Alejandro González Iñárritu inauguró la instalación Carne y arena, un cortometraje en realidad virtual que el cineasta dirigió en compañía del cinefotógrafo ganador del Óscar, Emmanuel Lubezki, y que fue presentado por primera vez durante la 70ª edición del Festival de Cannes.
Acompañado del jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, y del rector de la UNAM, Enrique Graue, el cineasta ganador del Óscar comentó que este cortometraje fue concebido desde hace casi cinco años tomando como base las entrevistas que el realizador tuvo con inmigrantes mexicanos durante su residencia en Estados Unidos.
“(Carne y arena) es una experiencia artística, humanística donde caminas a un lado de los migrantes”, expresó el director de Birdman y El renacido en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM, donde la exposición tendrá sede a partir del 18 de septiembre.
El cineasta explicó que el proyecto nunca fue pensado de forma política y que lamenta mucho que coincida con la realidad que se vive ahora, en referencia a las políticas del Presidente Donald Trump contra los inmigrantes mexicanos. “Me encanta que desde esta plataforma pueda tratar este tema sin hablar de buenos o malos, sino de realidades complejas malas allá de las nacionalidades”, comentó.
EXPERIENCIA ÚNICA
Una sala fría, sola y vacía como una prisión. En el piso solo hay zapatos sucios y unas botellas secas que meses atrás fueron el tesoro más preciado de sus dueños. Una desesperada alarma suena junto a la puerta que nos llevará a vivir el terror y la desesperación que miles de migrantes han sentido al intentar cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.
Descalzo, con una mochila en la espalda, unos audífonos y unos lentes especiales, la experiencia da inicio en el frío desierto de Sonora. Un grupo de migrantes que lleva días caminando está reunido en busca del sueño americano. Sin más, patrullas, helicópteros, perros y policías nos rodean; el deseo onírico se ha vuelto una pesadilla, y la experiencia que vivimos se transforma de forma irreversible.
La obra es un cortometraje de seis minutos y treinta segundos que pone al espectador en los pies de un inmigrante estancado en el frío del desierto en la frontera entre México y Estados Unidos. La experiencia, corta en tiempo pero interminable en esencia, recupera las experiencias de migrantes provenientes de Guatemala, El Salvador y México que tuvieron que dejar sus países en busca de una vida mejor.
El corto, según Iñárritu, es una experiencia única para cada persona, pues la forma en que cada uno de los espectadores se mueve e indaga en el escenario descubre algunos de los secretos guardados en este material que fluctúa entre el terror y el drama.
Después de haber sido vista por unas 700 personas en Cannes, la instalación de Carne y arena ha sido colocada en Milán y Los Ángeles. La Ciudad de México será la cuarta sede de este proyecto que posteriormente viajará a París, Atenas y Washington.