/ domingo 10 de enero de 2021

La sinrazón repetirá...

¿Cuáles fueron las disfunciones de la comunicación política, de los medios de comunicación, de la sociedad, de los partidos políticos y las instituciones que permitieron el ascenso del populismo más vacuo y peligroso al poder en múltiples democracias en el mundo? ¿Qué elementos se repitieron en México y Morelos que llevaron al desgaste del Estado, en el más estricto sentido de la palabra, y que permitieron al ascenso del carisma sin mayor contenido al los gobiernos federal y estatal? Cabe hacerse la pregunta porque a unos meses de las elecciones intermedias no parece haber restauración alguna de los prestigios de la política, la comunicación masiva, la ciencia o la razón, como para poder pensar que las cosas en el ejercicio de lo público en Morelos vayan a cambiar pronto.

Lo que hemos visto en las últimas semanas en los Estados Unidos es el clímax de la sinrazón convertida en gobierno, en doctrina política seguida por miles. Porque, bien visto, Trump perdió las elecciones no por un desgaste en su figura (que aún concentra millones de seguidores), sino por una especie de despertar ordenado del electorado racional, del que cree en la ciencia y en la política como un arte de negociación y no como un instrumento de venganza para algunos grupos. Lo cierto es que bien pudo ocurrir lo contrario. Pero en los Estados Unidos hubo una reorganización del racionalismo en torno a las figuras de Joe Biden y Kamala Harris como únicas alternativas para frenar la especie de religión fundamentalista en que se convirtió el trumpismo. En México, y más específicamente, en Morelos, no parece haber figuras o instituciones en torno a las que pudiera agruparse el pensamiento adverso al poder visceral que ocupa los espacios públicos desde 2018 en que la crisis de la política, de la ciencia y de la razón, se cruzaron para contribuir al triunfo de ídolos que suplantaron en persona, no en funciones, a los políticos y su práctica.

Al contrario, pareciera que la apuesta de muchos partidos y grupos es tratar de buscar émulos de esos liderazgos carismáticos. A la fecha, ni una sola idea alterna a las ocurrencias del gobierno estatal se ha presentado a la ciudadanía como opción programática para construir un buen gobierno. Paquetes de diagnósticos de la realidad que todos conocemos, quejas y acusaciones sobre la colección de ineptitudes en los gobiernos, y conjuntos de metas de gobierno son una simpleza para el tamaño del problema que atraviesa Morelos. ¿Cómo conciliamos el desarrollo económico con el financiamiento del desarrollo, la generación de empleo y el combate a la pobreza? Por ejemplo, es una pregunta que sigue sin respuesta y que, mientras no la tenga, hace difícil creer en cualquier político (mucho menos en quienes participan por cargos de responsabilidad sumamente específica y limitada, como alcaldes y diputados).

Cierto, la falta de respuestas de los gobiernos municipales y estatal y el abandono del federal a los problemas que parece Morelos es más que grave, criminal. Pero la oferta de políticas públicas tampoco existe del otro lado y la responsabilidad de tenerlas es la misma.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

¿Cuáles fueron las disfunciones de la comunicación política, de los medios de comunicación, de la sociedad, de los partidos políticos y las instituciones que permitieron el ascenso del populismo más vacuo y peligroso al poder en múltiples democracias en el mundo? ¿Qué elementos se repitieron en México y Morelos que llevaron al desgaste del Estado, en el más estricto sentido de la palabra, y que permitieron al ascenso del carisma sin mayor contenido al los gobiernos federal y estatal? Cabe hacerse la pregunta porque a unos meses de las elecciones intermedias no parece haber restauración alguna de los prestigios de la política, la comunicación masiva, la ciencia o la razón, como para poder pensar que las cosas en el ejercicio de lo público en Morelos vayan a cambiar pronto.

Lo que hemos visto en las últimas semanas en los Estados Unidos es el clímax de la sinrazón convertida en gobierno, en doctrina política seguida por miles. Porque, bien visto, Trump perdió las elecciones no por un desgaste en su figura (que aún concentra millones de seguidores), sino por una especie de despertar ordenado del electorado racional, del que cree en la ciencia y en la política como un arte de negociación y no como un instrumento de venganza para algunos grupos. Lo cierto es que bien pudo ocurrir lo contrario. Pero en los Estados Unidos hubo una reorganización del racionalismo en torno a las figuras de Joe Biden y Kamala Harris como únicas alternativas para frenar la especie de religión fundamentalista en que se convirtió el trumpismo. En México, y más específicamente, en Morelos, no parece haber figuras o instituciones en torno a las que pudiera agruparse el pensamiento adverso al poder visceral que ocupa los espacios públicos desde 2018 en que la crisis de la política, de la ciencia y de la razón, se cruzaron para contribuir al triunfo de ídolos que suplantaron en persona, no en funciones, a los políticos y su práctica.

Al contrario, pareciera que la apuesta de muchos partidos y grupos es tratar de buscar émulos de esos liderazgos carismáticos. A la fecha, ni una sola idea alterna a las ocurrencias del gobierno estatal se ha presentado a la ciudadanía como opción programática para construir un buen gobierno. Paquetes de diagnósticos de la realidad que todos conocemos, quejas y acusaciones sobre la colección de ineptitudes en los gobiernos, y conjuntos de metas de gobierno son una simpleza para el tamaño del problema que atraviesa Morelos. ¿Cómo conciliamos el desarrollo económico con el financiamiento del desarrollo, la generación de empleo y el combate a la pobreza? Por ejemplo, es una pregunta que sigue sin respuesta y que, mientras no la tenga, hace difícil creer en cualquier político (mucho menos en quienes participan por cargos de responsabilidad sumamente específica y limitada, como alcaldes y diputados).

Cierto, la falta de respuestas de los gobiernos municipales y estatal y el abandono del federal a los problemas que parece Morelos es más que grave, criminal. Pero la oferta de políticas públicas tampoco existe del otro lado y la responsabilidad de tenerlas es la misma.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx