/ lunes 2 de enero de 2017

La Venta: un parque único en América Latina

Por medio de una carta, el poeta y museógrafo tabasqueñoCarlos Pellicer describió al escritor Alfonso Reyes la manera enque concibió el Parque Museo La Venta, en ese entonces, a lasafueras de la ciudad de Villahermosa, Tabasco.

Su plan, le dijo a Reyes, era conjugar los tres reinos: mineral,vegetal y animal. Para su organización, en 1951 Pellicer gestionóel traslado de varios monumentos de la zona arqueológica ubicadaen el municipio de Huimanguillo a la capital de Tabasco, debido aldescubrimiento de yacimientos petroleros que ponían en riesgo elpatrimonio arqueológico.

De esta forma, en los meses de julio y agosto de 1957 inició eltraslado de las esculturas a Villahermosa a un terreno con unaextensión de siete hectáreas a las orillas de la Laguna de lasIlusiones. “Cuando yo regrese a la capital iré a verte y teplaticaré de las cosas en que ando metido. Aquí moveremos ytrasladaremos milenios de 38 toneladas”, le escribió aReyes.

A 58 años de su fundación —un 4 de marzo de 1958—, LaVenta continúa como el único museo eco-arqueológico de América,que muestra a cielo abierto 33 esculturas monumentales que incluyenaltares, lozas de piedra con inscripciones y gigantescas cabezas dela cultura olmeca.

Sus objetivos primordiales, afirma el coordinador del museo,Mariano Gutiérrez Aparicio, son conservar, resguardar, documentar,proteger, exhibir y difundir las piezas arqueológicas, así comolos recursos biológicos de la región representados en la flora yfauna que se conserva en el lugar.

Convergen lo vegetal y mineral Las ceibas se yerguen en lo altodel cielo de Tabasco. El calor asciende mientras se adentra allaberinto que lleva a descubrir las piezas originales que componenla exposición arqueológica de La Venta y las que, inicialmente,se pretendió siguieran la distribución original con que fueronhalladas.

El camino está bordeado por un verde vegetal. Entre laexuberancia del follaje aparecen paso a paso “algunas de lasgrandes obras talladas hace unos tres mil años por escultores dela primera civilización en Mesoamérica”, como las describió lahistoriadora del arte Beatriz de la Fuente.

Considerada la cultura madre de la civilización mesoamericana,la olmeca posee una gran producción escultórica en piedra.

Para Beatriz de la Fuente, en su artículo, “Para qué lahistoria del arte prehispánico”, olmeca es el nombre con el cualse reconoce al primer gran estilo artístico de Mesoamérica. Sepresenta casi simultáneamente durante el periodo Preclásico medio(1200-600 a. C.) en varios sitios de la costa del Golfo de México:San Lorenzo, La Venta, Laguna de los Cerros y Tres Zapotes.

“Planificación y arquitectura bien definidas, espectacularesesculturas de basalto y pequeñas obras maestras de jade son losrasgos que lo caracterizan (...) El lenguaje formal y temático delas esculturas olmecas en piedra es inconfundible por su voluntadgeométrica y sentido de la monumentalidad, en las que domina unamarcada preferencia por el volumen, la pesadez de la masa, lasestructuras de formas geométricas, el predominio de lassuperficies redondeadas y, sobre todo, la justa proporciónarmónica”, afirmaró De la Fuente.

De esta forma, y según expone la investigadora, visualmente sehacen notables tres conjuntos en el mundo escultórico olmeca: elde figuras humanas, que es el más abundante; el de figurascompuestas, constituidas por formas corporales humanas y rasgosanimales o fantásticos en el rostro y las extremidades; y elconjunto, más escaso, integrado por figuras de animales.

La colección arqueológica del Parque Museo La Venta se puedeclasificar en cuatro grupos: estelas, altares, las cabezascolosales y el grupo de monumentos no clasificados.

De ellas destacan el Altar Triunfal y el Altar de los Niños,los mascarones con el rostro de jaguar, la Estela del Rey, laAbuela, el Mono Mirando al Cielo y tres de las cuatro monumentalescabezas.

El caso de la Abuela, se trata de una emblemática esculturatallada en bulto, que aparenta representar, por sus rasgos facialesy expresión corporal, a una anciana hincada con sus piernasflexionadas hacia un lado. Una de las pocas obras en que serepresenta a una mujer.

El Altar Triunfal es quizá una de las piezas mássobresalientes del recorrido. Según se afirma en la descripciónmuseográfica, posee un importante significado iconográfico yrefleja la gran habilidad técnica del escultor que representó alpersonaje central, casi desprendido del bloque de piedra, el cualemerge de una cueva que representa el inframundo.

Situada a la orilla de la Laguna de las Ilusiones, la CabezaColosal del Guerrero Olmeca es una de las esculturas mejorconservadas y quizá, la más representativa de la colección delmuseo. Si se sigue el camino del parque se llega al áreazoológica, la cual resguarda algunas especies de la región enpeligro de extinción.

Gutiérrez Aparicio explica que “única y exclusivamente”tienen fauna local. Entre ella cuatro ejemplares de jaguares,felinos menores, cocodrilos y 525 especies de aves, además de unherpetario.

El médico del área zoológica tiene un equipo de tresveterinarios, dos biólogos, además de personal demantenimiento.

Una tarea fundamental del museo es proporcionar servicioseducativos, por lo que se realizan talleres para niños y jóvenesya sean de centros escolares o de público en general, además devisitas guiadas.

Según el coordinador, el museo recibe, en temporadas altas,hasta 22 mil 500 visitantes en semanas de vacaciones.

“Es un lugar importante y para todo aquel turista que va aPalenque o la península de Yucatán, es un paseo obligado. Es unpulmón además dentro de la ciudad de Villahermosa. El reto quetenemos es la conservación de las piezas monumentales, procurar elestado óptimo de los animales en cautiverio y brindar cada vezmás una mejor atención al público”, expresa GutiérrezAparicio.

Legado museográfico Escritor, poeta, museólogo y político,Carlos Pellicer nació en San Juan Bautista, hoy Villahermosa,Tabasco, en 1897. Su obra poética fue reconocida en 1964 con elPremio Nacional de Literatura.

Considerado un poeta “ajeno a la moda”, pero ligado al grupode Los Contemporáneos, su trabajo se describe perfectamente en lanota de la antología Poesía en movimiento. México 1915-1966,editada por Octavio Paz: “Pellicer redescubrió la hermosura delmundo: el sol que arde sobre los ríos vegetales del trópico, elmar que a cada instante llega por vez primera a la playa. Suspalabras quieren reordenar la creación. Y en ese trópicoentrañable los elementos se concilian: la tierra, el aire, elagua, el fuego le permiten mirar en carne viva la belleza deDios”.

Pero ante su obra poética, Pellicer construyó un legadomuseográfico que persiste, al igual que sus poemas. Comomuseógrafo, organizó siete recintos: Museo de Tabasco (1952);Museo de Antropología de Hermosillo (1956), Casa Museo Frida Kahlo(1958); Museo Parque La Venta (1958), Museo Anahuacalli de DiegoRivera (1964), Museo Arqueológico de Tepoztlán (1965) y MuseoRegional de Arqueología Carlos Pellicer Cámara (1974).

Para su sobrino, Carlos Pellicer López, en una entrevistapublicada por la Secretaría de Cultura, “se podría hacer unaexposición con sus aportes a la museografía, su coleccionismo dearte prehispánico y arte moderno. Porque, cuando trabajó enBellas Artes, contribuyó a la promoción de artistas como JoséMaría Velasco, Joaquín Clausell, José Guadalupe Posada, JoséClemente Orozco, Rufino Tamayo, etcétera”.

Sin duda, su obra museística constituía un reto tan importanteen su creación personal tanto como la poética. Al respecto, elpoeta afirmaría: “Cuando hago un museo y los he hecho siempresolo; todos los errores son míos, y si hay aciertos también sonmíos. Para mí, hombre confundido con la tierra, las palabras sondemasiado volátiles: se me escapan de las manos. En laorganización de estos espacios es donde me encuentro con menosobstáculos, con mayor posibilidad de ejercer, de establecer elorden”.

Para Carlos Pellicer, como le escribiría a Reyes, el ParqueMuseo La Venta fue “la obra de mi vida. Hago un poema con lostres reinos y mucho hombre”.

Por medio de una carta, el poeta y museógrafo tabasqueñoCarlos Pellicer describió al escritor Alfonso Reyes la manera enque concibió el Parque Museo La Venta, en ese entonces, a lasafueras de la ciudad de Villahermosa, Tabasco.

Su plan, le dijo a Reyes, era conjugar los tres reinos: mineral,vegetal y animal. Para su organización, en 1951 Pellicer gestionóel traslado de varios monumentos de la zona arqueológica ubicadaen el municipio de Huimanguillo a la capital de Tabasco, debido aldescubrimiento de yacimientos petroleros que ponían en riesgo elpatrimonio arqueológico.

De esta forma, en los meses de julio y agosto de 1957 inició eltraslado de las esculturas a Villahermosa a un terreno con unaextensión de siete hectáreas a las orillas de la Laguna de lasIlusiones. “Cuando yo regrese a la capital iré a verte y teplaticaré de las cosas en que ando metido. Aquí moveremos ytrasladaremos milenios de 38 toneladas”, le escribió aReyes.

A 58 años de su fundación —un 4 de marzo de 1958—, LaVenta continúa como el único museo eco-arqueológico de América,que muestra a cielo abierto 33 esculturas monumentales que incluyenaltares, lozas de piedra con inscripciones y gigantescas cabezas dela cultura olmeca.

Sus objetivos primordiales, afirma el coordinador del museo,Mariano Gutiérrez Aparicio, son conservar, resguardar, documentar,proteger, exhibir y difundir las piezas arqueológicas, así comolos recursos biológicos de la región representados en la flora yfauna que se conserva en el lugar.

Convergen lo vegetal y mineral Las ceibas se yerguen en lo altodel cielo de Tabasco. El calor asciende mientras se adentra allaberinto que lleva a descubrir las piezas originales que componenla exposición arqueológica de La Venta y las que, inicialmente,se pretendió siguieran la distribución original con que fueronhalladas.

El camino está bordeado por un verde vegetal. Entre laexuberancia del follaje aparecen paso a paso “algunas de lasgrandes obras talladas hace unos tres mil años por escultores dela primera civilización en Mesoamérica”, como las describió lahistoriadora del arte Beatriz de la Fuente.

Considerada la cultura madre de la civilización mesoamericana,la olmeca posee una gran producción escultórica en piedra.

Para Beatriz de la Fuente, en su artículo, “Para qué lahistoria del arte prehispánico”, olmeca es el nombre con el cualse reconoce al primer gran estilo artístico de Mesoamérica. Sepresenta casi simultáneamente durante el periodo Preclásico medio(1200-600 a. C.) en varios sitios de la costa del Golfo de México:San Lorenzo, La Venta, Laguna de los Cerros y Tres Zapotes.

“Planificación y arquitectura bien definidas, espectacularesesculturas de basalto y pequeñas obras maestras de jade son losrasgos que lo caracterizan (...) El lenguaje formal y temático delas esculturas olmecas en piedra es inconfundible por su voluntadgeométrica y sentido de la monumentalidad, en las que domina unamarcada preferencia por el volumen, la pesadez de la masa, lasestructuras de formas geométricas, el predominio de lassuperficies redondeadas y, sobre todo, la justa proporciónarmónica”, afirmaró De la Fuente.

De esta forma, y según expone la investigadora, visualmente sehacen notables tres conjuntos en el mundo escultórico olmeca: elde figuras humanas, que es el más abundante; el de figurascompuestas, constituidas por formas corporales humanas y rasgosanimales o fantásticos en el rostro y las extremidades; y elconjunto, más escaso, integrado por figuras de animales.

La colección arqueológica del Parque Museo La Venta se puedeclasificar en cuatro grupos: estelas, altares, las cabezascolosales y el grupo de monumentos no clasificados.

De ellas destacan el Altar Triunfal y el Altar de los Niños,los mascarones con el rostro de jaguar, la Estela del Rey, laAbuela, el Mono Mirando al Cielo y tres de las cuatro monumentalescabezas.

El caso de la Abuela, se trata de una emblemática esculturatallada en bulto, que aparenta representar, por sus rasgos facialesy expresión corporal, a una anciana hincada con sus piernasflexionadas hacia un lado. Una de las pocas obras en que serepresenta a una mujer.

El Altar Triunfal es quizá una de las piezas mássobresalientes del recorrido. Según se afirma en la descripciónmuseográfica, posee un importante significado iconográfico yrefleja la gran habilidad técnica del escultor que representó alpersonaje central, casi desprendido del bloque de piedra, el cualemerge de una cueva que representa el inframundo.

Situada a la orilla de la Laguna de las Ilusiones, la CabezaColosal del Guerrero Olmeca es una de las esculturas mejorconservadas y quizá, la más representativa de la colección delmuseo. Si se sigue el camino del parque se llega al áreazoológica, la cual resguarda algunas especies de la región enpeligro de extinción.

Gutiérrez Aparicio explica que “única y exclusivamente”tienen fauna local. Entre ella cuatro ejemplares de jaguares,felinos menores, cocodrilos y 525 especies de aves, además de unherpetario.

El médico del área zoológica tiene un equipo de tresveterinarios, dos biólogos, además de personal demantenimiento.

Una tarea fundamental del museo es proporcionar servicioseducativos, por lo que se realizan talleres para niños y jóvenesya sean de centros escolares o de público en general, además devisitas guiadas.

Según el coordinador, el museo recibe, en temporadas altas,hasta 22 mil 500 visitantes en semanas de vacaciones.

“Es un lugar importante y para todo aquel turista que va aPalenque o la península de Yucatán, es un paseo obligado. Es unpulmón además dentro de la ciudad de Villahermosa. El reto quetenemos es la conservación de las piezas monumentales, procurar elestado óptimo de los animales en cautiverio y brindar cada vezmás una mejor atención al público”, expresa GutiérrezAparicio.

Legado museográfico Escritor, poeta, museólogo y político,Carlos Pellicer nació en San Juan Bautista, hoy Villahermosa,Tabasco, en 1897. Su obra poética fue reconocida en 1964 con elPremio Nacional de Literatura.

Considerado un poeta “ajeno a la moda”, pero ligado al grupode Los Contemporáneos, su trabajo se describe perfectamente en lanota de la antología Poesía en movimiento. México 1915-1966,editada por Octavio Paz: “Pellicer redescubrió la hermosura delmundo: el sol que arde sobre los ríos vegetales del trópico, elmar que a cada instante llega por vez primera a la playa. Suspalabras quieren reordenar la creación. Y en ese trópicoentrañable los elementos se concilian: la tierra, el aire, elagua, el fuego le permiten mirar en carne viva la belleza deDios”.

Pero ante su obra poética, Pellicer construyó un legadomuseográfico que persiste, al igual que sus poemas. Comomuseógrafo, organizó siete recintos: Museo de Tabasco (1952);Museo de Antropología de Hermosillo (1956), Casa Museo Frida Kahlo(1958); Museo Parque La Venta (1958), Museo Anahuacalli de DiegoRivera (1964), Museo Arqueológico de Tepoztlán (1965) y MuseoRegional de Arqueología Carlos Pellicer Cámara (1974).

Para su sobrino, Carlos Pellicer López, en una entrevistapublicada por la Secretaría de Cultura, “se podría hacer unaexposición con sus aportes a la museografía, su coleccionismo dearte prehispánico y arte moderno. Porque, cuando trabajó enBellas Artes, contribuyó a la promoción de artistas como JoséMaría Velasco, Joaquín Clausell, José Guadalupe Posada, JoséClemente Orozco, Rufino Tamayo, etcétera”.

Sin duda, su obra museística constituía un reto tan importanteen su creación personal tanto como la poética. Al respecto, elpoeta afirmaría: “Cuando hago un museo y los he hecho siempresolo; todos los errores son míos, y si hay aciertos también sonmíos. Para mí, hombre confundido con la tierra, las palabras sondemasiado volátiles: se me escapan de las manos. En laorganización de estos espacios es donde me encuentro con menosobstáculos, con mayor posibilidad de ejercer, de establecer elorden”.

Para Carlos Pellicer, como le escribiría a Reyes, el ParqueMuseo La Venta fue “la obra de mi vida. Hago un poema con lostres reinos y mucho hombre”.

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