/ miércoles 22 de mayo de 2024

Seguridad, elecciones y votos por contar

Por Julio César Macés

Se dice que el crimen organizado siempre vota y que vota primero, pero no necesariamente es por la vía de financiar campañas o asesinar candidatos. Sus muertos, sus tranzas y su andar cotidiano moldea el discurso de los candidatos a cargos de elección popular. Las andanzas de los criminales, más allá de la mítica que siempre se genera en la cultura popular, marcan la agenda de muchas elecciones a nivel global. Particularmente esto se puede observar en los procesos electorales de Latinoamérica en 2024.

El presidente Bukele logró ganar su reelección en El Salvador gracias a su discurso de seguridad. Los pasados comicios del 5 de febrero fueron un simple trámite para el bukelato y su 90% de aprobación. Una mezcla entre hartazgo ciudadano, auge criminal y autoritarismo de vieja guardia impulsaron un nuevo mandato inconstitucional, violador de derechos humanos y dispuesto a todo para perpetuarse. El pueblo salvadoreño cansado de vivir con violencia abrió la puerta y entregó las llaves de su democracia a un individuo que identificó perfectamente que la variable de seguridad gana elecciones.

Panamá vivió un proceso electoral el 5 de mayo, en el que se impuso José Raúl Mulino como nuevo presidente, quien fuera ministro de seguridad del gobierno saliente. Mulino alcanzó la victoria gracias a dos promesas, pero principalmente con su propuesta de cerrar el tapón del Darién. Este pedazo de jungla, ubicada entre la frontera de Panamá y Colombia ha visto pasar en lo que va de 2024 a más de 120 mil personas en su camino a Estados Unidos. La migración al Darién ha crecido exponencialmente en los últimos años, así como la presencia del crimen organizado que explota a los migrantes y desarrolla una economía criminal en la zona. Mulino pretende cumplir esta promesa que puede resultar electoralmente muy atractiva y con resultados aparentemente rápidos, pero la idea es poco viable y muy peligrosa, ya que es posible que se abran nuevas rutas controladas por el crimen más lucrativas y silenciosas. La economía criminal motivó a un electorado preocupado por la migración a elegir un presidente con soluciones atractivas al oído, pero que tendrán consecuencias mortales para muchos.

La ruta electoral que culmina el 2 de junio en México para elegir nuevo presidente está trazada por la violencia. El crimen organizado no vota exclusivamente financiando campañas, intimidando y asesinando candidatos. El crimen organizado vota cuando las personas tienen miedo al salir de noche, cuando tienen miedo de abrir un nuevo negocio, cuando no pueden transitar libremente, cuando los secuestran, cuando los desaparecen y cuando el silencio prevalece. Ante semejante escenario los ciudadanos están dispuestos a entregar toda su confianza al que pacte, elimine o abrace al crimen para poder controlarlo. Al publicarse esta columna los mexicanos ya habrán presenciado el último debate presidencial, en el que las candidatas y candidato expusieron sus sueños, fobias y mitos en materia de seguridad. La diferencia entre la perseverancia y la necedad son los resultados y el electorado seleccionará el dos de junio que propuestas le convencen más. Lo importante será si los mexicanos esta dispuestos a vivir con las consecuencias de su elección.

Venezuela es un caso particularmente complejo. Lo que está en juego no podría ser más relevante. En 25 años de chavismo es de las pocas ocasiones en las que se encuentra un candidato de oposición relativamente fuerte. El personaje que enfrenta a Nicolás Maduro en los comicios del 28 de julio es el exdiplomático Edmundo González. Existe mucha desilusión al respeto de estas elecciones, ya que se presume que no tendrán nada de justas o democráticas. No obstante, es fundamental señalar que las condiciones de seguridad también son un eje central en esta elección. La presión ciudadana, los flujos de migración hacia el norte, un ambiente de inseguridad y escasez obligaron a un gobierno autoritario a permitir el registro de un candidato opositor. Independientemente del resultado, que todo indica que permanecerá el gobierno de Maduro, la oposición cuenta con amplio apoyo e incluso algunas encuestas señalan que podrían salir victoriosos. La caducidad del gobierno dependerá de la paciencia de los venezolanos ante la inseguridad cotidiana y la penumbra económica.

El discurso que sabe construir explicaciones en un mundo en crisis siempre triunfará, puede que sean mentiras, puede que sean sueños por cumplir o simple dialéctica argumentativa. La seguridad es protagonista en las elecciones de la región y corresponderá a los votantes decidir y soportar la realidad que se manifieste en las urnas.

JULIO CÉSAR MACÉS es Licenciado en Comunicación con estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). Es maestro en Gobernanza y Globalización por la Universidad Iberoamericana. Es host del podcast La Gazzetta de México. Sígalo en @JulioCesarMacs

Por Julio César Macés

Se dice que el crimen organizado siempre vota y que vota primero, pero no necesariamente es por la vía de financiar campañas o asesinar candidatos. Sus muertos, sus tranzas y su andar cotidiano moldea el discurso de los candidatos a cargos de elección popular. Las andanzas de los criminales, más allá de la mítica que siempre se genera en la cultura popular, marcan la agenda de muchas elecciones a nivel global. Particularmente esto se puede observar en los procesos electorales de Latinoamérica en 2024.

El presidente Bukele logró ganar su reelección en El Salvador gracias a su discurso de seguridad. Los pasados comicios del 5 de febrero fueron un simple trámite para el bukelato y su 90% de aprobación. Una mezcla entre hartazgo ciudadano, auge criminal y autoritarismo de vieja guardia impulsaron un nuevo mandato inconstitucional, violador de derechos humanos y dispuesto a todo para perpetuarse. El pueblo salvadoreño cansado de vivir con violencia abrió la puerta y entregó las llaves de su democracia a un individuo que identificó perfectamente que la variable de seguridad gana elecciones.

Panamá vivió un proceso electoral el 5 de mayo, en el que se impuso José Raúl Mulino como nuevo presidente, quien fuera ministro de seguridad del gobierno saliente. Mulino alcanzó la victoria gracias a dos promesas, pero principalmente con su propuesta de cerrar el tapón del Darién. Este pedazo de jungla, ubicada entre la frontera de Panamá y Colombia ha visto pasar en lo que va de 2024 a más de 120 mil personas en su camino a Estados Unidos. La migración al Darién ha crecido exponencialmente en los últimos años, así como la presencia del crimen organizado que explota a los migrantes y desarrolla una economía criminal en la zona. Mulino pretende cumplir esta promesa que puede resultar electoralmente muy atractiva y con resultados aparentemente rápidos, pero la idea es poco viable y muy peligrosa, ya que es posible que se abran nuevas rutas controladas por el crimen más lucrativas y silenciosas. La economía criminal motivó a un electorado preocupado por la migración a elegir un presidente con soluciones atractivas al oído, pero que tendrán consecuencias mortales para muchos.

La ruta electoral que culmina el 2 de junio en México para elegir nuevo presidente está trazada por la violencia. El crimen organizado no vota exclusivamente financiando campañas, intimidando y asesinando candidatos. El crimen organizado vota cuando las personas tienen miedo al salir de noche, cuando tienen miedo de abrir un nuevo negocio, cuando no pueden transitar libremente, cuando los secuestran, cuando los desaparecen y cuando el silencio prevalece. Ante semejante escenario los ciudadanos están dispuestos a entregar toda su confianza al que pacte, elimine o abrace al crimen para poder controlarlo. Al publicarse esta columna los mexicanos ya habrán presenciado el último debate presidencial, en el que las candidatas y candidato expusieron sus sueños, fobias y mitos en materia de seguridad. La diferencia entre la perseverancia y la necedad son los resultados y el electorado seleccionará el dos de junio que propuestas le convencen más. Lo importante será si los mexicanos esta dispuestos a vivir con las consecuencias de su elección.

Venezuela es un caso particularmente complejo. Lo que está en juego no podría ser más relevante. En 25 años de chavismo es de las pocas ocasiones en las que se encuentra un candidato de oposición relativamente fuerte. El personaje que enfrenta a Nicolás Maduro en los comicios del 28 de julio es el exdiplomático Edmundo González. Existe mucha desilusión al respeto de estas elecciones, ya que se presume que no tendrán nada de justas o democráticas. No obstante, es fundamental señalar que las condiciones de seguridad también son un eje central en esta elección. La presión ciudadana, los flujos de migración hacia el norte, un ambiente de inseguridad y escasez obligaron a un gobierno autoritario a permitir el registro de un candidato opositor. Independientemente del resultado, que todo indica que permanecerá el gobierno de Maduro, la oposición cuenta con amplio apoyo e incluso algunas encuestas señalan que podrían salir victoriosos. La caducidad del gobierno dependerá de la paciencia de los venezolanos ante la inseguridad cotidiana y la penumbra económica.

El discurso que sabe construir explicaciones en un mundo en crisis siempre triunfará, puede que sean mentiras, puede que sean sueños por cumplir o simple dialéctica argumentativa. La seguridad es protagonista en las elecciones de la región y corresponderá a los votantes decidir y soportar la realidad que se manifieste en las urnas.

JULIO CÉSAR MACÉS es Licenciado en Comunicación con estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). Es maestro en Gobernanza y Globalización por la Universidad Iberoamericana. Es host del podcast La Gazzetta de México. Sígalo en @JulioCesarMacs