Con instalaciones prestadas y múltiples demandas de equipo, el Heroico Cuerpo de Bomberos de Jojutla experimentó su día como cualquier otro. En la sede, los elementos en turno se dieron tiempo para compartir su almuerzo con una mujer de la tercera edad que vende semillas y cacahuates.
En la sobria sede de los Bomberos de Jojutla, ubicada sobre la carretea Alpuyeca, ahora conocido como bulevar 17 de abril, se encontraba un grupo de cuatro elementos, entre ellos Víctor Sarmiento Barrera, quien tiene 10 años trabajando en esta corporación y que estaba listo para atender una contingencia.
Este miembro del Heroico Cuerpo reconoció que está contento y orgulloso de lo que hace, pese a los riesgos y el peligro que enfrentan, aunque no siempre con un final feliz como cuando se rescatan a alguna persona o un animal.
Víctor Sarmiento comentó que entre las situaciones más difíciles que ha tenido que enfrentar, la que más destaca fue cuando un sexagenario salió a buscar a su nieta entre los vecinos. Cuando acudieron al llamado de auxilio se llevaron la lamentable sorpresa de que la menor de 13 años, quien acompañaba al abuelo como su lazarillo, estaba en la misma habitación pero muerta, pues se presume que sufría ataques epilépticos, por lo que al caer se golpeó la cabeza y falleció, al parecer, dos horas antes.
Otra dura experiencia fue cuando acudieron al rescate de una menor de 10 años, miembro de una familia de visitantes que acudió a nadar al rio Amacuzac. La niña se ahogó y fue desgarrador ver cómo las familias trataban de reanimar su cuerpo, por lo que les exigieron que hicieran algo, pero sin resultados.
Ante estas situaciones, Sarmiento Barrera recomendó este día extremar cuidados, la vigilancia y atención de los menores, que los padres y madres de familia se distraigan menos con los teléfonos celulares. “Hay que querernos más y querer más a las familias”, dijo, al advertir que muchas situaciones fatales se pueden prevenir.
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