/ martes 18 de septiembre de 2018

A un año del sismo, es un desastre

Cubre a Jojutla, la devastación, el polvo y la impotencia

En Jojutla, el polvo que cubre las calles, los establecimientos, los mercados, las viviendas, los techos, las casitas provisionales y otros panoramas dan cuenta de que la ciudad comercial más importante en el Sur del estado sigue postrada a un año del sismo del 19s, tragedia que arrebató la vida de 27 personas, dejó sin hogar a más de tres mil familias y con apenas 40 por ciento de los locales comerciales.

La zona cero del sismo del 19 de septiembre de 2017 aún tiene edificios resquebrajados pendientes de demoler, escombros, basura, predios baldíos y trabajadores de la construcción por diferentes puntos, los cuales destruyen, edifican o reconstruyen, con una serie de limitantes que hacen más lenta y costosas las obras.

Las calles, mudas testigos de las promesas políticas de sus gobernantes, quienes le hicieron una cirugía mayor la agónica ciudad: drenajes, agua potable, pavimentaciones paralelas a obras de relumbrón para embellecer la ciudad. Mientras, los damnificados siguen sin techo y los comerciantes sin levantar locales o cortinas.

DE MALAS DECICIONES Y DINERO TIRADO A LA BASURA

Para el empresario Luis Morales Ramírez no ha sido fácil sobrevivir en medio de este caos. “Se hicieron las cosas al revés”, dijo, al coincidir con las voces de muchos comerciantes del centro de esta ciudad. "Debió reconstruirse la ciudad, las casas, los comercios, y después construir parques y remodelar calles”, agregó.

Parado sobre la calle Pensador Mexicano, de espaldas a la biblioteca municipal "Adolfo López Mateos", junto al predio donde Jorge Estudillo Mora (qed) tenía Pinturas Albert y donde se encuentra el montón de escombros del Hotel del Sur, pierde su mirada y advierte que deberán entrar camiones pesados por el escombro y después con material para la reconstrucción de locales y viviendas; por ello, lamentó que “se volverán a destruir las calles, es dinero tirado a la basura”.

Cuestionó las prioridades de los gobernantes, ya que no son las mismas de los ciudadanos “por sus utilidades”, afirmó. Además, coincidió con Roberto Huicochea y vecinos de la calle que en otro extremo se llama Himno Nacional, a quienes abandonaron sus casas y negocios por el peligro del edificio de Telmex, pues les llevó meses bajar la antena y otro tanto la demolición; lo que pasa es que aún siguen cerradas las vialidades y las actividades económicas paralizadas.

El robo y saqueo a la Plaza Ángeles fue la cereza del pastel ante la ola delictiva que azota a Jojutla todos los días, donde robos, asaltos, extorciones, secuestros y amenazas son constantes ante una marcada ausencia de las corporaciones de seguridad pública.

DE LAS SECUELAS DEL SISMO, LAS OBRAS Y CONFLICTOS LEGALES

Guadalupe Cendejas vive en el número 42 de la avenida Constitución del 57, en el estacionamiento que colinda con “La Casa Pacheco”; ella nos comparte: “A casi un año, seguimos viviendo las consecuencias. Muchas personas no pusieron de su parte para arreglar el problema de los edificios que quedaron fracturados pero de pie”, expuso, al advertir del litigo legal del viejo inmueble de sus vecinos, que detuvo más de siete meses la demolición de la "Casa Pacheco" y consideró que eso retrasó todos los trabajos.

Hasta a mediados de julio de este año se reanudó la demolición, que nuevamente quedo inconclusa; ahora no se puede retirar el escombro, ni siquiera el que cayó cuando se terminó de destruir su cocina casa del lado del estacionamiento. Ahí se pueden constatar los daños, las láminas retorcidas del techo, trastes, muebles de cocina quedaron inservibles y a la fecha no han recogido el escombro.

Guadalupe Cendejas aseguró: “Toda mi familia pasó por problemas de salmonella, dengue y por todos los problemas de las vías respiratorias, de afecciones por bacterias, por los drenajes destapados, por el polvo”. Más aún, afirma que "no hay vida, la crisis nos ésta hundiendo. Ya se acabaron los ahorros, ya recurrimos a los préstamos para ir saliendo, y lo que se gana se reparte con los empleados; hemos pasado de la catástrofe del sismo a una destrucción económica”.

Bajo la sombra del desolado estacionamiento del centro de Jojutla, expresó que la reconstrucción ha tardado más de lo que debería y que temen que el problema se agrave con el cambio de Gobierno.

En Jojutla, el polvo que cubre las calles, los establecimientos, los mercados, las viviendas, los techos, las casitas provisionales y otros panoramas dan cuenta de que la ciudad comercial más importante en el Sur del estado sigue postrada a un año del sismo del 19s, tragedia que arrebató la vida de 27 personas, dejó sin hogar a más de tres mil familias y con apenas 40 por ciento de los locales comerciales.

La zona cero del sismo del 19 de septiembre de 2017 aún tiene edificios resquebrajados pendientes de demoler, escombros, basura, predios baldíos y trabajadores de la construcción por diferentes puntos, los cuales destruyen, edifican o reconstruyen, con una serie de limitantes que hacen más lenta y costosas las obras.

Las calles, mudas testigos de las promesas políticas de sus gobernantes, quienes le hicieron una cirugía mayor la agónica ciudad: drenajes, agua potable, pavimentaciones paralelas a obras de relumbrón para embellecer la ciudad. Mientras, los damnificados siguen sin techo y los comerciantes sin levantar locales o cortinas.

DE MALAS DECICIONES Y DINERO TIRADO A LA BASURA

Para el empresario Luis Morales Ramírez no ha sido fácil sobrevivir en medio de este caos. “Se hicieron las cosas al revés”, dijo, al coincidir con las voces de muchos comerciantes del centro de esta ciudad. "Debió reconstruirse la ciudad, las casas, los comercios, y después construir parques y remodelar calles”, agregó.

Parado sobre la calle Pensador Mexicano, de espaldas a la biblioteca municipal "Adolfo López Mateos", junto al predio donde Jorge Estudillo Mora (qed) tenía Pinturas Albert y donde se encuentra el montón de escombros del Hotel del Sur, pierde su mirada y advierte que deberán entrar camiones pesados por el escombro y después con material para la reconstrucción de locales y viviendas; por ello, lamentó que “se volverán a destruir las calles, es dinero tirado a la basura”.

Cuestionó las prioridades de los gobernantes, ya que no son las mismas de los ciudadanos “por sus utilidades”, afirmó. Además, coincidió con Roberto Huicochea y vecinos de la calle que en otro extremo se llama Himno Nacional, a quienes abandonaron sus casas y negocios por el peligro del edificio de Telmex, pues les llevó meses bajar la antena y otro tanto la demolición; lo que pasa es que aún siguen cerradas las vialidades y las actividades económicas paralizadas.

El robo y saqueo a la Plaza Ángeles fue la cereza del pastel ante la ola delictiva que azota a Jojutla todos los días, donde robos, asaltos, extorciones, secuestros y amenazas son constantes ante una marcada ausencia de las corporaciones de seguridad pública.

DE LAS SECUELAS DEL SISMO, LAS OBRAS Y CONFLICTOS LEGALES

Guadalupe Cendejas vive en el número 42 de la avenida Constitución del 57, en el estacionamiento que colinda con “La Casa Pacheco”; ella nos comparte: “A casi un año, seguimos viviendo las consecuencias. Muchas personas no pusieron de su parte para arreglar el problema de los edificios que quedaron fracturados pero de pie”, expuso, al advertir del litigo legal del viejo inmueble de sus vecinos, que detuvo más de siete meses la demolición de la "Casa Pacheco" y consideró que eso retrasó todos los trabajos.

Hasta a mediados de julio de este año se reanudó la demolición, que nuevamente quedo inconclusa; ahora no se puede retirar el escombro, ni siquiera el que cayó cuando se terminó de destruir su cocina casa del lado del estacionamiento. Ahí se pueden constatar los daños, las láminas retorcidas del techo, trastes, muebles de cocina quedaron inservibles y a la fecha no han recogido el escombro.

Guadalupe Cendejas aseguró: “Toda mi familia pasó por problemas de salmonella, dengue y por todos los problemas de las vías respiratorias, de afecciones por bacterias, por los drenajes destapados, por el polvo”. Más aún, afirma que "no hay vida, la crisis nos ésta hundiendo. Ya se acabaron los ahorros, ya recurrimos a los préstamos para ir saliendo, y lo que se gana se reparte con los empleados; hemos pasado de la catástrofe del sismo a una destrucción económica”.

Bajo la sombra del desolado estacionamiento del centro de Jojutla, expresó que la reconstrucción ha tardado más de lo que debería y que temen que el problema se agrave con el cambio de Gobierno.

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