/ jueves 14 de octubre de 2021

Morelos ha entrado en una espiral de descomposición

Los primeros días de octubre se cumplieron tres años de esta administración estatal, la mitad del periodo sexenal. A decir por el clima político y el ambiente social pareciera que estuviera cursando el último año.

Los eventos recientes de la agenda estatal muestran con claridad el clima político, el descontrol del gobierno y la falta de rumbo, el estado se percibe a la deriva.

El linchamiento y asesinato de dos personas en Huitzilac perpetrado por una turba enardecida y azuzada por un puñado de personas escudadas en la población, fue un acto inadmisible en una sociedad civilizada, y peor aún ante omisión cómplice de la autoridad encargada de la seguridad del estado que no hizo lo suficiente para evitar lo que ocurrió. Días después un hecho similar en el municipio de Jantetelco estuvo a punto de acabar igual, afortunadamente solo se registraron daños materiales.

Que se incrementen y se repitan con mayor frecuencia los hechos violentos en donde la población pretende hacerse justicia por propia mano, es un síntoma grave de descomposición social derivado de la percepción de la gente de la ausencia de autoridad. Desde luego esto también lo aprovechan grupos de la delincuencia organizada para llevar agua a su molino, imponer su ley por la fuerza. De seguir con la pasividad de la autoridad, el siguiente paso es el surgimiento de las autodefensas y la pérdida del control territorial por parte del gobierno establecido; basta voltear a ver Michoacán o sin ir más lejos el vecino estado de Guerrero para darse cuenta de lo que nos espera en Morelos.

A raíz de estos hechos la fiscalía ha iniciado las carpetas de investigación para esclarecer los hechos de Huitzilac y deslindar responsabilidades directas e indirectas, es decir, por acción o por omisión.

También el responsable de la seguridad pública del estado compareció ante el Congreso del estado; no dio mayores datos sobre el tema por el cual fue llamado a comparecer, y en lugar de eso se enfrascó en un muy ríspido intercambio de señalamientos con uno de los diputados, señalando la supuesta complicidad de políticos con grupos de la delincuencia organizada. Esta fue la nota de la comparecencia quedando en segundo término el linchamiento de Huitzilac y la posible responsabilidad por omisión de la autoridad competente. El responsable de la seguridad evadió el tema, salió por la tangente señalando y prácticamente acusando a presidentes municipales, diputados y hasta senadores de una posible vinculación con la delincuencia organizada. Sin dar nombres por aquello de la secrecía de la investigación.

Una tercera señal de la rápida descomposición son las denuncias que un conocido y prestigiado abogado morelense ha presentado ante la fiscalía anticorrupción en contra del propio gobernador y de su círculo cercano. Llama la atención en dicha denuncia, en función de lo que ha trascendido públicamente, que no todo el círculo cercano esta denunciado, curioso ver que no están todos los que aparecen en el famoso caso “Primavera”. El tiempo y la investigación lo irán aclarando. El mismo abogado, según se dice en los medios, prepara otras denuncias.

Por último, es de mencionar la renuncia del funcionario que estaba al frente del combate a la corrupción en el gobierno estatal, adscrito coincidentemente a la oficina de la gubernatura. Este exfuncionario ha declarado que su renuncia obedece a un tema de congruencia y fue más allá, declaró que presentará denuncias contra el gobernador y otros funcionarios de primer nivel por actos de corrupción.

Se empieza a comprender la insistencia del titular del ejecutivo de torpedear a las fiscalías e intentar por todos los medios de cambiar a los fiscales y colocar a incondicionales. Ahora se explica el golpeteo a los órganos autónomos.

Ante este clima de encono, descomposición social, incontrolable violencia cotidiana, enfrentamiento político, división interna del equipo gobernante y denuncias de hechos de corrupción, la respuesta del gobierno sigue siendo la misma: tratar de señalar y culpar a la administración anterior de su propio fracaso.

Mientras el estado entra en una peligrosa espiral de descomposición, se reivindica el derecho del gobernante de jugar golf.

Los primeros días de octubre se cumplieron tres años de esta administración estatal, la mitad del periodo sexenal. A decir por el clima político y el ambiente social pareciera que estuviera cursando el último año.

Los eventos recientes de la agenda estatal muestran con claridad el clima político, el descontrol del gobierno y la falta de rumbo, el estado se percibe a la deriva.

El linchamiento y asesinato de dos personas en Huitzilac perpetrado por una turba enardecida y azuzada por un puñado de personas escudadas en la población, fue un acto inadmisible en una sociedad civilizada, y peor aún ante omisión cómplice de la autoridad encargada de la seguridad del estado que no hizo lo suficiente para evitar lo que ocurrió. Días después un hecho similar en el municipio de Jantetelco estuvo a punto de acabar igual, afortunadamente solo se registraron daños materiales.

Que se incrementen y se repitan con mayor frecuencia los hechos violentos en donde la población pretende hacerse justicia por propia mano, es un síntoma grave de descomposición social derivado de la percepción de la gente de la ausencia de autoridad. Desde luego esto también lo aprovechan grupos de la delincuencia organizada para llevar agua a su molino, imponer su ley por la fuerza. De seguir con la pasividad de la autoridad, el siguiente paso es el surgimiento de las autodefensas y la pérdida del control territorial por parte del gobierno establecido; basta voltear a ver Michoacán o sin ir más lejos el vecino estado de Guerrero para darse cuenta de lo que nos espera en Morelos.

A raíz de estos hechos la fiscalía ha iniciado las carpetas de investigación para esclarecer los hechos de Huitzilac y deslindar responsabilidades directas e indirectas, es decir, por acción o por omisión.

También el responsable de la seguridad pública del estado compareció ante el Congreso del estado; no dio mayores datos sobre el tema por el cual fue llamado a comparecer, y en lugar de eso se enfrascó en un muy ríspido intercambio de señalamientos con uno de los diputados, señalando la supuesta complicidad de políticos con grupos de la delincuencia organizada. Esta fue la nota de la comparecencia quedando en segundo término el linchamiento de Huitzilac y la posible responsabilidad por omisión de la autoridad competente. El responsable de la seguridad evadió el tema, salió por la tangente señalando y prácticamente acusando a presidentes municipales, diputados y hasta senadores de una posible vinculación con la delincuencia organizada. Sin dar nombres por aquello de la secrecía de la investigación.

Una tercera señal de la rápida descomposición son las denuncias que un conocido y prestigiado abogado morelense ha presentado ante la fiscalía anticorrupción en contra del propio gobernador y de su círculo cercano. Llama la atención en dicha denuncia, en función de lo que ha trascendido públicamente, que no todo el círculo cercano esta denunciado, curioso ver que no están todos los que aparecen en el famoso caso “Primavera”. El tiempo y la investigación lo irán aclarando. El mismo abogado, según se dice en los medios, prepara otras denuncias.

Por último, es de mencionar la renuncia del funcionario que estaba al frente del combate a la corrupción en el gobierno estatal, adscrito coincidentemente a la oficina de la gubernatura. Este exfuncionario ha declarado que su renuncia obedece a un tema de congruencia y fue más allá, declaró que presentará denuncias contra el gobernador y otros funcionarios de primer nivel por actos de corrupción.

Se empieza a comprender la insistencia del titular del ejecutivo de torpedear a las fiscalías e intentar por todos los medios de cambiar a los fiscales y colocar a incondicionales. Ahora se explica el golpeteo a los órganos autónomos.

Ante este clima de encono, descomposición social, incontrolable violencia cotidiana, enfrentamiento político, división interna del equipo gobernante y denuncias de hechos de corrupción, la respuesta del gobierno sigue siendo la misma: tratar de señalar y culpar a la administración anterior de su propio fracaso.

Mientras el estado entra en una peligrosa espiral de descomposición, se reivindica el derecho del gobernante de jugar golf.

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