/ viernes 23 de julio de 2021

Fantasma rojo

Estimado(a) lector(a), en vista de que un fantasma legendario sigue rondando, especialmente, nuestros días, y de que su fuerza no ha perdido la capacidad –sino por el contrario-

De despertar terrores, discusiones, estremecimientos, pánico, denuncias e incomodidades, habríamos de prestar especial atención a lo que su presencia quiere dejar de manifiesto; y para ello, no será necesario recurrir a ritual de invocación complementario, sino escuchar a quienes ya le hablan tras haberse unido bajo el supuesto de combatirle.

Desde hace meses que, tratando de conjurar a este fantasma, hemos visto personas (que afirman percibir su presencia) exigir su salida, e incluso, asegurar que el presidente de la república debería irse junto a él por ser una especie de anfitrión que le ha invitado a quedarse en nuestro país. Sin embargo, habría que detenernos, para darnos cuenta de que poco tiene que ver el gobierno actual con su visita.

Así que, si usted ha creído presenciar su encuentro, sintiendo el pánico que ocasiona verle –según la leyenda-, habría que comenzar por distinguir algunos puntos:

Primero, si usted nota que en su país no comienza a generarse una expropiación de los medios de producción por parte de la clase obrera, si no advierte una revolución encabezada por el proletariado, si no percibe la pronta desaparición de las clases sociales y de la propiedad privada; la emancipación plena de las y los trabajadores, el fin de la explotación y la abolición del Estado burgués; puede que no haya concurrido con este fantasma, –quizá su temor le haya hecho un mala jugada-. Además, si da cuenta de que su presidente firma acuerdos trilaterales de libre comercio, sostiene negociaciones con los dueños de los medios de producción y establece proyectos cofinanciados por capital privado, seguro que él no le invitó a visitarnos, puede que su pánico tenga otro origen.

Pero, a pesar de tanta confusión, esto no quiere decir que el fantasma no esté presente, o que el terror que le ocasiona no pueda explicarse. De hecho, la leyenda del fantasma del comunismo no es nada nueva. Marx y Engels ya habían hablado de ella en el Manifiesto (1848), aunque –siguiendo a Derrida-, es posible que ahora usted sienta el asedio de su presencia porque un ruido ha interrumpido la calma imperante, quizá la que hacía parecer que todo estaba como debería estarlo, la certeza de haber logrado un destino ineluctable, y entonces, ha evocado un fantasma –y espectros- que siguen hablándole, mostrándole las contradicciones, poniendo en cuestión el triunfo de haberles exorcizado, y de ahí que usted sienta pánico, angustia, estremecimiento, incomodidad.

Estimado(a) lector(a), en vista de que un fantasma legendario sigue rondando, especialmente, nuestros días, y de que su fuerza no ha perdido la capacidad –sino por el contrario-

De despertar terrores, discusiones, estremecimientos, pánico, denuncias e incomodidades, habríamos de prestar especial atención a lo que su presencia quiere dejar de manifiesto; y para ello, no será necesario recurrir a ritual de invocación complementario, sino escuchar a quienes ya le hablan tras haberse unido bajo el supuesto de combatirle.

Desde hace meses que, tratando de conjurar a este fantasma, hemos visto personas (que afirman percibir su presencia) exigir su salida, e incluso, asegurar que el presidente de la república debería irse junto a él por ser una especie de anfitrión que le ha invitado a quedarse en nuestro país. Sin embargo, habría que detenernos, para darnos cuenta de que poco tiene que ver el gobierno actual con su visita.

Así que, si usted ha creído presenciar su encuentro, sintiendo el pánico que ocasiona verle –según la leyenda-, habría que comenzar por distinguir algunos puntos:

Primero, si usted nota que en su país no comienza a generarse una expropiación de los medios de producción por parte de la clase obrera, si no advierte una revolución encabezada por el proletariado, si no percibe la pronta desaparición de las clases sociales y de la propiedad privada; la emancipación plena de las y los trabajadores, el fin de la explotación y la abolición del Estado burgués; puede que no haya concurrido con este fantasma, –quizá su temor le haya hecho un mala jugada-. Además, si da cuenta de que su presidente firma acuerdos trilaterales de libre comercio, sostiene negociaciones con los dueños de los medios de producción y establece proyectos cofinanciados por capital privado, seguro que él no le invitó a visitarnos, puede que su pánico tenga otro origen.

Pero, a pesar de tanta confusión, esto no quiere decir que el fantasma no esté presente, o que el terror que le ocasiona no pueda explicarse. De hecho, la leyenda del fantasma del comunismo no es nada nueva. Marx y Engels ya habían hablado de ella en el Manifiesto (1848), aunque –siguiendo a Derrida-, es posible que ahora usted sienta el asedio de su presencia porque un ruido ha interrumpido la calma imperante, quizá la que hacía parecer que todo estaba como debería estarlo, la certeza de haber logrado un destino ineluctable, y entonces, ha evocado un fantasma –y espectros- que siguen hablándole, mostrándole las contradicciones, poniendo en cuestión el triunfo de haberles exorcizado, y de ahí que usted sienta pánico, angustia, estremecimiento, incomodidad.

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