/ lunes 27 de enero de 2020

Hay un murciélago en mi sopa

Más de las mitad de las enfermedades infecciosas que aquejan a los humanos provienen de animales.

Los agentes infecciosos, ya sean hongos, bacteria o virus, han desarrollado un modelo de supervivencia basado en dos o más hospederos. Mientras que el hospedero final, en el caso que nos ocupa el humano, se enferma de gravedad, se debilita y en ocasiones muere, los otros hospederos no presentan síntomas. Estos hospederos se conocen como reservorios naturales y para ellos los agentes infecciosos son parte de su flora nativa. La existencia de reservorios favorece que los agentes infecciosos puedan reproducirse de manera continua y transmitirse de tiempo en tiempo y bajo circunstancias muy particulares hacia los humanos desatando enfermedades agudas.

Entre los agentes infecciosos que desarrollaron reservorios naturales se encuentran el hantavirus, la bacteria Yersinia pestis que ocasiona la peste bubónica, la bacteria Rickettsia prowazekii que ocasiona el tifus y el virus del ébola que se hospedan todos ellos en ratones, el virus de la influenza que se hospeda en patos y pollos, el virus de inmunodeficiencia humana VIH que se hospeda en monos y el virus del síndrome agudo respiratorio severo SARS que se hospeda en murciélagos.

Hoy nos referiremos a esta última enfermedad la cual tuvo su primera aparición documentada entre humanos en el 2003 cuando enfermaron más de 8 mil personas con 774 defunciones siendo el primer caso confirmado un médico chino que se encontraba de visita en Hong Kong para asistir a una boda. Los síntomas de la enfermedad son fiebre alta, dolor de cabeza, malestar general y dolor de cuerpo, problemas respiratorios y posteriormente neumonía. El SARS se contagia de persona a persona y es por eso que se propaga rápidamente. El brote del 2003 alcanzó más de 20 países a pesar de un enérgico cerco sanitario implementado por las autoridades de salud.

Posteriormente, en 2012, es detectado en Arabia Saudita un brote de una enfermedad muy parecida en síntomas al SARS, denominada síndrome respiratorio del medio oriente, MERS por sus siglas en inglés, que atacó a casi 2,500 personas produciendo 858 defunciones. Ambos virus resultaron estar relacionados y pertenecer al grupo de los coronavirus. En 2015 se detectó un brote independiente de MERS en Corea del Sur con el resultado de 186 enfermos confirmados y 38 muertes. Gracias a la experiencia obtenida por el SARS se pudo contener mejor el contagio. En estos momentos se encuentra en proceso el cuarto brote de esta enfermedad, conocido sencillamente por coronavirus, cuyos primeros casos confirmados se detectaron en la ciudad de Wuhan en China.

Los agentes infecciosos que se establecen en reservorios se propagan a los humanos cuando las dos especies se encuentran en contacto directo o mediante un vector. Como se mencionó arriba, para los coronavirus su reservorio natural es el murciélago. Se sabe que los murciélagos excretan al virus en sus heces donde tiene un tiempo de vida relativamente corto. Para que un humano se infecte sería necesario que estuviera en contacto constante y prolongado con heces de murciélago, algo poco probable pues estos animales habitan en cuevas localizadas en sitios poco accesibles.

La razón para que la mayoría de los casos conocidos de transmisión de coronavirus a humanos hayan iniciado en china es su hábito de alimentarse de animales silvestres, incluyendo murciélagos. Estos animales son capturados y conservados vivos hasta que el consumidor final los adquiere. Durante su estadía en los mercados y a veces también en los domicilios particulares en espera de ser sacrificados, las personas establecen el contacto necesario para la transmisión del virus. Una vez en el humano, la transmisión se establece de persona a persona con una relación de 1 a 3, es decir, cada persona infectada contagiará a otras tres. La situación se complica aún más por la alta densidad poblacional de China así como por el uso de medios de transporte masivos como los trenes y aviones, que facilitan todavía más la dispersión del virus.

El brote está todavía en desarrollo y no sabemos hasta dónde se propagará por lo que es conveniente desarrollar medidas preventivas. Lo primero es estar atentos a los comunicados oficiales, después reforzar medidas de higiene como son lavarse las manos de manera frecuente, no tocarse la cara, reducir el contacto físico innecesario como son los apretones de manos y los saludos de beso, informar lo antes posible a su servicio de salud si existen síntomas respiratorios para una correcta valoración y, por supuesto, evitar la sopa de murciélago.


Información adicional de éste y otros temas de interés: http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

Más de las mitad de las enfermedades infecciosas que aquejan a los humanos provienen de animales.

Los agentes infecciosos, ya sean hongos, bacteria o virus, han desarrollado un modelo de supervivencia basado en dos o más hospederos. Mientras que el hospedero final, en el caso que nos ocupa el humano, se enferma de gravedad, se debilita y en ocasiones muere, los otros hospederos no presentan síntomas. Estos hospederos se conocen como reservorios naturales y para ellos los agentes infecciosos son parte de su flora nativa. La existencia de reservorios favorece que los agentes infecciosos puedan reproducirse de manera continua y transmitirse de tiempo en tiempo y bajo circunstancias muy particulares hacia los humanos desatando enfermedades agudas.

Entre los agentes infecciosos que desarrollaron reservorios naturales se encuentran el hantavirus, la bacteria Yersinia pestis que ocasiona la peste bubónica, la bacteria Rickettsia prowazekii que ocasiona el tifus y el virus del ébola que se hospedan todos ellos en ratones, el virus de la influenza que se hospeda en patos y pollos, el virus de inmunodeficiencia humana VIH que se hospeda en monos y el virus del síndrome agudo respiratorio severo SARS que se hospeda en murciélagos.

Hoy nos referiremos a esta última enfermedad la cual tuvo su primera aparición documentada entre humanos en el 2003 cuando enfermaron más de 8 mil personas con 774 defunciones siendo el primer caso confirmado un médico chino que se encontraba de visita en Hong Kong para asistir a una boda. Los síntomas de la enfermedad son fiebre alta, dolor de cabeza, malestar general y dolor de cuerpo, problemas respiratorios y posteriormente neumonía. El SARS se contagia de persona a persona y es por eso que se propaga rápidamente. El brote del 2003 alcanzó más de 20 países a pesar de un enérgico cerco sanitario implementado por las autoridades de salud.

Posteriormente, en 2012, es detectado en Arabia Saudita un brote de una enfermedad muy parecida en síntomas al SARS, denominada síndrome respiratorio del medio oriente, MERS por sus siglas en inglés, que atacó a casi 2,500 personas produciendo 858 defunciones. Ambos virus resultaron estar relacionados y pertenecer al grupo de los coronavirus. En 2015 se detectó un brote independiente de MERS en Corea del Sur con el resultado de 186 enfermos confirmados y 38 muertes. Gracias a la experiencia obtenida por el SARS se pudo contener mejor el contagio. En estos momentos se encuentra en proceso el cuarto brote de esta enfermedad, conocido sencillamente por coronavirus, cuyos primeros casos confirmados se detectaron en la ciudad de Wuhan en China.

Los agentes infecciosos que se establecen en reservorios se propagan a los humanos cuando las dos especies se encuentran en contacto directo o mediante un vector. Como se mencionó arriba, para los coronavirus su reservorio natural es el murciélago. Se sabe que los murciélagos excretan al virus en sus heces donde tiene un tiempo de vida relativamente corto. Para que un humano se infecte sería necesario que estuviera en contacto constante y prolongado con heces de murciélago, algo poco probable pues estos animales habitan en cuevas localizadas en sitios poco accesibles.

La razón para que la mayoría de los casos conocidos de transmisión de coronavirus a humanos hayan iniciado en china es su hábito de alimentarse de animales silvestres, incluyendo murciélagos. Estos animales son capturados y conservados vivos hasta que el consumidor final los adquiere. Durante su estadía en los mercados y a veces también en los domicilios particulares en espera de ser sacrificados, las personas establecen el contacto necesario para la transmisión del virus. Una vez en el humano, la transmisión se establece de persona a persona con una relación de 1 a 3, es decir, cada persona infectada contagiará a otras tres. La situación se complica aún más por la alta densidad poblacional de China así como por el uso de medios de transporte masivos como los trenes y aviones, que facilitan todavía más la dispersión del virus.

El brote está todavía en desarrollo y no sabemos hasta dónde se propagará por lo que es conveniente desarrollar medidas preventivas. Lo primero es estar atentos a los comunicados oficiales, después reforzar medidas de higiene como son lavarse las manos de manera frecuente, no tocarse la cara, reducir el contacto físico innecesario como son los apretones de manos y los saludos de beso, informar lo antes posible a su servicio de salud si existen síntomas respiratorios para una correcta valoración y, por supuesto, evitar la sopa de murciélago.


Información adicional de éste y otros temas de interés: http://reivindicandoapluton.blogspot.mx