/ jueves 5 de noviembre de 2020

La otra cara del PRD



Ante el inicio de un nuevo proceso electoral, me surgió una duda sobre el papel que podría jugar un partido de izquierda que parece haber dejado de brillar, el PRD.


No sólo las encuestas que semanalmente se publican dan cuenta de lo que ocurre, ya que su nula preferencia electoral tiene desaparecido al partido; sino la mala imagen que se vuelve como un ancla debido a los recientes resultados negativos de distintos gobiernos estatales con sello perredista.


Sin embargo, vale la pena recordar la otra cara que tiene el partido y colocarla en una perspectiva más allá de los cargos políticos y los espacios que se compiten en las elecciones del 2021.


En principio, no debemos olvidar que fue el símbolo de una nueva corriente democrática partidaria, al sumar a los partidos y organizaciones de izquierda. Ese origen le permitió poner por delante las causas sociales, antes que los intereses personales.


Fue el partido que dio voz al hartazgo ciudadano ante la corrupción, el pacto de impunidad y el abandono institucional hacia los grupos prioritarios. No fue el único que lo hacía desde la oposición, pero sí el que más insistentemente lo hacía.


Representó por mucho tiempo las causas de los sindicatos, organizaciones campesinas, universidades rurales, organizaciones civiles, y movimientos sociales (EZLN, Muertas de Juárez, etc.) que han surgido por la defensa de las condiciones de vida, paz y dignidad en el país.


Promovió cambios en leyes y políticas públicas de corte progresistas que protegió y empoderó a las poblaciones más vulnerables. Impulsó una agenda de promoción y defensa de los derechos humanos.


Eran notorias sus políticas públicas para mejorar las capacidades de las personas vulnerables, su calidad de vida y la igualdad de oportunidades en: mujeres, niñas y niños, adultos mayores, indígenas, migrantes, campesinos, trabajadores, personas con discapacidad, personas diversas, entre otros.


Luchaba por un presupuesto federal con recursos para crear programas sociales y proyectos productivos, en beneficio de grupos vulnerables. Propuso la incorporación de nuevos mecanismos de participación ciudadana, la agenda de la equidad de género, la transparencia y rendición de cuentas. Y en materia económica, ha señalado la importancia del mercado interno, la creación de economías solidarias (cooperativas), el proteccionismo y comercio justo.


Como se puede advertir, la nota distintiva que impulsaba al partido eran las personas y la lucha por sus causas.


El PRD las abanderó desde los distintos ámbitos, por lo que para reencontrarse debe hacer confluir la fuerza de la ciudadanía y sus causas, para después potenciarla e involucrarla en los cambios necesarios que este país necesita.


Si de verdad quiere que esa cara vuelva a ser reconocida por la gente, las elecciones del 21 son un buen pretexto para no perder esa oportunidad.


Facebook/Twitter: @CzarArenas




Ante el inicio de un nuevo proceso electoral, me surgió una duda sobre el papel que podría jugar un partido de izquierda que parece haber dejado de brillar, el PRD.


No sólo las encuestas que semanalmente se publican dan cuenta de lo que ocurre, ya que su nula preferencia electoral tiene desaparecido al partido; sino la mala imagen que se vuelve como un ancla debido a los recientes resultados negativos de distintos gobiernos estatales con sello perredista.


Sin embargo, vale la pena recordar la otra cara que tiene el partido y colocarla en una perspectiva más allá de los cargos políticos y los espacios que se compiten en las elecciones del 2021.


En principio, no debemos olvidar que fue el símbolo de una nueva corriente democrática partidaria, al sumar a los partidos y organizaciones de izquierda. Ese origen le permitió poner por delante las causas sociales, antes que los intereses personales.


Fue el partido que dio voz al hartazgo ciudadano ante la corrupción, el pacto de impunidad y el abandono institucional hacia los grupos prioritarios. No fue el único que lo hacía desde la oposición, pero sí el que más insistentemente lo hacía.


Representó por mucho tiempo las causas de los sindicatos, organizaciones campesinas, universidades rurales, organizaciones civiles, y movimientos sociales (EZLN, Muertas de Juárez, etc.) que han surgido por la defensa de las condiciones de vida, paz y dignidad en el país.


Promovió cambios en leyes y políticas públicas de corte progresistas que protegió y empoderó a las poblaciones más vulnerables. Impulsó una agenda de promoción y defensa de los derechos humanos.


Eran notorias sus políticas públicas para mejorar las capacidades de las personas vulnerables, su calidad de vida y la igualdad de oportunidades en: mujeres, niñas y niños, adultos mayores, indígenas, migrantes, campesinos, trabajadores, personas con discapacidad, personas diversas, entre otros.


Luchaba por un presupuesto federal con recursos para crear programas sociales y proyectos productivos, en beneficio de grupos vulnerables. Propuso la incorporación de nuevos mecanismos de participación ciudadana, la agenda de la equidad de género, la transparencia y rendición de cuentas. Y en materia económica, ha señalado la importancia del mercado interno, la creación de economías solidarias (cooperativas), el proteccionismo y comercio justo.


Como se puede advertir, la nota distintiva que impulsaba al partido eran las personas y la lucha por sus causas.


El PRD las abanderó desde los distintos ámbitos, por lo que para reencontrarse debe hacer confluir la fuerza de la ciudadanía y sus causas, para después potenciarla e involucrarla en los cambios necesarios que este país necesita.


Si de verdad quiere que esa cara vuelva a ser reconocida por la gente, las elecciones del 21 son un buen pretexto para no perder esa oportunidad.


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