/ jueves 23 de noviembre de 2023

Sólo por ser mujer: el impuesto rosa

Angely Mariel Díaz Parrasales


"Diferencia de precios basada en género: el 'impuesto rosa' incrementa costos en productos dirigidos a mujeres, generando debate sobre equidad."

Ir de compras es más complicado de lo que parece, sobre todo cuando se trata de comparar precios para así poder escoger la mejor opción. Además, al hacer las compras, uno no es completamente consciente del precio que originalmente debería pagar por el producto en cuestión porque no se toma en cuenta que el precio final incluye impuestos, los cuales son poco perceptibles a simple vista. Sin embargo esto es sólo la punta del iceberg, ya que hacer compras, específicamente para las mujeres, es aún más difícil de lo que parece, porque después de los escenarios anteriormente planteados, para ellas se añade un escenario más, o mejor dicho, un impuesto más, únicamente por el hecho de que los productos en cuestión tienen una etiqueta o envoltura rosa y dicen ser para mujeres, cuando en realidad su uso es exactamente el mismo que el de un producto para hombres; esto es el impuesto rosa.

Este término refiere a la notoria diferencia de precios entre productos idénticos o similares diseñados para mujeres y un producto diseñado para hombres. Según diversos estudios y observaciones, esta diferencia de precios parece ser una realidad para una variedad de productos, desde productos de cuidado personal hasta juguetes y ropa.

Un claro ejemplo es el caso de los rastrillos, para lo cual se tomará en cuenta el producto: Gillete/ Presto Barba Excel. El precio unitario de un rastrillo de este modelo es de 18.83 MXN, mientras que por paquete de dos unidades es de 37.66 MXN. Este mismo modelo con la única diferencia de que el nombre incluye la palabra “rosa” (producto en cuestión: Gillete/ Presto Barba Excel Rosa), tiene un precio unitario de 18.86 MXN y por paquete de dos unidades es de 37.72 MXN. La incógnita sería si esos centavos de más marcan alguna diferencia entre el rastrillo para hombre y el de mujer: desafortunadamente, la respuesta es no.

El uso es exactamente el mismo y aunque pueda ser una diferencia poco perceptible a simple vista, si planteamos una situación hipotética en la que cada mes se compre un paquete de rastrillos, estaríamos hablando de que anualmente se pagarían 451.92 MXN por el paquete de rastrillos para hombre mientras que en el caso del paquete de rastrillos para mujer se pagarían 452.64 MXN, una diferencia de 0.72 MXN que, aunque continúa pareciendo poco significativa, si tomamos en cuenta que este impuesto se le aplica a casi todos los productos destinados a nuestro cuidado personal, ropa, calzado, por mencionar algunos ejemplos, estaríamos gastando una cantidad muchísimo más significativa al año. Según investigaciones, este precio anual estimaría 1,300 USD, lo que nos da una perspectiva de que al final, tan hipotético este caso no es.

¿Y cómo se justificaría dicha disparidad de precios? Las grandes empresas responden a esta pregunta que ese margen de diferencia entre los productos para hombres en comparación con los dirigidos al público femenino radica en los costos de producción, en el marketing y el diseño de dicho producto, no obstante no es una explicación que convenza los críticos de este impuesto y se sigue considerando a este como un sistema que perpetúa la desigualdad económica. Una disparidad de precios que en perspectiva de género toma a las mujeres como un sector vulnerable.

Expertos en el tema, así como defensores de la igualdad de género argumentan que esta práctica no únicamente refuerza los estereotipos de género, sino que también impone una carga financiera adicional a las mujeres, ya que los hombres compran los mismos productos a precios más bajos. Según un estudio de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en México los bienes femeninos cuestan en promedio 38 por ciento más que los masculinos. Esto se debe a que las empresas están aprovechando la demanda femenina de productos de belleza y cuidado personal para aumentar los precios y, por tanto, aumentar los márgenes de beneficio.

¿Qué medidas se han tomado entonces para combatir a dicho impuesto? Al menos en México, se han tomado cartas en el asunto. Por ejemplo, la Ciudad de México aprobó una ley en 2019 que prohíbe la discriminación de precios de cualquier producto o servicio por motivos de género. Además, Profeco ha lanzado una campaña de concientización para educar a los consumidores sobre esta práctica y cómo denunciarla.

Aunado a esto, en 2021, el grupo político Movimiento Ciudadano de la Cámara de Diputados buscó reformar la ley y complementarla con diversas disposiciones para abolir el llamado impuesto rosa, garantizando al mismo tiempo a las niñas, mujeres jóvenes y mujeres que menstrúan el libre acceso a la atención sanitaria y a los productos de higiene menstrual, a la salud y a la educación, trabajar y recuperar la salud. En adición a esto, se planteó eliminar el Impuesto al Valor Agregado a toallas sanitarias, tampones, copas, entre otros productos destinados a la higiene menstrual. Y si bien el camino es largo y aún falta mucho por recorrer, sobre todo si hablamos de un panorama global, este tipo de medidas facilitan la eliminación de dicho impuesto.

Algunas medidas individuales que se pueden tomar para combatir dicho impuesto son las siguientes: Si se tiene el conocimiento respecto al tema, en nuestras manos está el informar al público sobre esta disparidad de precios y sus implicaciones en la equidad de género. Otra medida sería evitar la compra de productos con diferencias de precio injustificadas, lo que podría presionar a las empresas a cambiar sus políticas, es decir, comprar un rastrillo rosa no marcará ninguna diferencia a usar uno azul, así como también podemos exigir transparencia a las empresas sobre los costos de producción para identificar si las diferencias de precios están justificadas. El cambio empieza por nosotras, es hora de lograrlo.


Angely Mariel Díaz Parrasales es alumna de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la ESCA Santo Tomás.


Angely Mariel Díaz Parrasales


"Diferencia de precios basada en género: el 'impuesto rosa' incrementa costos en productos dirigidos a mujeres, generando debate sobre equidad."

Ir de compras es más complicado de lo que parece, sobre todo cuando se trata de comparar precios para así poder escoger la mejor opción. Además, al hacer las compras, uno no es completamente consciente del precio que originalmente debería pagar por el producto en cuestión porque no se toma en cuenta que el precio final incluye impuestos, los cuales son poco perceptibles a simple vista. Sin embargo esto es sólo la punta del iceberg, ya que hacer compras, específicamente para las mujeres, es aún más difícil de lo que parece, porque después de los escenarios anteriormente planteados, para ellas se añade un escenario más, o mejor dicho, un impuesto más, únicamente por el hecho de que los productos en cuestión tienen una etiqueta o envoltura rosa y dicen ser para mujeres, cuando en realidad su uso es exactamente el mismo que el de un producto para hombres; esto es el impuesto rosa.

Este término refiere a la notoria diferencia de precios entre productos idénticos o similares diseñados para mujeres y un producto diseñado para hombres. Según diversos estudios y observaciones, esta diferencia de precios parece ser una realidad para una variedad de productos, desde productos de cuidado personal hasta juguetes y ropa.

Un claro ejemplo es el caso de los rastrillos, para lo cual se tomará en cuenta el producto: Gillete/ Presto Barba Excel. El precio unitario de un rastrillo de este modelo es de 18.83 MXN, mientras que por paquete de dos unidades es de 37.66 MXN. Este mismo modelo con la única diferencia de que el nombre incluye la palabra “rosa” (producto en cuestión: Gillete/ Presto Barba Excel Rosa), tiene un precio unitario de 18.86 MXN y por paquete de dos unidades es de 37.72 MXN. La incógnita sería si esos centavos de más marcan alguna diferencia entre el rastrillo para hombre y el de mujer: desafortunadamente, la respuesta es no.

El uso es exactamente el mismo y aunque pueda ser una diferencia poco perceptible a simple vista, si planteamos una situación hipotética en la que cada mes se compre un paquete de rastrillos, estaríamos hablando de que anualmente se pagarían 451.92 MXN por el paquete de rastrillos para hombre mientras que en el caso del paquete de rastrillos para mujer se pagarían 452.64 MXN, una diferencia de 0.72 MXN que, aunque continúa pareciendo poco significativa, si tomamos en cuenta que este impuesto se le aplica a casi todos los productos destinados a nuestro cuidado personal, ropa, calzado, por mencionar algunos ejemplos, estaríamos gastando una cantidad muchísimo más significativa al año. Según investigaciones, este precio anual estimaría 1,300 USD, lo que nos da una perspectiva de que al final, tan hipotético este caso no es.

¿Y cómo se justificaría dicha disparidad de precios? Las grandes empresas responden a esta pregunta que ese margen de diferencia entre los productos para hombres en comparación con los dirigidos al público femenino radica en los costos de producción, en el marketing y el diseño de dicho producto, no obstante no es una explicación que convenza los críticos de este impuesto y se sigue considerando a este como un sistema que perpetúa la desigualdad económica. Una disparidad de precios que en perspectiva de género toma a las mujeres como un sector vulnerable.

Expertos en el tema, así como defensores de la igualdad de género argumentan que esta práctica no únicamente refuerza los estereotipos de género, sino que también impone una carga financiera adicional a las mujeres, ya que los hombres compran los mismos productos a precios más bajos. Según un estudio de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en México los bienes femeninos cuestan en promedio 38 por ciento más que los masculinos. Esto se debe a que las empresas están aprovechando la demanda femenina de productos de belleza y cuidado personal para aumentar los precios y, por tanto, aumentar los márgenes de beneficio.

¿Qué medidas se han tomado entonces para combatir a dicho impuesto? Al menos en México, se han tomado cartas en el asunto. Por ejemplo, la Ciudad de México aprobó una ley en 2019 que prohíbe la discriminación de precios de cualquier producto o servicio por motivos de género. Además, Profeco ha lanzado una campaña de concientización para educar a los consumidores sobre esta práctica y cómo denunciarla.

Aunado a esto, en 2021, el grupo político Movimiento Ciudadano de la Cámara de Diputados buscó reformar la ley y complementarla con diversas disposiciones para abolir el llamado impuesto rosa, garantizando al mismo tiempo a las niñas, mujeres jóvenes y mujeres que menstrúan el libre acceso a la atención sanitaria y a los productos de higiene menstrual, a la salud y a la educación, trabajar y recuperar la salud. En adición a esto, se planteó eliminar el Impuesto al Valor Agregado a toallas sanitarias, tampones, copas, entre otros productos destinados a la higiene menstrual. Y si bien el camino es largo y aún falta mucho por recorrer, sobre todo si hablamos de un panorama global, este tipo de medidas facilitan la eliminación de dicho impuesto.

Algunas medidas individuales que se pueden tomar para combatir dicho impuesto son las siguientes: Si se tiene el conocimiento respecto al tema, en nuestras manos está el informar al público sobre esta disparidad de precios y sus implicaciones en la equidad de género. Otra medida sería evitar la compra de productos con diferencias de precio injustificadas, lo que podría presionar a las empresas a cambiar sus políticas, es decir, comprar un rastrillo rosa no marcará ninguna diferencia a usar uno azul, así como también podemos exigir transparencia a las empresas sobre los costos de producción para identificar si las diferencias de precios están justificadas. El cambio empieza por nosotras, es hora de lograrlo.


Angely Mariel Díaz Parrasales es alumna de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la ESCA Santo Tomás.