El retorno al Mictlán

En la época previa a la invasión española, en Morelos era muy diversa la forma en que se realizaban los entierros; en las cistas encontradas en Tlayacapan se colocaban alimentos en vasijas en el momento que el cuerpo era inhumado, parecido a la tradición de ofrendas en la actualidad.

El arqueólogo Raúl Francisco González Quesada comentó que el tema de la muerte en época previa a la invasión española es muy amplio, muy extenso, pero del periodo que cuentan con más elementos que les permiten conocer cuál era parte del sistema de valores y cómo se conceptualizaba la muerte es la época más inmediata a la llegada de los españoles, la que llaman el postclásico tardío; para el caso de Morelos sería entre 1438 y 1521.

En la época previa la invasión española la muerte era considera como un tema de ciclo que se cerraba para conectarse justamente con el inicio de otro.

Raúl Francisco González mencionó que cuando la persona moría, se hacían rituales diversos, como desmembramientos, tratamiento de diversas partes del cuerpo, el enteramiento, la incineración para posterior enterramiento de las cenizas o los restos triturados de los huesos que quedaban después de la práctica.

Al ser enterrados se consideraban como el retorno al Mictlán; es decir, al inframundo en donde el sujeto iba a ser parte de este renacimiento, porque la tierra, que es la que come a los difuntos, también es de donde emana el sustento del hombre, es decir el maíz, explicó.

Entonces el ser enterrado es esta idea cíclica de ser de alguna manera sembrado, para que de ahí, de la tierra misma, emerja el sustento del ser humano, dijo el arqueólogo del Centro INAH Morelos.

Destacó que la forma o configuración en que eran enterado los muertos previos a la invasión española en Morelos es muy diversa, no se seguía un solo patrón, en algunos casos se hacían unas tipo tumbas, llamadas cistas, a base de piedras, adobes, donde le eran colocadas ofrendas en vasijas, sobre todo en Tlayacapan.

De acuerdo con los estudios que han realizado, se trata de entierros de hace 2 mil años, las ofrendas en vasijas se instalaban en donde el cuerpo era inhumado, una idea parecida a como actualmente son las ofrendas de Día de Muertos.

El arqueólogo indicó que en algunos entierros sí encontraron a los muertos junto con un perro, pero también con otros animales, como guajolotes; localizaron en cuevas secas de Ticumán a un pequeño niño momificado y a su lado un pequeño perro, envueltos en un petate.

González Quesada dijo que de acuerdo con lo que han encontrado y han podido estudiar, existía un desmembramiento postmortem, habían un seccionamiento del cuerpo, unos fragmentos eran utilizados en rituales, pero los demás restos eran llevados a otros lados, y no han podido definir con exactitud cuál era el destino de esos restos.

Con la llegada de los españoles, teniendo el dominio del control el clero, los entierros eran enterrados en los atrios de las Iglesias, y la colocación del cuerpo era en atención a los cánones católicos, extendido, con el rostro hacia arriba, los pies al oriente, considerando que cuando llegue la Nueva Jerusalén, estén listos para el día del juicio final y puedan levantarse de frente.