/ jueves 23 de mayo de 2019

Resistentes y combativos

Diócesis de Cuernavaca

La noche es el sitio donde debemos irrumpir para existir. Siempre olvidamos que lo esencial, la luz, sólo aparece si vivimos de cara a la noche y al mal, si vivimos resistiendo a la más profunda de las sombras. Hay que arrebatarle el bien al mal; hay que resistir la noche y recuperarse de nuevo para el día; hay que ser luz en la muerte

Javier Sicilia, El Fondo de la noche

Cada vez que nos acercamos como sacerdotes al corazón de la gente para escuchar sus dolores, especialmente de quienes han sido víctimas de la violencia desatada por el crimen organizado, es devastador encontrar un sufrimiento pulsante por el traumatizante suceso acontecido, sintiendo en nosotros una profunda indignación e impotencia de ver que el proceso sanador llevará un tiempo indefinido para recobrar un equilibrio emocional de la persona.

Tenemos la esperanza cierta de que Cristo víctima también de las violencias humanas, se hace presente como un Dios que sabe de nuestros pesares, pero en nuestro corazón de pastor se llena de incertidumbre al ver cómo esta violencia se vuelve incontenible para nuestras autoridades, cuando estas violencias se han vuelto los nuevos Nerones que incendian nuestras ciudades de sangre, miedo y tragedia.

Hemos reflexionado constantemente de manera multidisciplinaria este fenómeno demencial de descomposición social en la que nos encontramos, y desde la luz de la revelación, creemos en la promesa del Señor resucitado, de devolvernos la paz verdadera, él como vencedor del poder de las oscuridades más infrahumanas e injustas del corazón pervertido del ser humano. Estamos confiados en su intercesión, así como la sabiduría para poder generar procesos de transformación para nuestras comunidades heridas.

Pero de sobre todos los análisis realizados, llama la atención el constructo social de una narrativa del crimen que se ha mediatizado como una cultura social de estas generaciones, tenemos por tanto el deber ético de revertir esta escalada de un imaginario de lo demoniaco comercializado en los medios de comunicación. Nuestras noticias se han vuelto la mediatización de la maldad, y se oculta o rezaga las obras de redención, tenemos también la obligación de ser pregoneros del bien, el cual no ha dejado ni cesará de existir como ese retoño que renace en la pradera incendiada, el bien siempre germina, es imposible extinguirlo, pervive afanosamente a pesar de la acechanza constante de la malignidad humana.

Ni los campos de concentración en su estructura maléfica de exterminar no sólo el cuerpo sino el alma del ser humano pudieron lograrlo, tampoco este estado de indefensión de la criminalidad del narcopoder podrán hacerlo; esta noche oscura dará un nuevo amanecer a nuestra nación, pero tenemos la exigencia civil de hacer una resistencia espiritual, ser creativamente combativos frente a este Leviatán amenazador.

¿Cómo revirar esta mentalidad enfermiza emponzoñada en la sociedad? Regresando al fortalecimiento de nuestras formaciones espirituales, tenemos que ser humildes para reconocer socialmente que sin Dios, la humanidad se descompone, tener entonces la tenacidad para emprender nuevas conductas de comportamiento integral, incluyendo la dimensión espiritual, si no, el corazón humano queda engreídamente desenfrenado en sus pasiones. La realidad está siendo devastadoramente clara: si nuestras generaciones no retoman una concepción espiritual estamos al borde de mayores atrocidades. Examinemos y revisemos nuestra conducta, y volvamos al Señor, levantemos con las manos el corazón al Dios del cielo (Lam3, 40)

Ahora más que nunca, les invito a todas las familias cristianas, a tener un mayor acercamiento a la iglesia de su comunidad, a buscar las fuentes sacramentales que Cristo nos dejo para darnos su paz que nada ni nadie nos puede quitar, a buscar el cobijo protector de nuestra Madre María para que su intercesión sea constante, a buscar la confesión y la lectura de la sagrada escritura; aquí esta su iglesia al pie de la cruz, aquí están sus sacerdotes y su comunidad parroquial; que estás sean nuestras trincheras para nuestra resistencia combativa. Hijos queridos no están solos, la iglesia peregrina de Morelos camina con su pueblo.

La noche es el sitio donde debemos irrumpir para existir. Siempre olvidamos que lo esencial, la luz, sólo aparece si vivimos de cara a la noche y al mal, si vivimos resistiendo a la más profunda de las sombras. Hay que arrebatarle el bien al mal; hay que resistir la noche y recuperarse de nuevo para el día; hay que ser luz en la muerte

Javier Sicilia, El Fondo de la noche

Cada vez que nos acercamos como sacerdotes al corazón de la gente para escuchar sus dolores, especialmente de quienes han sido víctimas de la violencia desatada por el crimen organizado, es devastador encontrar un sufrimiento pulsante por el traumatizante suceso acontecido, sintiendo en nosotros una profunda indignación e impotencia de ver que el proceso sanador llevará un tiempo indefinido para recobrar un equilibrio emocional de la persona.

Tenemos la esperanza cierta de que Cristo víctima también de las violencias humanas, se hace presente como un Dios que sabe de nuestros pesares, pero en nuestro corazón de pastor se llena de incertidumbre al ver cómo esta violencia se vuelve incontenible para nuestras autoridades, cuando estas violencias se han vuelto los nuevos Nerones que incendian nuestras ciudades de sangre, miedo y tragedia.

Hemos reflexionado constantemente de manera multidisciplinaria este fenómeno demencial de descomposición social en la que nos encontramos, y desde la luz de la revelación, creemos en la promesa del Señor resucitado, de devolvernos la paz verdadera, él como vencedor del poder de las oscuridades más infrahumanas e injustas del corazón pervertido del ser humano. Estamos confiados en su intercesión, así como la sabiduría para poder generar procesos de transformación para nuestras comunidades heridas.

Pero de sobre todos los análisis realizados, llama la atención el constructo social de una narrativa del crimen que se ha mediatizado como una cultura social de estas generaciones, tenemos por tanto el deber ético de revertir esta escalada de un imaginario de lo demoniaco comercializado en los medios de comunicación. Nuestras noticias se han vuelto la mediatización de la maldad, y se oculta o rezaga las obras de redención, tenemos también la obligación de ser pregoneros del bien, el cual no ha dejado ni cesará de existir como ese retoño que renace en la pradera incendiada, el bien siempre germina, es imposible extinguirlo, pervive afanosamente a pesar de la acechanza constante de la malignidad humana.

Ni los campos de concentración en su estructura maléfica de exterminar no sólo el cuerpo sino el alma del ser humano pudieron lograrlo, tampoco este estado de indefensión de la criminalidad del narcopoder podrán hacerlo; esta noche oscura dará un nuevo amanecer a nuestra nación, pero tenemos la exigencia civil de hacer una resistencia espiritual, ser creativamente combativos frente a este Leviatán amenazador.

¿Cómo revirar esta mentalidad enfermiza emponzoñada en la sociedad? Regresando al fortalecimiento de nuestras formaciones espirituales, tenemos que ser humildes para reconocer socialmente que sin Dios, la humanidad se descompone, tener entonces la tenacidad para emprender nuevas conductas de comportamiento integral, incluyendo la dimensión espiritual, si no, el corazón humano queda engreídamente desenfrenado en sus pasiones. La realidad está siendo devastadoramente clara: si nuestras generaciones no retoman una concepción espiritual estamos al borde de mayores atrocidades. Examinemos y revisemos nuestra conducta, y volvamos al Señor, levantemos con las manos el corazón al Dios del cielo (Lam3, 40)

Ahora más que nunca, les invito a todas las familias cristianas, a tener un mayor acercamiento a la iglesia de su comunidad, a buscar las fuentes sacramentales que Cristo nos dejo para darnos su paz que nada ni nadie nos puede quitar, a buscar el cobijo protector de nuestra Madre María para que su intercesión sea constante, a buscar la confesión y la lectura de la sagrada escritura; aquí esta su iglesia al pie de la cruz, aquí están sus sacerdotes y su comunidad parroquial; que estás sean nuestras trincheras para nuestra resistencia combativa. Hijos queridos no están solos, la iglesia peregrina de Morelos camina con su pueblo.

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