/ miércoles 27 de enero de 2021

Imaginar y crear nuevos ambientes

Antes de que llegara la pandemia por covid-19 a nuestras vidas, ya existían ciertas condiciones de vulnerabilidad y riesgo.

En un artículo pasado, mencioné que se le denomina “sindemia” al conjunto de varios problemas de salud pública (como las enfermedades cardiovasculares, diabetes y la obesidad), presentes en entornos sociales de alta desigualdad, pobreza, violencia y con efectos del cambio climático.

Por ello, lo primero que necesitamos reconocer es que nos encontramos en el curso de una sindemia y como tal debería ser dimensionada y atendida.

Cuernavaca y Morelos puede considerarse como una sociedad que enfrenta una sindemia, cumple con todos los elementos y características. Por lo tanto, sólo podemos avanzar si comenzamos a pensar fuera de las estructuras mentales y esquemas conocidos; si rompemos los moldes y las soluciones de siempre; si dejamos de pensar en “parcelas” y pedacitos de realidad.

Tampoco estoy diciendo que dejen de reconocerse las diferencias y las condiciones particulares que tiene la realidad o la vida misma, a fin de imponer una sola visión, postura o paradigma. Sin embargo, lo que necesitamos en Cuernavaca y en Morelos, es crear nuevos ambientes, andamiajes, estructuras y funciones.

Necesitamos pensar y repensar, formas distintas para dirigir nuestras ideas y recursos hacia horizontes de largo plazo. Hasta ahora hemos sido muy respetuosos (hasta lo indecente) como ciudadanos en confiarle a dos sistemas de cambio casi toda la responsabilidad: a las urnas y al mercado.

A través de urnas y mercado gravitan la mayoría de los cambios y sus efectos en nuestra sociedad. Pero ni las urnas ni el mercado han logrado ofrecer los cambios que se necesitan. Por lo tanto, debemos comenzar a crear otros circuitos importantes que influyan en la transformación de la realidad. Uno de ellos podría ser las instituciones académicas y los institutos de investigación, pero hay muchos otros.

Comencemos a imaginar nuestra ciudad al 2050 y transformarla desde ahora.

Más allá de personajes y carismas, necesitamos fundar este ejercicio en valores, desarrollo de nuevas capacidades y en cómo sentar las bases para una coordinación armónica, ordenada y responsable que mire el futuro de nuestra sociedad.

Es urgente y posible.

Antes de que llegara la pandemia por covid-19 a nuestras vidas, ya existían ciertas condiciones de vulnerabilidad y riesgo.

En un artículo pasado, mencioné que se le denomina “sindemia” al conjunto de varios problemas de salud pública (como las enfermedades cardiovasculares, diabetes y la obesidad), presentes en entornos sociales de alta desigualdad, pobreza, violencia y con efectos del cambio climático.

Por ello, lo primero que necesitamos reconocer es que nos encontramos en el curso de una sindemia y como tal debería ser dimensionada y atendida.

Cuernavaca y Morelos puede considerarse como una sociedad que enfrenta una sindemia, cumple con todos los elementos y características. Por lo tanto, sólo podemos avanzar si comenzamos a pensar fuera de las estructuras mentales y esquemas conocidos; si rompemos los moldes y las soluciones de siempre; si dejamos de pensar en “parcelas” y pedacitos de realidad.

Tampoco estoy diciendo que dejen de reconocerse las diferencias y las condiciones particulares que tiene la realidad o la vida misma, a fin de imponer una sola visión, postura o paradigma. Sin embargo, lo que necesitamos en Cuernavaca y en Morelos, es crear nuevos ambientes, andamiajes, estructuras y funciones.

Necesitamos pensar y repensar, formas distintas para dirigir nuestras ideas y recursos hacia horizontes de largo plazo. Hasta ahora hemos sido muy respetuosos (hasta lo indecente) como ciudadanos en confiarle a dos sistemas de cambio casi toda la responsabilidad: a las urnas y al mercado.

A través de urnas y mercado gravitan la mayoría de los cambios y sus efectos en nuestra sociedad. Pero ni las urnas ni el mercado han logrado ofrecer los cambios que se necesitan. Por lo tanto, debemos comenzar a crear otros circuitos importantes que influyan en la transformación de la realidad. Uno de ellos podría ser las instituciones académicas y los institutos de investigación, pero hay muchos otros.

Comencemos a imaginar nuestra ciudad al 2050 y transformarla desde ahora.

Más allá de personajes y carismas, necesitamos fundar este ejercicio en valores, desarrollo de nuevas capacidades y en cómo sentar las bases para una coordinación armónica, ordenada y responsable que mire el futuro de nuestra sociedad.

Es urgente y posible.