/ martes 10 de noviembre de 2020

Corrupción ¿y lo demás?

La corrupción es una de las mayores afrentas a la sociedad mexicana, eso demuestran las encuestas, los resultados de múltiples elecciones, y la centralidad en el diálogo social de los temas de corrupción política ligada al uso inadecuado de recursos públicos, enriquecimiento de figuras en el poder o conectadas con ellas, y otras formas de obtención inmoral de riquezas. Por supuesto, esta es apenas una cara de la corrupción, la más evidente y por lo mismo la que mayor escándalo provoca.

Pero la corrupción no es el único problema de Morelos, a pesar de lo indignante que resulta siempre. La abundancia de casos en que funcionarios o ex funcionarios públicos trasquilaron al erario es de escándalo en un estado cuya situación económica es terrible desde hace años. Uno pensaría que en un Morelos en quiebra técnica los episodios de desfalco serían menores, más discretos, pero no es así, pareciera que las prácticas inmorales e ilegales en el uso de los recursos públicos son generalizadas. Lo mismo en el gobierno estatal que en el federal y en los municipios, el estado padece diariamente tranzas de todos los niveles, desde la modesta mordida al policía de tránsito o al burócrata de ventanilla, hasta la danza de millones de pesos en obra pública, programas sociales, apoyos “directos”, en fin. Se trata de un ambiente terrible que pervive desde hace décadas, y la peor noticia, es que la corrupción no es único problema, y quizá tampoco sea el más grave que aqueja a la entidad.

La altísima criminalidad, el falta de empleos, la crisis sanitaria, el alejamiento entre sociedad y políticos, los crecientes índices de pobreza, el bajo rendimiento educativo, los altos índices de contagios y muertes por Covid-19, la falta de una cultura política de construcción de acuerdos, entre otros son problemas que podrían superar al de la corrupción, porque en alguna medida la potencian, y en otra son resultados de la misma. De hecho, todos estos problemas y muchos otros que podrían enumerarse, están profundamente asociados, forman un sistema en que la presencia de uno está profundamente ligada a las de los otros. Pese a ello, los actores políticos, los medios de comunicación, la academia, las legislaciones, suelen tratarlos por separado en un intento por facilitar su comprensión. Pero incluso el más coyuntural, la crisis sanitaria por Covid, por ejemplo, está condicionado por los otros en los que también influye.

El reto para cualquier administración que se enfrente a un sistema de problemas como éste, es diseñar políticas que puedan considerar la relación entre, por ejemplo, la corrupción en el Coruco Díaz y las fallas en el aprovechamiento académico, y el aumento de casos de Covid-19; porque sólo de ese modo es posible tratarlos todos en conjunto; con el dato extra de que sólo un tratamiento global permite que se ataque cada uno de los problemas con resultados positivos. Pero pareciera que las administraciones públicas tienen planteamientos monográficos para cada asunto, ese carácter aislacionista acaba con las perspectivas de desarrollo y contribuye a la larga colección de fracasos.


@martinelllito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La corrupción es una de las mayores afrentas a la sociedad mexicana, eso demuestran las encuestas, los resultados de múltiples elecciones, y la centralidad en el diálogo social de los temas de corrupción política ligada al uso inadecuado de recursos públicos, enriquecimiento de figuras en el poder o conectadas con ellas, y otras formas de obtención inmoral de riquezas. Por supuesto, esta es apenas una cara de la corrupción, la más evidente y por lo mismo la que mayor escándalo provoca.

Pero la corrupción no es el único problema de Morelos, a pesar de lo indignante que resulta siempre. La abundancia de casos en que funcionarios o ex funcionarios públicos trasquilaron al erario es de escándalo en un estado cuya situación económica es terrible desde hace años. Uno pensaría que en un Morelos en quiebra técnica los episodios de desfalco serían menores, más discretos, pero no es así, pareciera que las prácticas inmorales e ilegales en el uso de los recursos públicos son generalizadas. Lo mismo en el gobierno estatal que en el federal y en los municipios, el estado padece diariamente tranzas de todos los niveles, desde la modesta mordida al policía de tránsito o al burócrata de ventanilla, hasta la danza de millones de pesos en obra pública, programas sociales, apoyos “directos”, en fin. Se trata de un ambiente terrible que pervive desde hace décadas, y la peor noticia, es que la corrupción no es único problema, y quizá tampoco sea el más grave que aqueja a la entidad.

La altísima criminalidad, el falta de empleos, la crisis sanitaria, el alejamiento entre sociedad y políticos, los crecientes índices de pobreza, el bajo rendimiento educativo, los altos índices de contagios y muertes por Covid-19, la falta de una cultura política de construcción de acuerdos, entre otros son problemas que podrían superar al de la corrupción, porque en alguna medida la potencian, y en otra son resultados de la misma. De hecho, todos estos problemas y muchos otros que podrían enumerarse, están profundamente asociados, forman un sistema en que la presencia de uno está profundamente ligada a las de los otros. Pese a ello, los actores políticos, los medios de comunicación, la academia, las legislaciones, suelen tratarlos por separado en un intento por facilitar su comprensión. Pero incluso el más coyuntural, la crisis sanitaria por Covid, por ejemplo, está condicionado por los otros en los que también influye.

El reto para cualquier administración que se enfrente a un sistema de problemas como éste, es diseñar políticas que puedan considerar la relación entre, por ejemplo, la corrupción en el Coruco Díaz y las fallas en el aprovechamiento académico, y el aumento de casos de Covid-19; porque sólo de ese modo es posible tratarlos todos en conjunto; con el dato extra de que sólo un tratamiento global permite que se ataque cada uno de los problemas con resultados positivos. Pero pareciera que las administraciones públicas tienen planteamientos monográficos para cada asunto, ese carácter aislacionista acaba con las perspectivas de desarrollo y contribuye a la larga colección de fracasos.


@martinelllito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx