/ lunes 15 de abril de 2024

La historia ocurre dos veces

El día 15 inicia la recta final rumbo a la jornada del 2 de junio con la incorporación de las campañas locales para diputados, presidencias municipales y cabildos.

La campaña presidencial está prácticamente a la mitad, pero aún falta lo más intenso, este mes y medio que resta por delante será definitivo, incluyendo los dos debates pendientes.

EL primer debate no llenó las expectativas esperadas, el formato fue muy malo, no daba oportunidad ni para desarrollar los temas debidamente, ni tampoco hubo espacio para nada más. Preguntas y más preguntas que se repetían y respuestas en cuarenta segundos que tan solo alcanzaban a esbozar generalidades. Esperemos que para los debates que faltan el formato sea más propicio para el intercambio de propuestas y sobre todo para que las candidatas contrasten los proyectos que representan; eso es lo importante, más allá de los detalles y las especificidades de cada tema.

La campaña presidencial sube de tono cada día a una velocidad e intensidad muy preocupante, no nada más por el intercambio verbal y los señalamientos entre las candidatas sino por la cotidiana intromisión presidencial y la repetición por parte de los voceros respectivos.

En la elección hay dos competidoras que se disputan la presidencia, uno más que juega de relleno y el actor principal que es el presidente López Obrador.

No hay día en que el presidente no intervenga directamente en el proceso, que no comente algo relacionado con la contienda electoral; no hay día en que no descalifique, señale y hasta le falte al respeto a algún periodista, a algún opositor o a los medios de comunicación.

La candidata del oficialismo cuando se anima a plantear cierta independencia de su líder, intentando asumir el liderazgo necesario mínimo para ser diferente, recibe tremendos obuses desde palacio nacional que la remiten a repetir la cantaleta de siempre: “es un honor….”

La contienda desde mi punto de vista se está cerrando cada día más; a pesar de la ventaja que algunas encuestas a modo le dan a Sheinbaum; la candidata Xóchitl Gálvez avanza con decisión y enorme voluntad, cuestionando y contrastando las mentiras que cada día se difunden en redes y medios afines al y a la 4t.

Morena y su candidata se dedican a meter miedo al electorado diciendo que si gana Xóchitl se les van a quitar los programas sociales, nada más falso. Lo único que hacen es exhibirse y corroborar la política clientelar de Morena, como se hacía en los tiempos del partido hegemónico tricolor, del cual emana el presidente.

Xóchitl lleva prisa y por eso a veces comete errores que son magnificados por el oficialismo; ella le da un gran valor a la verdad y a la honestidad en todas sus manifestaciones, por eso se detiene a aclarar y a contrastar los dichos de Claudia.

Xóchitl va a todos los foros, algunos difíciles como en la Universidad Iberoamericana, Claudia ni se acerca a esos lugares.

Las campañas locales van a incidir en la campaña presidencial si la coalición opositora logra dos cosas, la primera que la gente salga a votar y la segunda que logre el voto en cascada, sin importar por cual partido se vota en particular siempre y cuando no se salgan de los parámetros de la alianza nacional. La gente podrá votar por el partido de su preferencia o por el que considera menos malo, podrá cruzar su voto por dos partidos o hasta tres, y el voto igualmente contará para la candidata.

La contienda se ve difícil pero lo que sigue después se vislumbra todavía más difícil.

Ganando Xóchitl el presidente hará lo posible por boicotear la transmisión de poderes, como lo intentó en 2006, solo que ahora con todo el poder de la presidencia.

Si gana Claudia, el presidente intentará por todos los medios seguir siendo el poder tras el trono, intentará reeditar el Maximato.

Como lo escribió Marx en el Dieciocho Brumario, “la historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

Estamos viviendo una gran farsa llamada cuarta transformación.


El día 15 inicia la recta final rumbo a la jornada del 2 de junio con la incorporación de las campañas locales para diputados, presidencias municipales y cabildos.

La campaña presidencial está prácticamente a la mitad, pero aún falta lo más intenso, este mes y medio que resta por delante será definitivo, incluyendo los dos debates pendientes.

EL primer debate no llenó las expectativas esperadas, el formato fue muy malo, no daba oportunidad ni para desarrollar los temas debidamente, ni tampoco hubo espacio para nada más. Preguntas y más preguntas que se repetían y respuestas en cuarenta segundos que tan solo alcanzaban a esbozar generalidades. Esperemos que para los debates que faltan el formato sea más propicio para el intercambio de propuestas y sobre todo para que las candidatas contrasten los proyectos que representan; eso es lo importante, más allá de los detalles y las especificidades de cada tema.

La campaña presidencial sube de tono cada día a una velocidad e intensidad muy preocupante, no nada más por el intercambio verbal y los señalamientos entre las candidatas sino por la cotidiana intromisión presidencial y la repetición por parte de los voceros respectivos.

En la elección hay dos competidoras que se disputan la presidencia, uno más que juega de relleno y el actor principal que es el presidente López Obrador.

No hay día en que el presidente no intervenga directamente en el proceso, que no comente algo relacionado con la contienda electoral; no hay día en que no descalifique, señale y hasta le falte al respeto a algún periodista, a algún opositor o a los medios de comunicación.

La candidata del oficialismo cuando se anima a plantear cierta independencia de su líder, intentando asumir el liderazgo necesario mínimo para ser diferente, recibe tremendos obuses desde palacio nacional que la remiten a repetir la cantaleta de siempre: “es un honor….”

La contienda desde mi punto de vista se está cerrando cada día más; a pesar de la ventaja que algunas encuestas a modo le dan a Sheinbaum; la candidata Xóchitl Gálvez avanza con decisión y enorme voluntad, cuestionando y contrastando las mentiras que cada día se difunden en redes y medios afines al y a la 4t.

Morena y su candidata se dedican a meter miedo al electorado diciendo que si gana Xóchitl se les van a quitar los programas sociales, nada más falso. Lo único que hacen es exhibirse y corroborar la política clientelar de Morena, como se hacía en los tiempos del partido hegemónico tricolor, del cual emana el presidente.

Xóchitl lleva prisa y por eso a veces comete errores que son magnificados por el oficialismo; ella le da un gran valor a la verdad y a la honestidad en todas sus manifestaciones, por eso se detiene a aclarar y a contrastar los dichos de Claudia.

Xóchitl va a todos los foros, algunos difíciles como en la Universidad Iberoamericana, Claudia ni se acerca a esos lugares.

Las campañas locales van a incidir en la campaña presidencial si la coalición opositora logra dos cosas, la primera que la gente salga a votar y la segunda que logre el voto en cascada, sin importar por cual partido se vota en particular siempre y cuando no se salgan de los parámetros de la alianza nacional. La gente podrá votar por el partido de su preferencia o por el que considera menos malo, podrá cruzar su voto por dos partidos o hasta tres, y el voto igualmente contará para la candidata.

La contienda se ve difícil pero lo que sigue después se vislumbra todavía más difícil.

Ganando Xóchitl el presidente hará lo posible por boicotear la transmisión de poderes, como lo intentó en 2006, solo que ahora con todo el poder de la presidencia.

Si gana Claudia, el presidente intentará por todos los medios seguir siendo el poder tras el trono, intentará reeditar el Maximato.

Como lo escribió Marx en el Dieciocho Brumario, “la historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

Estamos viviendo una gran farsa llamada cuarta transformación.


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