Esta semana por azares del destino me vi en medio del Centro de Cuernavirus buscando algo para desayunar.
Obvio las restricciones que establece la jornada nacional de Sana Distancia limitan mucho las opciones habituales, y las que quedan, aún están atrapadas más en el empaque y la logística del pedido “para llevar", que en el sabor.
Circulé por el mero centro y luego por la periferia y afortunadamente, el instinto me llevó hacia la calle de Abasolo para encontrar, casi en la esquina con Netzahualcóyotl, las siempre fieles Nutrigordas Doña Manuela.
Es que siempre están ahí, aún con las miles de restricciones, despachando para llevar, pero con el mismo sabor de hace un chorro de años.
Una de tinga de pollo, bien sazonadita con chipotle y suficiente cebollita. Otra de picadillo -que a mi parecer ha mejorado mucho- y una más pero sencilla. Todas con crema, queso y salsa verde, de esa cocida y medio picosa que han ofrecido también desde siempre.
Me faltó panza para una de champiñones, una de papas con longaniza y una de chicharrón. O una orden de taquitos dorados de papa o longaniza, o mucho pero mucho mejor aún, una papa bien frita, ahogada en el aceite hirviendo que la cuece poco a poco, hasta dejarla suave y doradita, lista para ser condimentada al gusto.
Pero si de gorditas se trata, no puedo dejar de mencionar las obligadas Gorditas Doña Tina y las de Chelo, en el mercado Adolfo López Mateos, que siguen resistiendo a pesar de todo.
Si pueden dense una vuelta sobre todo porque son negocios de tradición de los que dependen muchas familias.