticado pero que a la vez la necesita para impulsar el crecimiento económico del país, tema en el que su gobierno ha quedado a deber.

Recordemos que durante su campaña presidencial y en su toma de protesta como presidente de México, López Obrador prometió que el país crecería económicamente como en los buenos tiempos del Estado de Bienestar, entre un 4.5 a un 6% del PIB, pero lamentablemente no ha sido así, sin embargo, hay que señalar que no es algo propiamente que dependa de él, pues hay una guerra de intereses económicos tanto nacionales como extranjeros que han contribuido al nulo crecimiento económico y que ahora se ha convertido en un decrecimiento, pero que ya no es exclusivo de la economía mexicana sino que por la pandemia se ha vuelto mundial.

El TLCAN significó la apertura de las fronteras mexicanas al libre comercio y por mucho tiempo fue objeto de crítica, se dijo que con dicho tratado internacional México perdió (desmantelamiento de la industria agropecuaria mexicana, abaratamiento de la mano de obra, aumento en los temas migración mexicana ilegal hacia “el otro lado”, del flujo de drogas y armas ilegales a nuestro país, y de los de índices de obesidad y diabetes derivados de la comida chatarra en el mercado nacional) y sólo unos cuantos sectores se vieron beneficiados (exportaciones y maquiladoras, por ejemplo), sin embargo, ahora el TLCAN 2.0 (T-MEC) se vislumbra como la clave para el crecimiento económico que necesita México y como una válvula de escape para AMLO. Y es que la materia macroeconómica es lo que ha venido a darle soporte a la economía mexicana: antes de la llegada de la pandemia, en el gobierno de Obrador, la inflación se controló a un 3.24%; las remesas tuvieron un crecimiento histórico en 2019 de 36,048.64 millones de dólares; de acuerdo a la Secretaría de Economía, en 2019 México captó un total de 32 mil 921 millones de dólares por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED), es decir, hubo un incremento de 4.2%; el peso mexicano se había fortalecido como la moneda con mejor desempeño en los mercados emergentes pues para el lunes 17 de febrero de 2020 se llegó a cotizar el dólar americano en $18.52. Otro aspecto a considerar es la geopolítica, que como sabemos al ser vecinos de Estados Unidos es inevitable tener trato con ellos y más en estos tiempos aún de globalización.

De tal forma, el T-MEC era inminente para el gobierno mexicano, pero una vez que ya entró en vigor el 1 de julio de 2020, no significa que la situación mejore como se quisiera pues aún está latente el tema de la Covid-19 que ha tenido efectos en la economía mundial, y que en el caso mexicano ha generado una mayor percepción de riesgo pues ahora México se ubica como el cuarto país con mayor número de muertes en el orbe, y claro, aunado a que las políticas internas del gobierno no dan “confianza” para una mayor inversión extranjera. Y bajo esta tesitura, esta semana, el peso inició con una depreciación del 0.23% cotizándose 22.49 por dólar.

Por lo tanto, México apuesta por el T-MEC como resorte para el crecimiento económico, pero hay que señalar que esto no es absoluto, se necesita también ver otros horizontes económicos y nuevas políticas que impulsen tal crecimiento, como garantizar la seguridad pública, el combate a la corrupción, fomentar el turismo, consolidar la soberanía energética, impulsar la industria por cooperativas, etcétera. De tal forma, la visita de AMLO era accesoria pues el T-MEC era inexorable, por lo que implicó entonces otras cuestiones más de tintes políticos-electorales que económicos para ambos presidentes.

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