/ viernes 17 de febrero de 2023

Fobias, discriminación y desigualdades

Cuando me enteré que estadísticamente la esperanza de vida de una mujer trans no sobrepasa los 35 años me quedé en shock. Lo primero que supuse, porque además también estoy encarrilada en los prejuicios y estigmas sociales, fue que la relación trabajo sexual-vih eran los factores determinantes de esta situación. Luego ahondé más para darme cuenta que lo son de igual manera los crímenes de odio por transfobia.

Desde hace mucho tiempo el tema de la discriminación recurre a mi cabeza una y otra vez, no solo como una causa ajena, sino como una que me atraviesa de fondo y que estoy convencida que lo hace con la mayoría de las personas, porque la discriminación es un problema multifactorial que permea en muchas esferas; de ahí que comenzara hablando de la comunidad trans, pues sin duda son personas que han vivido un proceso complejo frente a la aceptación de sus identidades y diversidades y porque además el discurso de odio contra elles es el que menos se ha moderado y al día de hoy, incluso desde distintos activismos se les invisibiliza, estigmatiza y violenta a razón de su causa.

No obstante vivimos en un país en el que las condiciones sociales son idóneas para todo tipo de discriminación, la desigualdad y la cultura del privilegio forman parte fundamental de nuestra cultura y el arraigo por demás marcado de las diferencias sociales y culturales así como la intolerancia a las expresiones diversas hacen más susceptible a quienes integramos esta sociedad de ser víctimas de la discriminación más violenta y recalcitrante hasta las fobias más absurdas y estereotipadas. Para muestra, el tema que desde hace unas semanas es tendencia en México con las declaraciones de una comunicadora de espectáculos y la reciente portada de una revista de moda: la gordofobia. Y es que, según la encuesta nacional sobre discriminación en México (Enadis) cuando menos 2 de cada 10 personas de la población adulta declararon haber sufrido de discriminación durante el último año, situando a la complexión física en el segundo lugar de la encuesta. Es lógico que en una sociedad patriarcal, heteronormada y conservadora los estereotipos prevalezcan; aclaró que dije lógico, no sano, ético o incuestionable.

De esas discriminaciones vienen otras mucho más duras, las que tienen que ver con los orígenes étnicos, el color de piel, las mismas diversidades y expresiones sexuales y por supuesto las que se dan en razón de género; cada una de ellas con un discurso que escala hacia las violencias, que envuelve a quienes las reciben en toneladas de odio que muchas veces se reflejan en casos de violencia física o afectaciones graves.

En fin, hablar sobre fobias y discriminación es mucho más complejo que enunciar las realidades que viven/vivimos quienes estamos fuera del marco mínimo del estereotipo o la “norma”, lo verdaderamente relevante está en cuestionar de manera puntual lo que desde lo público se está haciendo para lograr erradicar las desigualdades que de entrada dan origen a muchas de las expresiones de odio y por prevenir en todo caso estas fobias y discriminaciones que de lo cotidiano pernean y escalan a lo violento. Hoy la reflexión más profunda que debemos hacer está en las políticas de igualdad que se estén generando para combatir las asimetrías que dejan fuera del marco de derechos a millones de personas, porque si bien los derechos humanos son universales y en ellos radica el de la igualdad, es claro que el camino para lograrla aún está en ciernes, máxime cuando hablamos de grupos específicos de la población. No podemos lograr que como individuos hagamos transformaciones en el hecho y el discurso si desde las políticas de educación, cultura y formación de la identidad e idiosincrasia no avanzamos en la ruta correcta. Es indispensable que se planteen acciones específicas contundentes para atender las problemáticas específicas a través de políticas públicas focalizadas, para lo que se necesita primero, voluntad. La pregunta es: ¿la tienen legisladoras y legisladores, gobiernos y funcionarios? ¿O vamos a seguir avanzando hacia el lado opuesto?

La gordofobia, la, transfobia y todas las discriminaciones y desigualdades tienen dos aristas a considerar para su erradicación: lo público y su impacto en lo individual y lo individual y su impacto colectivo. Espero que eso se entienda antes de atreverse a discriminar, etiquetar y hablar de otres.

Pd: Sigamos hablando de causas porque la política también puede hacerse desde lugares menos oscuros que el pragmatismo.

Cuando me enteré que estadísticamente la esperanza de vida de una mujer trans no sobrepasa los 35 años me quedé en shock. Lo primero que supuse, porque además también estoy encarrilada en los prejuicios y estigmas sociales, fue que la relación trabajo sexual-vih eran los factores determinantes de esta situación. Luego ahondé más para darme cuenta que lo son de igual manera los crímenes de odio por transfobia.

Desde hace mucho tiempo el tema de la discriminación recurre a mi cabeza una y otra vez, no solo como una causa ajena, sino como una que me atraviesa de fondo y que estoy convencida que lo hace con la mayoría de las personas, porque la discriminación es un problema multifactorial que permea en muchas esferas; de ahí que comenzara hablando de la comunidad trans, pues sin duda son personas que han vivido un proceso complejo frente a la aceptación de sus identidades y diversidades y porque además el discurso de odio contra elles es el que menos se ha moderado y al día de hoy, incluso desde distintos activismos se les invisibiliza, estigmatiza y violenta a razón de su causa.

No obstante vivimos en un país en el que las condiciones sociales son idóneas para todo tipo de discriminación, la desigualdad y la cultura del privilegio forman parte fundamental de nuestra cultura y el arraigo por demás marcado de las diferencias sociales y culturales así como la intolerancia a las expresiones diversas hacen más susceptible a quienes integramos esta sociedad de ser víctimas de la discriminación más violenta y recalcitrante hasta las fobias más absurdas y estereotipadas. Para muestra, el tema que desde hace unas semanas es tendencia en México con las declaraciones de una comunicadora de espectáculos y la reciente portada de una revista de moda: la gordofobia. Y es que, según la encuesta nacional sobre discriminación en México (Enadis) cuando menos 2 de cada 10 personas de la población adulta declararon haber sufrido de discriminación durante el último año, situando a la complexión física en el segundo lugar de la encuesta. Es lógico que en una sociedad patriarcal, heteronormada y conservadora los estereotipos prevalezcan; aclaró que dije lógico, no sano, ético o incuestionable.

De esas discriminaciones vienen otras mucho más duras, las que tienen que ver con los orígenes étnicos, el color de piel, las mismas diversidades y expresiones sexuales y por supuesto las que se dan en razón de género; cada una de ellas con un discurso que escala hacia las violencias, que envuelve a quienes las reciben en toneladas de odio que muchas veces se reflejan en casos de violencia física o afectaciones graves.

En fin, hablar sobre fobias y discriminación es mucho más complejo que enunciar las realidades que viven/vivimos quienes estamos fuera del marco mínimo del estereotipo o la “norma”, lo verdaderamente relevante está en cuestionar de manera puntual lo que desde lo público se está haciendo para lograr erradicar las desigualdades que de entrada dan origen a muchas de las expresiones de odio y por prevenir en todo caso estas fobias y discriminaciones que de lo cotidiano pernean y escalan a lo violento. Hoy la reflexión más profunda que debemos hacer está en las políticas de igualdad que se estén generando para combatir las asimetrías que dejan fuera del marco de derechos a millones de personas, porque si bien los derechos humanos son universales y en ellos radica el de la igualdad, es claro que el camino para lograrla aún está en ciernes, máxime cuando hablamos de grupos específicos de la población. No podemos lograr que como individuos hagamos transformaciones en el hecho y el discurso si desde las políticas de educación, cultura y formación de la identidad e idiosincrasia no avanzamos en la ruta correcta. Es indispensable que se planteen acciones específicas contundentes para atender las problemáticas específicas a través de políticas públicas focalizadas, para lo que se necesita primero, voluntad. La pregunta es: ¿la tienen legisladoras y legisladores, gobiernos y funcionarios? ¿O vamos a seguir avanzando hacia el lado opuesto?

La gordofobia, la, transfobia y todas las discriminaciones y desigualdades tienen dos aristas a considerar para su erradicación: lo público y su impacto en lo individual y lo individual y su impacto colectivo. Espero que eso se entienda antes de atreverse a discriminar, etiquetar y hablar de otres.

Pd: Sigamos hablando de causas porque la política también puede hacerse desde lugares menos oscuros que el pragmatismo.