/ miércoles 6 de diciembre de 2023

¡Comienzo del fin de año!

Entramos de lleno a la época más significativa del año por muy diversas razones: religiosas, sociales, culturales, económicas, etc. Como quiera que se imagine usted amable lector, su origen y antecedente está inscrito en la civilización occidental que se fue delineando por varios siglos y con una fuerte raigambre religiosa. Una civilización que a muchos antoja que se va diluyendo, sobre todo por los valores que le dieron vida y van dejando de observarse para configurar una nueva que por desgracia está sostenida en una cultura de lo efímero, individualista, consumista y hedonista. Afortunadamente existen todavía reductos o enclaves de esa cultura occidental que sin ser perfecta, porque también tuvo y prevalecen atavismos poco favorables a las buenas relaciones y la sana convivencia humana, pero que sin duda contribuirán a descubrir nuevos derroteros en conjunto con lo bueno que también trae la cultura posmoderna.

En la política, no es menos escandalosa la mutación cultural que por muchos frentes insiste en desmontar la democracia en favor de ciertos autoritarismos que fácilmente podrán superar las experiencias del holocausto: la eliminación de los débiles a manos de los fuertes porque cuentan con los recursos del estado para hacerlo y no por ningún motivo honorable sino simplemente para mantenerse superiores a toda costa.

El asedio democrático que vivimos en nuestro país viene de apenas unas décadas y se va nutriendo de personas que practican la actividades políticas buscando en principio su interés personal, por supuesto en detrimento del bien de la ciudadanía toda.

Diciembre es una época propicia para considerar lo vivido en el año, sus efectos, circunstancias, obstáculos y promociones; de igual manera las instituciones han de hacerlo en función del bien que han brindado a los ciudadanos. Cuidando de no caer en un maniqueísmo estéril e improductivo que solo alimenta la sociedad el espectáculo, del chisme, del sin sentido.

Conforme van pasando los días estoy segura que usted y yo amable lector habrá de detenerse varios momentos a la reflexión y la meditación al respecto. Por lo pronto, el deseo sincero de una alegría navideña.

Entramos de lleno a la época más significativa del año por muy diversas razones: religiosas, sociales, culturales, económicas, etc. Como quiera que se imagine usted amable lector, su origen y antecedente está inscrito en la civilización occidental que se fue delineando por varios siglos y con una fuerte raigambre religiosa. Una civilización que a muchos antoja que se va diluyendo, sobre todo por los valores que le dieron vida y van dejando de observarse para configurar una nueva que por desgracia está sostenida en una cultura de lo efímero, individualista, consumista y hedonista. Afortunadamente existen todavía reductos o enclaves de esa cultura occidental que sin ser perfecta, porque también tuvo y prevalecen atavismos poco favorables a las buenas relaciones y la sana convivencia humana, pero que sin duda contribuirán a descubrir nuevos derroteros en conjunto con lo bueno que también trae la cultura posmoderna.

En la política, no es menos escandalosa la mutación cultural que por muchos frentes insiste en desmontar la democracia en favor de ciertos autoritarismos que fácilmente podrán superar las experiencias del holocausto: la eliminación de los débiles a manos de los fuertes porque cuentan con los recursos del estado para hacerlo y no por ningún motivo honorable sino simplemente para mantenerse superiores a toda costa.

El asedio democrático que vivimos en nuestro país viene de apenas unas décadas y se va nutriendo de personas que practican la actividades políticas buscando en principio su interés personal, por supuesto en detrimento del bien de la ciudadanía toda.

Diciembre es una época propicia para considerar lo vivido en el año, sus efectos, circunstancias, obstáculos y promociones; de igual manera las instituciones han de hacerlo en función del bien que han brindado a los ciudadanos. Cuidando de no caer en un maniqueísmo estéril e improductivo que solo alimenta la sociedad el espectáculo, del chisme, del sin sentido.

Conforme van pasando los días estoy segura que usted y yo amable lector habrá de detenerse varios momentos a la reflexión y la meditación al respecto. Por lo pronto, el deseo sincero de una alegría navideña.