/ martes 17 de mayo de 2022

Seguridad pública, politización y berrinches

Aún con los cambios de funcionarios en el gobierno estatal y el carácter conciliador que se supone tiene el nuevo número dos de la administración, Samuel Sotelo Salgado, la afición a la camorra no se ha perdido en el gabinete de Cuauhtémoc Blanco. La desmesurada respuesta del comisionado de Seguridad Pública, José Antonio Ortiz Guarneros a un comentario del diputado Julio César Solís que ha sido profusamente difundida a través de las redes sociales, evidencia que la oficina de Comunicación Social del gobierno estatal y el propio comisionado tienen una mecha muy corta y reaccionan irracionalmente frente a cualquier estímulo que les incomoda.

Julio César escribió: “Ante los hechos suscitados en Santa María Ahuacatitlán le pregunto a las autoridades, ¿hasta cuándo debemos esperar para aceptar que necesitamos un nuevo modelo de prevención del delito y la procuración de justicia?”, y un día después recalcó: “Rechazamos normalizar la violencia, en los próximos días presentaremos la iniciativa por la cultura de la paz en Morelos”. Se trata de la narrativa frecuente del diputado, compartida por cientos de miles de morelenses que piden mejorar la seguridad pública desde la prevención del delito, rechazan la violencia y quieren que las autoridades hagan todo lo que esté en sus manos para establecer una cultura de paz. Ambos comentarios habrían sido leídos por algunos de los mil 277 seguidores en Twitter que tiene el diputado de Movimiento Ciudadano que compró pleito con el vicealmirante Guarneros casi desde que empezó a presidir la Comisión de Seguridad Pública y Protección Civil del Congreso local.

Seguro que a cientos de miles de morelenses el nombre de Julio César Solís no les parece relevante, es un sujeto más bien discreto que llegó al Congreso local por la vía plurinominal postulado por Movimiento Ciudadano, del que es coordinador estatal. Hay opiniones divididas sobre Julio César, a algunos les cae francamente mal, a otros no tanto, y hay a quienes les parece simpático, pero todo ese grupo es reducido al círculo de poder y a algunos grupos de amigos y conocidos como los que puede tener cualquier sujeto.

Bastante favor le hizo entonces el gobierno del estado de Morelos cuando usó todo su poder para enfrentar los 335 caracteres que significaron los dos comentarios en Twitter del diputado Solís. Los 136 mil 100 seguidores de la cuenta de gobierno del estado en esa red social, y los 152 mil en Facebook pudieron enterarse de que había un diputado que se llama Julio César Solís que había hecho declaraciones que incomodaron al gobierno estatal que le dedicó una postal en que le reclama no hacer trabajo de campo y no dar resultados desde su curul a la compleja problemática de la inseguridad en el estado. Es decir, la respuesta a los tweets del diputado (emitidos además en fin de semana), multiplicaron su posibilidad de audiencia natural por 22 mil 552. Bien hecho, por el diputado.

El chisme, porque no llega a nada más, sirve poco para enfrentar el problema de inseguridad en el estado, pero evidencia una colección de conductas del gobierno estatal que contribuyen poco al diálogo, al consenso, y a la solución de los problemas terribles que atraviesa el estado. El mal carácter que evidencia un gobierno respondón lesiona profundamente la acción política del estado en toda la extensión del término.

Por cierto, incomoda y preocupa mucho que el principio de la respuesta del comisionado al diputado ahora ya más famosón. “La seguridad pública no se debe politizar”, dice el vicealmirante y angustia porque el origen mismo del Estado, y con ello de la ciencia y práctica políticas, es velar por la seguridad y la protección de quienes decidieron someterse al poder del estado; es decir, la seguridad pública es un asunto mucho más político hasta que las propias elecciones. A lo mejor en el gobierno estatal no lo conciben así porque no lo han leído o pensado, y seguramente a partir de eso la sensación de obligatoriedad y urgencia sobre la seguridad pública es diversa entre la sociedad y el gabinete de Cuauhtémoc Blanco.

Politicemos la seguridad pública, llevemosla al centro del debate, discutamos los resultados y las nuevas estrategias que son urgentes. Resolvamos y sobre todo, pongámonos todos a trabajar en lo que nos toca (y entre otras cosas a los legisladores les toca también ser críticos de las políticas públicas incluidas las de seguridad, por cierto).

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Aún con los cambios de funcionarios en el gobierno estatal y el carácter conciliador que se supone tiene el nuevo número dos de la administración, Samuel Sotelo Salgado, la afición a la camorra no se ha perdido en el gabinete de Cuauhtémoc Blanco. La desmesurada respuesta del comisionado de Seguridad Pública, José Antonio Ortiz Guarneros a un comentario del diputado Julio César Solís que ha sido profusamente difundida a través de las redes sociales, evidencia que la oficina de Comunicación Social del gobierno estatal y el propio comisionado tienen una mecha muy corta y reaccionan irracionalmente frente a cualquier estímulo que les incomoda.

Julio César escribió: “Ante los hechos suscitados en Santa María Ahuacatitlán le pregunto a las autoridades, ¿hasta cuándo debemos esperar para aceptar que necesitamos un nuevo modelo de prevención del delito y la procuración de justicia?”, y un día después recalcó: “Rechazamos normalizar la violencia, en los próximos días presentaremos la iniciativa por la cultura de la paz en Morelos”. Se trata de la narrativa frecuente del diputado, compartida por cientos de miles de morelenses que piden mejorar la seguridad pública desde la prevención del delito, rechazan la violencia y quieren que las autoridades hagan todo lo que esté en sus manos para establecer una cultura de paz. Ambos comentarios habrían sido leídos por algunos de los mil 277 seguidores en Twitter que tiene el diputado de Movimiento Ciudadano que compró pleito con el vicealmirante Guarneros casi desde que empezó a presidir la Comisión de Seguridad Pública y Protección Civil del Congreso local.

Seguro que a cientos de miles de morelenses el nombre de Julio César Solís no les parece relevante, es un sujeto más bien discreto que llegó al Congreso local por la vía plurinominal postulado por Movimiento Ciudadano, del que es coordinador estatal. Hay opiniones divididas sobre Julio César, a algunos les cae francamente mal, a otros no tanto, y hay a quienes les parece simpático, pero todo ese grupo es reducido al círculo de poder y a algunos grupos de amigos y conocidos como los que puede tener cualquier sujeto.

Bastante favor le hizo entonces el gobierno del estado de Morelos cuando usó todo su poder para enfrentar los 335 caracteres que significaron los dos comentarios en Twitter del diputado Solís. Los 136 mil 100 seguidores de la cuenta de gobierno del estado en esa red social, y los 152 mil en Facebook pudieron enterarse de que había un diputado que se llama Julio César Solís que había hecho declaraciones que incomodaron al gobierno estatal que le dedicó una postal en que le reclama no hacer trabajo de campo y no dar resultados desde su curul a la compleja problemática de la inseguridad en el estado. Es decir, la respuesta a los tweets del diputado (emitidos además en fin de semana), multiplicaron su posibilidad de audiencia natural por 22 mil 552. Bien hecho, por el diputado.

El chisme, porque no llega a nada más, sirve poco para enfrentar el problema de inseguridad en el estado, pero evidencia una colección de conductas del gobierno estatal que contribuyen poco al diálogo, al consenso, y a la solución de los problemas terribles que atraviesa el estado. El mal carácter que evidencia un gobierno respondón lesiona profundamente la acción política del estado en toda la extensión del término.

Por cierto, incomoda y preocupa mucho que el principio de la respuesta del comisionado al diputado ahora ya más famosón. “La seguridad pública no se debe politizar”, dice el vicealmirante y angustia porque el origen mismo del Estado, y con ello de la ciencia y práctica políticas, es velar por la seguridad y la protección de quienes decidieron someterse al poder del estado; es decir, la seguridad pública es un asunto mucho más político hasta que las propias elecciones. A lo mejor en el gobierno estatal no lo conciben así porque no lo han leído o pensado, y seguramente a partir de eso la sensación de obligatoriedad y urgencia sobre la seguridad pública es diversa entre la sociedad y el gabinete de Cuauhtémoc Blanco.

Politicemos la seguridad pública, llevemosla al centro del debate, discutamos los resultados y las nuevas estrategias que son urgentes. Resolvamos y sobre todo, pongámonos todos a trabajar en lo que nos toca (y entre otras cosas a los legisladores les toca también ser críticos de las políticas públicas incluidas las de seguridad, por cierto).

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx