/ miércoles 29 de julio de 2020

Cuerna experimenta..

Quedó demostrada por la pandemia lo incapaces que son los gobiernos para detener los hábitos sociales de mucha gente. En los hechos, los paseos, reuniones familiares, fiestas, y otras aglomeraciones se han mantenido porque son parte de la cultura y los usos sociales. Las razones, o sinrazones de este comportamiento han sido objeto de análisis múltiples y conclusiones terribles que se agrupan en el llamado a hacer uso de la fuerza pública para evitar congregaciones de personas, y el llamado milagroso a una cordura ciudadana que no aparece aún en las peores situaciones.

Frente a esas ideas polarizadas, llaman la atención dos experimentos que intenta el Ayuntamiento de Cuernavaca que contrastan con la casi inacción del gobierno estatal y los infructuosos intentos de las comunas para lograr que la gente se quede en casa. En Yautepec hay rondines de vigilancia, en Cuautla hay operativos en que desde camionetas de la Guardia Nacional y autopatrullas de policía, se invoca a la gente a dejar las calles. En Cuernavaca se molesta a los paseantes.

En efecto, la idea atrevida por supuesto, consiste en que los elementos municipales señalen, digan, griten a quienes no cumplan con las medidas sanitarias requeridas para combatir el Covid-19; con ello el placer que la gente encuentra al pasear se vería enormemente comprometido. La medida, por cierto, no es una idea original, en muchas plazas públicas y supermercados los elementos de seguridad hacen un seguimiento hasta el fastidio de quienes omiten alguna medida de seguridad, esa práctica ha dado resultados notables entre los asistentes a supermercados y plazas comerciales en Cuernavaca, pero reviste un riesgo.

Cadenas de tiendas de autoservicio en los Estados Unidos han advertido la moderación de sus medidas para obligar el uso de cubrebocas en sus establecimientos dados episodios de violencia cada vez más constantes por gente que no quiere usar el mecanismo de protección. En algunos de esos hechos ha debido incluso intervenir la policía.

El problema con incomodar a las personas es que uno no puede asegurar que los incómodos evitarán la violencia. Como todo experimento, el que emprende el alcalde representa algunos riesgos, que podrían ser paliados con el hecho de que los agentes que apliquen la incomodidad anunciada por Antonio Villalobos estén uniformados y traten de no ser extraordinariamente invasivos (hasta para joder hay ciencia).

El segundo intento del alcalde es la suspensión de la Feria de Tlaltenango, pero la autorización municipal para las festividades religiosas de la Virgen de los Milagros que le daba motivo a comerciantes, paseantes y emborrachadores profesionales para tomar la Avenida Emiliano Zapata durante poco más de una semana para acomodar enorme tianguis. Permitir la fiesta religiosa con todas las medidas sanitarias, que las iglesias en general están cumpliendo adecuadamente, incide en la conservación de las tradiciones reales y profundas de lo que sería el tricentenario de la aparición para los católicos. No se dice pero del resultado dependen nuevos protocolos no paralizantes para la sociedad.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Quedó demostrada por la pandemia lo incapaces que son los gobiernos para detener los hábitos sociales de mucha gente. En los hechos, los paseos, reuniones familiares, fiestas, y otras aglomeraciones se han mantenido porque son parte de la cultura y los usos sociales. Las razones, o sinrazones de este comportamiento han sido objeto de análisis múltiples y conclusiones terribles que se agrupan en el llamado a hacer uso de la fuerza pública para evitar congregaciones de personas, y el llamado milagroso a una cordura ciudadana que no aparece aún en las peores situaciones.

Frente a esas ideas polarizadas, llaman la atención dos experimentos que intenta el Ayuntamiento de Cuernavaca que contrastan con la casi inacción del gobierno estatal y los infructuosos intentos de las comunas para lograr que la gente se quede en casa. En Yautepec hay rondines de vigilancia, en Cuautla hay operativos en que desde camionetas de la Guardia Nacional y autopatrullas de policía, se invoca a la gente a dejar las calles. En Cuernavaca se molesta a los paseantes.

En efecto, la idea atrevida por supuesto, consiste en que los elementos municipales señalen, digan, griten a quienes no cumplan con las medidas sanitarias requeridas para combatir el Covid-19; con ello el placer que la gente encuentra al pasear se vería enormemente comprometido. La medida, por cierto, no es una idea original, en muchas plazas públicas y supermercados los elementos de seguridad hacen un seguimiento hasta el fastidio de quienes omiten alguna medida de seguridad, esa práctica ha dado resultados notables entre los asistentes a supermercados y plazas comerciales en Cuernavaca, pero reviste un riesgo.

Cadenas de tiendas de autoservicio en los Estados Unidos han advertido la moderación de sus medidas para obligar el uso de cubrebocas en sus establecimientos dados episodios de violencia cada vez más constantes por gente que no quiere usar el mecanismo de protección. En algunos de esos hechos ha debido incluso intervenir la policía.

El problema con incomodar a las personas es que uno no puede asegurar que los incómodos evitarán la violencia. Como todo experimento, el que emprende el alcalde representa algunos riesgos, que podrían ser paliados con el hecho de que los agentes que apliquen la incomodidad anunciada por Antonio Villalobos estén uniformados y traten de no ser extraordinariamente invasivos (hasta para joder hay ciencia).

El segundo intento del alcalde es la suspensión de la Feria de Tlaltenango, pero la autorización municipal para las festividades religiosas de la Virgen de los Milagros que le daba motivo a comerciantes, paseantes y emborrachadores profesionales para tomar la Avenida Emiliano Zapata durante poco más de una semana para acomodar enorme tianguis. Permitir la fiesta religiosa con todas las medidas sanitarias, que las iglesias en general están cumpliendo adecuadamente, incide en la conservación de las tradiciones reales y profundas de lo que sería el tricentenario de la aparición para los católicos. No se dice pero del resultado dependen nuevos protocolos no paralizantes para la sociedad.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx