Rojo oriental y patriótico

Mirar hacia adentro

Rodolfo Candelas

  · martes 3 de septiembre de 2019

Al sur del oriente morelense se encuentra Tepalcingo, cuya feria es la segunda más grande de la República. Una de las comunidades que lo integran es San Miguel Ixtlico el Grande, donde cada 16 de septiembre se lleva a cabo el alucinante “Simulacro de los Mecos” en el que se escenifica y celebra su versión de la Guerra de Independencia.

Le llaman simulacro, porque es “de mentiritas”, y de los Mecos, porque así llaman al contingente de “indios” que batallan contra los españoles. Todo inicia temprano con un desfile por las calles del pueblo en el que participan: autoridades; carros alegóricos y caballos con personajes históricos; la Reina de las Fiestas Patrias y el Rey de España, -con capas de terciopelo, coronas y cetros- y sus españoles, -pocos, pues obviamente casi nadie quiere ser de ese bando- distinguidos por portar un mosquete de salva y usar un sombrero tejano cubierto de flores de papel de colores y cintas que cuelgan por la parte trasera; tres jovencitas representando a la Patria, la Libertad y la América, ataviadas con penacho, pectoral, falda corta y sandalias, portando arco, flechas y estandartes, encabezan el contingente de los Mecos, que como seña principal van cubiertos del almagre obtenido de la tierra roja, el mismo que se utiliza en la alfarería de Telixtac, y pueden llevar ropa hecha tiras, a manera de flecos, ropa normal o un traje de Apache de cartón y papel en los colores de la bandera, seguidos de la banda del pueblo. Todos se congregan después en la cancha de la Ayudantía donde se hacen las presentaciones formales y comienza, en círculos, la danza de los Mecos, a los que se unen niños, jóvenes y adultos caracterizados como ellos, para danzar enarbolando banderas, mientras los reyes, -en su trono- y sus españoles, los contemplan sentados. Los pobladores y visitantes se ubican en el graderío, que se llena desde muy temprano.

Esta misma celebración se lleva a cabo en Minneapolis, Minnesota, principal lugar al que emigran los sanmiguelenses. Hace varios años, vino por primera vez “el gringo” que les presta un predio donde allá llevan a cabo esta celebración. Casado con una sanmiguelense, fue muy bien recibido, ataviado y cubierto profusamente con almagre entre bromas, risas y mucho alcohol; un bautizo señalándolo como uno más de ellos.

De allí, todos en procesión llena de algarabía se dirigen al convite, donde se ofrece a todos el chilate (caldo de res con chile, verduras y hierbas) para después trasladarse al llamado Cerro de los Mecos, donde la batalla toma lugar y de la cual les platicaré en la próxima entrega.

TEMAS