/ lunes 25 de enero de 2021

Lo que importa en la vida

Las Vueltas que da la Vida

Decía Gabriel García Márquez: “Lo que importa en la vida no es lo que te sucede sino lo que recuerdas y cómo lo recuerdas”. Y es verdad aunque yo le añadiría al final una última frase…y cómo lo platicas.

∝Pues bien, en este tema, mucho tiene que ver el sentido que cada uno le de a su vida así es que en lugar del ¿Porqué estamos aquí? ¿O qué es la vida? Yo la cambiaría por: ¿Qué significado le damos cada uno a nuestra propia vida? Esto para no meternos en una interminable variedad de ensayos, de estudios filosóficos, científicos, psicológicos y teológicos que a veces, perdón, pero son muy engorrosos así es que yo me inclino por abordar esta última pregunta desde el punto de vista humano y literario y es que de verdad si acudimos a reflexiones éticas-religiosas o filosóficas corremos el riesgo de pensar en la inutilidad misma de la vida. Y aquí, otra vez perdón pero regreso a las cuestiones del alma o del corazón, acuérdense que para mí es lo aprendido: “lo más íntimo es lo más general” y verán porqué lo digo.

Aquí entre nos, cuando tenía yo 16 años, ante la certeza de un grave mal, el oncólogo luego de leer el resultado de la biopsia, les dijo a mis padres: “Hoy se interna su hija en un hospital y mañana a las siete de la mañana la opero”. Y volteándose a mi, me dijo: “Te juro Lya que haré lo todo lo posible por salvarte la pierna”. Ya en el hospital traté de restar importancia al asunto aunque al orinar esa noche (salió de color de refresco de cola de nervios, me dirían después) y les pedí a mis preocupados padres que se fueran a casa y me dejaran dormir sin compañía alguna en el cuarto. Que ya los vería al día siguiente al despertar de la anestesia.

Y al quedar sola, en ese momento único de encuentro conmigo misma, hablé con Dios, aclaro, no él conmigo, sino yo con él o con lo que se considere que es Dios. Y le dije: “Dios mío, si me llevas en estos momentos, no tuvo caso que me dieras la vida. No sé a qué vine ni me he realizado en ningún aspecto. Permíteme hacerlo y ya después, no tendré, te lo prometo para mí misma, ninguna petición que hacerte”. Y al cabo de varias décadas, sigo aquí, queridos lectores.

Ayer cumplí un espléndido año más, mi amiga Marinela Gándara al felicitarme me dijo “no digas cuántos cumples porque tienes los que representas”. Hago aquí un aparte para agradecer toda clase de felicitaciones, mañanitas en francés de mi Eleo y su guapo marido lyones, un improvisado dueto de mi ya, al fin, querido exmarido Andrés con su encantadora esposa desde México, otras con mariachis, con bandas y tríos, o a violín tocado por un gran científico Edmundo Calva o el regalo de mi amiga mía consistente en enviarme una de las últimas canciones de Elvis Presley cantada por él, I need your love, sentado tocando el piano casi a capella con su maravillosa voz y las miradas llorosas de los miles y miles de asistentes, la sala de conciertos en Las Vegas para diez mil personas lucía abarrotada, pues enfermo ya, adivinaban su inminente final; recibí tantos cálidos mensajes cargados de cariño y amistad en todos los chats: el de la Corresponsalía Cuernavaca del SCM, el de la Academia de Letras Juan Rueda Ortiz, el del Grupo Empresarial Morelos, el de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; de mis amigos del Grupo de Ex Alumnos de la UNAM, el de las Ex Alumnas del Instituto Miguel Ángel y tantas llamadas telefónicas como nunca había yo recibido amér de flores, flores y más flores. Y lo mejor, los encuentros que este encierro nos ha traído, encuentros que hacía tiempo había yo perdido contacto. Y son esas amistades de toda la vida y las nuevas las que valoro enormente. A lo largo de mi vida, queridos lectores, me realicé como hija, lo único que lamento es que mis padres se fueron en un mal momento de mi vida sin poder retribuirles a mis adorados viejitos más que con mi cariño, el amor y la educación que me brindaron. Y sigo con mi relato: Realizada como mujer y muy felizmente como madre, luego de muchos titubeos acerca de si estudiar Cultura Egipcia, Antropología, Arqueología, Historia o Periodismo, ¡ah! Y en mi adolescencia, pretender irme de misionera religiosa, al fin encontré en todas esas disciplinas, mi vocación final: la de estudiar nuestro pasado histórico, difundirlo y al mismo tiempo encontrar la parte de mis raíces en toda una maraña de mezcla de nacionalidades la que era más desconocida para mí: mi orgulloso “cachito” de sangre tlahuica que heredé por mi rama paterna, del padre de mi padre y así hasta llegar al siglo XVII y que debido a la investigación del erudito Miguel Ángel Betanzos, me emociona saber que los tlahuicas descienden de los toltecas. ¿Se imaginan? ¡Qué regalo de cumpleaños me dio nuestro querido amigo! Intuir que dentro de mi existe, aunque de manera pequeñísima, parte de esa mítica civilización... Y desde luego al platicar mis titubeos juveniles acerca del destino de mi vida y el que por indicaciones paterna y materna opté por el matrimonio con una excelente persona, Alejandro Chao Barona me respondió: “Y qué querías Lya, que tu padre te dejara hacer lo que querías, si ni tú sabías cuál era realmente tu vocación”.

Pero eso sí, queridos amigos lectores, les puedo asegurar que si algo me ha acompañado toda mi vida es mi enamoramiento de los buenos libros y del príncipe Andrei de La Guerra y la Paz a la par que del legendario hombre, sacerdote, dios Quetzalcóatl, así, mientras crecía en edad fui recorriendo y estudiando las distintas corrientes y ahora, luego de un largo, larguísimo recorrido, llevo en mi corazón un poco de todo lo que yo quería ser y estudiar de jovencita, siempre optando por ver bella la vida, en tal sentido, un mensaje que que me envió mi amiga Tere de la Vega sobre las distintas concepciones de la vida de dos grandes: el alemán Federico Nietzche (1844-19009) y el chino Lao-Tsé, filósofo, pensador y sabio creador del Taoísmo, es que para el filósofo alemán el mundo está mal y nuestro trabajo es tratar de cambiarlo mientras que para Lao-Tsé, nombre que en chino significa literalmente “viejo maestro”: El mundo está bien y nuestro trabajo es disfrutar de él”. Mientras que para Nietzche “la vida de lejos es una tragedia y de cerca un chiste”, para Lao-Tsé, “la vida se vuelve fácil cuando aceptas el mundo tal y cómo es”. Y va otra diferencia entre ambos: mientras que para Nietzsche “la humanidad es la cuerda para llegar al super hombre”, para Lao-Tsé en cambio “la humanidad no necesita crear líderes, necesita crear una sociedad de amor mutuo para encontrar la paz colectiva”. Desde luego queridos amigos, con mucho, yo me quedo con los conceptos de este pensador chino, autor del Tao Te Ching, la esencia misma del taoísmo. Y, bueno, después de recibir tantas felicitaciones como nunca he recibido, haré un ejercicio recomendado por mi querido doctor Alejandro Montalvo, el que me dijo aquel lejano día en la sala de urgencias de un hospital: “¡Quiérete!”. Y en lugar de decir son inmerecidas tantas felicitaciones y bonitas palabras, las cambio con firmeza, amor y gratitud y así digo a todos: Gracias queridos amigos, sí las merezco porque a pesar de las imperfecciones inherentes al ser humano en general y gracias al recorrido que hice a lo largo de tantas décadas, esto es lo que ahora yo soy y ahora recibo. Y hasta el próximo lunes.

Decía Gabriel García Márquez: “Lo que importa en la vida no es lo que te sucede sino lo que recuerdas y cómo lo recuerdas”. Y es verdad aunque yo le añadiría al final una última frase…y cómo lo platicas.

∝Pues bien, en este tema, mucho tiene que ver el sentido que cada uno le de a su vida así es que en lugar del ¿Porqué estamos aquí? ¿O qué es la vida? Yo la cambiaría por: ¿Qué significado le damos cada uno a nuestra propia vida? Esto para no meternos en una interminable variedad de ensayos, de estudios filosóficos, científicos, psicológicos y teológicos que a veces, perdón, pero son muy engorrosos así es que yo me inclino por abordar esta última pregunta desde el punto de vista humano y literario y es que de verdad si acudimos a reflexiones éticas-religiosas o filosóficas corremos el riesgo de pensar en la inutilidad misma de la vida. Y aquí, otra vez perdón pero regreso a las cuestiones del alma o del corazón, acuérdense que para mí es lo aprendido: “lo más íntimo es lo más general” y verán porqué lo digo.

Aquí entre nos, cuando tenía yo 16 años, ante la certeza de un grave mal, el oncólogo luego de leer el resultado de la biopsia, les dijo a mis padres: “Hoy se interna su hija en un hospital y mañana a las siete de la mañana la opero”. Y volteándose a mi, me dijo: “Te juro Lya que haré lo todo lo posible por salvarte la pierna”. Ya en el hospital traté de restar importancia al asunto aunque al orinar esa noche (salió de color de refresco de cola de nervios, me dirían después) y les pedí a mis preocupados padres que se fueran a casa y me dejaran dormir sin compañía alguna en el cuarto. Que ya los vería al día siguiente al despertar de la anestesia.

Y al quedar sola, en ese momento único de encuentro conmigo misma, hablé con Dios, aclaro, no él conmigo, sino yo con él o con lo que se considere que es Dios. Y le dije: “Dios mío, si me llevas en estos momentos, no tuvo caso que me dieras la vida. No sé a qué vine ni me he realizado en ningún aspecto. Permíteme hacerlo y ya después, no tendré, te lo prometo para mí misma, ninguna petición que hacerte”. Y al cabo de varias décadas, sigo aquí, queridos lectores.

Ayer cumplí un espléndido año más, mi amiga Marinela Gándara al felicitarme me dijo “no digas cuántos cumples porque tienes los que representas”. Hago aquí un aparte para agradecer toda clase de felicitaciones, mañanitas en francés de mi Eleo y su guapo marido lyones, un improvisado dueto de mi ya, al fin, querido exmarido Andrés con su encantadora esposa desde México, otras con mariachis, con bandas y tríos, o a violín tocado por un gran científico Edmundo Calva o el regalo de mi amiga mía consistente en enviarme una de las últimas canciones de Elvis Presley cantada por él, I need your love, sentado tocando el piano casi a capella con su maravillosa voz y las miradas llorosas de los miles y miles de asistentes, la sala de conciertos en Las Vegas para diez mil personas lucía abarrotada, pues enfermo ya, adivinaban su inminente final; recibí tantos cálidos mensajes cargados de cariño y amistad en todos los chats: el de la Corresponsalía Cuernavaca del SCM, el de la Academia de Letras Juan Rueda Ortiz, el del Grupo Empresarial Morelos, el de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; de mis amigos del Grupo de Ex Alumnos de la UNAM, el de las Ex Alumnas del Instituto Miguel Ángel y tantas llamadas telefónicas como nunca había yo recibido amér de flores, flores y más flores. Y lo mejor, los encuentros que este encierro nos ha traído, encuentros que hacía tiempo había yo perdido contacto. Y son esas amistades de toda la vida y las nuevas las que valoro enormente. A lo largo de mi vida, queridos lectores, me realicé como hija, lo único que lamento es que mis padres se fueron en un mal momento de mi vida sin poder retribuirles a mis adorados viejitos más que con mi cariño, el amor y la educación que me brindaron. Y sigo con mi relato: Realizada como mujer y muy felizmente como madre, luego de muchos titubeos acerca de si estudiar Cultura Egipcia, Antropología, Arqueología, Historia o Periodismo, ¡ah! Y en mi adolescencia, pretender irme de misionera religiosa, al fin encontré en todas esas disciplinas, mi vocación final: la de estudiar nuestro pasado histórico, difundirlo y al mismo tiempo encontrar la parte de mis raíces en toda una maraña de mezcla de nacionalidades la que era más desconocida para mí: mi orgulloso “cachito” de sangre tlahuica que heredé por mi rama paterna, del padre de mi padre y así hasta llegar al siglo XVII y que debido a la investigación del erudito Miguel Ángel Betanzos, me emociona saber que los tlahuicas descienden de los toltecas. ¿Se imaginan? ¡Qué regalo de cumpleaños me dio nuestro querido amigo! Intuir que dentro de mi existe, aunque de manera pequeñísima, parte de esa mítica civilización... Y desde luego al platicar mis titubeos juveniles acerca del destino de mi vida y el que por indicaciones paterna y materna opté por el matrimonio con una excelente persona, Alejandro Chao Barona me respondió: “Y qué querías Lya, que tu padre te dejara hacer lo que querías, si ni tú sabías cuál era realmente tu vocación”.

Pero eso sí, queridos amigos lectores, les puedo asegurar que si algo me ha acompañado toda mi vida es mi enamoramiento de los buenos libros y del príncipe Andrei de La Guerra y la Paz a la par que del legendario hombre, sacerdote, dios Quetzalcóatl, así, mientras crecía en edad fui recorriendo y estudiando las distintas corrientes y ahora, luego de un largo, larguísimo recorrido, llevo en mi corazón un poco de todo lo que yo quería ser y estudiar de jovencita, siempre optando por ver bella la vida, en tal sentido, un mensaje que que me envió mi amiga Tere de la Vega sobre las distintas concepciones de la vida de dos grandes: el alemán Federico Nietzche (1844-19009) y el chino Lao-Tsé, filósofo, pensador y sabio creador del Taoísmo, es que para el filósofo alemán el mundo está mal y nuestro trabajo es tratar de cambiarlo mientras que para Lao-Tsé, nombre que en chino significa literalmente “viejo maestro”: El mundo está bien y nuestro trabajo es disfrutar de él”. Mientras que para Nietzche “la vida de lejos es una tragedia y de cerca un chiste”, para Lao-Tsé, “la vida se vuelve fácil cuando aceptas el mundo tal y cómo es”. Y va otra diferencia entre ambos: mientras que para Nietzsche “la humanidad es la cuerda para llegar al super hombre”, para Lao-Tsé en cambio “la humanidad no necesita crear líderes, necesita crear una sociedad de amor mutuo para encontrar la paz colectiva”. Desde luego queridos amigos, con mucho, yo me quedo con los conceptos de este pensador chino, autor del Tao Te Ching, la esencia misma del taoísmo. Y, bueno, después de recibir tantas felicitaciones como nunca he recibido, haré un ejercicio recomendado por mi querido doctor Alejandro Montalvo, el que me dijo aquel lejano día en la sala de urgencias de un hospital: “¡Quiérete!”. Y en lugar de decir son inmerecidas tantas felicitaciones y bonitas palabras, las cambio con firmeza, amor y gratitud y así digo a todos: Gracias queridos amigos, sí las merezco porque a pesar de las imperfecciones inherentes al ser humano en general y gracias al recorrido que hice a lo largo de tantas décadas, esto es lo que ahora yo soy y ahora recibo. Y hasta el próximo lunes.

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