Bajita la mano pero nadie dijo nada del papel de Gobierno en el pasado proceso electoral y seguro van a decir mil cosas pero el Cuau se mantuvo al margen y eso hay que reconocerlo.
Y es que en sexenios anteriores la crítica periodística estuvo en gran medida enfocada a la operación que desde el ámbito oficial se hizo de los candidatos del partido en el poder.
Quién no recuerda el papel de la Secretaría de Movilidad de Graco Ramírez que dispuso a cientos de taxistas para movilizar a los simpatizantes de Jorge Messeguer, en su momento candidato frustrado a la alcaldía de Cuernavaca.
O antes, del derroche del panismo de Marco Adame para impulsar la candidatura de Adriana Vieyra a una diputación local que terminó ganando el priísta Omar Guerra.
Y por supuesto que no se merece un aplauso, pero que alguien me diga, qué hizo el Cuau para favorecer a los candidatos del Partido Encuentro Social.
Al menos su influencia no se vio reflejada en los resultados, lo que en un razonamiento inverso evidencia que la mano del Gobierno no valió en los resultados electorales.
Quizá -por el contrario- algunos dirán que ni con la lana pública pudieron ganar, pero ningún candidato con los que tuve interlocución, acusó piso disparejo en la competencia.
Ahora se viene un panorama duro para el futbolista venido a gobernante. La oposición que se consolidó en el Congreso va a ponerle marcaje personal durante la segunda mitad de su mandato y quizá es ahí donde veremos por fin, la habilidad de sus operadores políticos que no van a tener descanso.
El tiempo dirá cuál va a ser el desenlace, pero por lo pronto, para bien o para mal, los tribunales electorales no están distraídos en esos temas y para mí, eso ya es.