/ miércoles 19 de septiembre de 2018

Héroes olvidados

Tres décadas después, hablan sobre las secuelas que les dejó el terremoto que se registró en 1985

Este 19 de septiembre se conmemora el primer aniversario luctuoso del terremoto de 2017, un evento que abrió una herida de la que México todavía intenta sanar. Pero hay personas que viven el presente con heridas todavía más antiguas, ocurridas el mismo día del mismo mes, pero 32 años atrás. Un grupo de veteranos de la Cruz Roja de Cuautla, hombres y mujeres, arriesgaron su vida en las labores de rescate de la Ciudad de México, y que hoy, a pesar de las secuelas y el paso del tiempo, siguen ayudando a la gente.

Hace 33 años

Hace 33 años, Rolando Robles tenía 33 años y no estaba ciego. En aquel entonces, Rolando era comandante y director de la Escuela de Capacitación de la Cruz Roja de Cuautla. Los pies no le fallaban, y aunque siempre ha vivido con las consecuencias de la polio que sufrió de niño, las manos no le temblaban.

Estaba lavando una ambulancia cuando sonó el teléfono. La llamada venía de México, era un colega que pedía ayuda para el Hospital Juárez

Recuerda Rolando, con las manos temblorosas y una voz que avanza y se detiene de pronto, que lo hace repetir dos veces ciertas frases.

En aquel tiempo, la Cruz Roja de Cuautla tenía un fuerte espíritu; al mando de Jesús Domínguez, quien hoy tiene 78 de edad, decenas de jóvenes, muchos de ellos recién egresados de la escuela que dirigía Rolando, abandonaron a sus familias y se ofrecieron como voluntarios sin saber a lo que se enfrentarían. En la capital del país, los adolescentes conocieron a la muerte en persona, vieron cuerpos desmembrados, sangre, destrucción y dolor. Sólo al paso del tiempo pudieron asimilar todo lo que había ocurrido.

En el momento no te das cuenta, sino después, y la verdad es que cuesta trabajo, pero hay que seguirle Guillermo Anzures, voluntario del sismo de 1985

Hace un año

Tres décadas después, cuando el tiempo los había alcanzado, los veteranos de la Cruz Roja de Cuautla tuvieron que volver a ponerse las botas, pero esta vez lo hicieron en su propia tierra. María del Carmen Castro, de 49, estaba en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Yecapixtla; Guillermo Anzures en el IMSS de Cuautla y Guillermo Hang Wong, de 63, en el Hospital General de la misma ciudad. Con la experiencia que tienen, los tres ayudaron a desalojar a la gente en las clínicas respectivas.

Puede pasar mucho tiempo, pero cuando algo así pasa y escuchas las sirenas y los gritos, no te queda de otra más que ayudarGuillermo Hang Wong

Héroes olvidados

Fieles a los principios originales de la Cruz Roja, los veteranos de Cuautla no han querido lucrar con el dolor humano. Sin embargo, dicha actitud ha hecho que empiecen a envejecer en el olvido, sin apoyos de las autoridades ni el reconocimiento correspondiente por parte de la institución a la que le ofrecieron toda su vida. Para muchos no existen, y llegado el momento, su presencia se ha esfumado sin que nadie se entere.

Es triste, porque muchos compañeros murieron sin que nadie reconociera su trabajo

María del Carmen Castro

Unidos por los sismos

Pero aunque las autoridades y la sociedad los han olvidado, hay algo que los mantiene unidos. Se nota en sus rostros, en las bromas de viejos colegas que se hacen una y otra vez, mientras narran sus anécdotas como rescatistas; es una especie de aliento, un ánimo que no se desvanece, que surgió en su juventud y volvió a crecer cuando, el 19 de septiembre de 2017, la tierra los llamó de nuevo.

Este 19 de septiembre se conmemora el primer aniversario luctuoso del terremoto de 2017, un evento que abrió una herida de la que México todavía intenta sanar. Pero hay personas que viven el presente con heridas todavía más antiguas, ocurridas el mismo día del mismo mes, pero 32 años atrás. Un grupo de veteranos de la Cruz Roja de Cuautla, hombres y mujeres, arriesgaron su vida en las labores de rescate de la Ciudad de México, y que hoy, a pesar de las secuelas y el paso del tiempo, siguen ayudando a la gente.

Hace 33 años

Hace 33 años, Rolando Robles tenía 33 años y no estaba ciego. En aquel entonces, Rolando era comandante y director de la Escuela de Capacitación de la Cruz Roja de Cuautla. Los pies no le fallaban, y aunque siempre ha vivido con las consecuencias de la polio que sufrió de niño, las manos no le temblaban.

Estaba lavando una ambulancia cuando sonó el teléfono. La llamada venía de México, era un colega que pedía ayuda para el Hospital Juárez

Recuerda Rolando, con las manos temblorosas y una voz que avanza y se detiene de pronto, que lo hace repetir dos veces ciertas frases.

En aquel tiempo, la Cruz Roja de Cuautla tenía un fuerte espíritu; al mando de Jesús Domínguez, quien hoy tiene 78 de edad, decenas de jóvenes, muchos de ellos recién egresados de la escuela que dirigía Rolando, abandonaron a sus familias y se ofrecieron como voluntarios sin saber a lo que se enfrentarían. En la capital del país, los adolescentes conocieron a la muerte en persona, vieron cuerpos desmembrados, sangre, destrucción y dolor. Sólo al paso del tiempo pudieron asimilar todo lo que había ocurrido.

En el momento no te das cuenta, sino después, y la verdad es que cuesta trabajo, pero hay que seguirle Guillermo Anzures, voluntario del sismo de 1985

Hace un año

Tres décadas después, cuando el tiempo los había alcanzado, los veteranos de la Cruz Roja de Cuautla tuvieron que volver a ponerse las botas, pero esta vez lo hicieron en su propia tierra. María del Carmen Castro, de 49, estaba en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Yecapixtla; Guillermo Anzures en el IMSS de Cuautla y Guillermo Hang Wong, de 63, en el Hospital General de la misma ciudad. Con la experiencia que tienen, los tres ayudaron a desalojar a la gente en las clínicas respectivas.

Puede pasar mucho tiempo, pero cuando algo así pasa y escuchas las sirenas y los gritos, no te queda de otra más que ayudarGuillermo Hang Wong

Héroes olvidados

Fieles a los principios originales de la Cruz Roja, los veteranos de Cuautla no han querido lucrar con el dolor humano. Sin embargo, dicha actitud ha hecho que empiecen a envejecer en el olvido, sin apoyos de las autoridades ni el reconocimiento correspondiente por parte de la institución a la que le ofrecieron toda su vida. Para muchos no existen, y llegado el momento, su presencia se ha esfumado sin que nadie se entere.

Es triste, porque muchos compañeros murieron sin que nadie reconociera su trabajo

María del Carmen Castro

Unidos por los sismos

Pero aunque las autoridades y la sociedad los han olvidado, hay algo que los mantiene unidos. Se nota en sus rostros, en las bromas de viejos colegas que se hacen una y otra vez, mientras narran sus anécdotas como rescatistas; es una especie de aliento, un ánimo que no se desvanece, que surgió en su juventud y volvió a crecer cuando, el 19 de septiembre de 2017, la tierra los llamó de nuevo.

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