/ viernes 12 de abril de 2024

¿El asilo político es un derecho humano?

El asilo político es un derecho soberano y una prerrogativa humanitaria que los Estados otorgan a individuos perseguidos en su país de origen por sus ideas, creencias o afiliación política. Es un refugio en la tormenta para aquellos cuya voz ha sido silenciada por regímenes opresores, cuyas vidas se ven amenazadas por su valentía de defender la verdad, la justicia y la libertad.

Como piedra angular en la política exterior de nuestro país, se fundamenta en el artículo 11 de la Constitución Mexicana, donde se establece que "toda persona tiene derecho a buscar y recibir asilo". Se complementa con la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, que establecen los principios de no devolución, asegurando que nadie sea devuelto a un territorio donde su vida o libertad estén en riesgo. La Declaración Universal de Derechos Humanos, también establece en su numeral 14 el derecho de las personas a buscarlo y disfrutarlo en persecuciones de otros países.

A lo largo de los años, México ha abierto sus puertas a una serie de figuras históricas, desde líderes revolucionarios hasta intelectuales y artistas perseguidos, ofreciéndoles un santuario lejos de la opresión y la persecución en sus países de origen. Personajes como León Trotsky –perseguido debido a su posición como líder revolucionario y opositor al régimen de Stalin en la Unión Soviética– y Evo Morales –asediado políticamente tras su renuncia a la presidencia de Bolivia en 2019 en medio de controversias sobre la legitimidad de su cuarto mandato– han encontrado un espacio seguro en nuestra Nación.

La reciente decisión de conceder asilo político a Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador, marca un nuevo capítulo en la historia nacional. Glas, quien enfrenta acusaciones de malversación de fondos en Ecuador, encontró refugio en la Embajada de México en Quito, evidenciando la continuidad de nuestras tradición de ofrecer protección a figuras políticas perseguidas.

En la esfera internacional, el caso de Julian Assange y WikiLeaks –perseguido por publicar documentos clasificados que revelaban información sensible de varios gobiernos, especialmente de Estados Unidos, lo que desató acusaciones y un largo proceso legal en su contra por espionaje y otros cargos, llevándolo a buscar asilo en la embajada de Ecuador en Londres para evitar la extradición– ha planteado debates significativos sobre el asilo político, la libertad de expresión y el derecho a la información. La discusión en torno a su caso resalta su complejidad y relevancia en la era digital y la globalización, donde los límites entre la soberanía nacional, los Derechos Humanos y la seguridad internacional se entrecruzan de manera cada vez más trascendente.

Como se puede advertir, las relaciones internacionales y la diplomacia muestran cómo estos actos pueden generar fricciones entre naciones, y la disyuntiva de mantener con firmeza principios y compromisos internacionales. La identidad nacional, soberanía y política exterior basada en la solidaridad y el respeto a los Derechos humano, deben ser claves en el escenario global, defendiendo la justicia y la protección de aquellos en riesgo, sin importar las fronteras.

No es sólo un mecanismo de salvaguarda, sino también y acaso más, un símbolo de resistencia contra la injusticia y un tributo a la indomable esperanza de aquellos que, en su búsqueda de la libertad, nos inspiran a todos a luchar por un mundo más justo y compasivo Es un testimonio vivo de que, incluso en los tiempos más oscuros, la solidaridad trasciende fronteras, y la empatía puede modelar el curso de las naciones. Es un reflejo de la nobleza a la que puede aspirar la sociedad internacional, cuando pone la vida y la libertad por encima de las conveniencias geopolíticas.

*Profesor de Derecho Civil y Derecho Familiar de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México

El asilo político es un derecho soberano y una prerrogativa humanitaria que los Estados otorgan a individuos perseguidos en su país de origen por sus ideas, creencias o afiliación política. Es un refugio en la tormenta para aquellos cuya voz ha sido silenciada por regímenes opresores, cuyas vidas se ven amenazadas por su valentía de defender la verdad, la justicia y la libertad.

Como piedra angular en la política exterior de nuestro país, se fundamenta en el artículo 11 de la Constitución Mexicana, donde se establece que "toda persona tiene derecho a buscar y recibir asilo". Se complementa con la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, que establecen los principios de no devolución, asegurando que nadie sea devuelto a un territorio donde su vida o libertad estén en riesgo. La Declaración Universal de Derechos Humanos, también establece en su numeral 14 el derecho de las personas a buscarlo y disfrutarlo en persecuciones de otros países.

A lo largo de los años, México ha abierto sus puertas a una serie de figuras históricas, desde líderes revolucionarios hasta intelectuales y artistas perseguidos, ofreciéndoles un santuario lejos de la opresión y la persecución en sus países de origen. Personajes como León Trotsky –perseguido debido a su posición como líder revolucionario y opositor al régimen de Stalin en la Unión Soviética– y Evo Morales –asediado políticamente tras su renuncia a la presidencia de Bolivia en 2019 en medio de controversias sobre la legitimidad de su cuarto mandato– han encontrado un espacio seguro en nuestra Nación.

La reciente decisión de conceder asilo político a Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador, marca un nuevo capítulo en la historia nacional. Glas, quien enfrenta acusaciones de malversación de fondos en Ecuador, encontró refugio en la Embajada de México en Quito, evidenciando la continuidad de nuestras tradición de ofrecer protección a figuras políticas perseguidas.

En la esfera internacional, el caso de Julian Assange y WikiLeaks –perseguido por publicar documentos clasificados que revelaban información sensible de varios gobiernos, especialmente de Estados Unidos, lo que desató acusaciones y un largo proceso legal en su contra por espionaje y otros cargos, llevándolo a buscar asilo en la embajada de Ecuador en Londres para evitar la extradición– ha planteado debates significativos sobre el asilo político, la libertad de expresión y el derecho a la información. La discusión en torno a su caso resalta su complejidad y relevancia en la era digital y la globalización, donde los límites entre la soberanía nacional, los Derechos Humanos y la seguridad internacional se entrecruzan de manera cada vez más trascendente.

Como se puede advertir, las relaciones internacionales y la diplomacia muestran cómo estos actos pueden generar fricciones entre naciones, y la disyuntiva de mantener con firmeza principios y compromisos internacionales. La identidad nacional, soberanía y política exterior basada en la solidaridad y el respeto a los Derechos humano, deben ser claves en el escenario global, defendiendo la justicia y la protección de aquellos en riesgo, sin importar las fronteras.

No es sólo un mecanismo de salvaguarda, sino también y acaso más, un símbolo de resistencia contra la injusticia y un tributo a la indomable esperanza de aquellos que, en su búsqueda de la libertad, nos inspiran a todos a luchar por un mundo más justo y compasivo Es un testimonio vivo de que, incluso en los tiempos más oscuros, la solidaridad trasciende fronteras, y la empatía puede modelar el curso de las naciones. Es un reflejo de la nobleza a la que puede aspirar la sociedad internacional, cuando pone la vida y la libertad por encima de las conveniencias geopolíticas.

*Profesor de Derecho Civil y Derecho Familiar de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México