Por Adriana Barrales Guevara
Ya han pasado seis meses después del inicio de la aplicación del Nuevo Modelo Educativo en nuestro país, también conocido como la Nueva Escuela Mexicana. Es por ello que es importante saber si el gremio magisterial ya se encuentra familiarizado con los materiales educativos de este modelo que tiene que ver, principalmente, con los libros de texto que son los que han causado mayo revuelo entre la sociedad. También sería importante saber el nivel de cohesión existente entre los maestros y el entendimiento del modelo en general, pues los ejes articuladores, los contenidos, los campos formativos y los procesos de desarrollo de aprendizaje (PDA) han sido un continuo conflicto a la hora de llevar todo a la práctica.
Esta situación nos invita a reflexionar si es que el gremio aplica y pone realmente en práctica, bajo su contexto áulico o de comunidad, lo dispuesto por la normativa federal, pues una cosa es lo que se indica en las leyes y en los Consejos Técnicos Escolares y otra muy diferente lo que realmente se trabaja en los salones y las clases, sobre todo por el poco entendimiento del modelo y la renuencia que causa en todos aquellos que siguen presentando dudas razonables y que nadie ha sido capaz de resolver concretamente.
El trabajo de un docente sigue siendo enorme porque se tiene que seguir con el proceso de aprendizaje que genere conocimiento significativo en el alumnado, situación que no siempre queda de manifiesto ni claro cuando es el propio docente quien presenta graves deficiencias en la concepción de la Nueva Escuela Mexicana, como los proyectos a realizar basados en la interdisciplinariedad de los campos formativos y sus ejes articuladores.
Además de todo ello, la exigencia al docente sigue siendo la misma pues se tiene el compromiso de dar seguimiento a las carencias más graves del sistema educativo y que tienen que ver con la comprensión lectora, coherencia en la redacción de textos, así como en la comprensión y ejecución de los problemas matemáticos, porque no solo se limita a que el docente enseñe y transmita conceptos, sino que se trata de darle al educando herramientas que le permitan resolver problemas de la vida diaria basado en un análisis exhaustivo de su contexto. Sin embargo, pensando que esto ya sucedía desde modelos educativos anteriores, el problema radica en que se pide lo mismo, pero de otra manera, la cual no ha sido esclarecida desde las autoridades, a pesar de los intentos desde el gobierno y desde el propio gremio sindical que, sin ser su obligación, ha colaborado significativamente en la creación de cursos y talleres en favor de sus agremiados y de la niñez mexicana.
Ahora, la principal preocupación del gremio magisterial no radica únicamente en entender todo lo anteriormente señalado, sino en que una vez analizado y hecho propio, no se sabe cómo aplicarlo ni en qué momento hacerlo a lo largo de los proyectos de aula, de escuela o de comunidad, pues cada quien, como se ha mencionado en otras columnas previas, entiende y hace lo que puede con información que se brinda desde quienes también hacen lo que pueden con lo que tienen.
Ahora, no se trata solo de señalar las áreas de oportunidad que tiene este modelo educativo, sino de proponer alternativas de solución que tienen que ver con el entendimiento del propio modelo desde una percepción personal -como docente- y otra como parte de un gremio que no ha perdido la brújula y que tiene cada día mayor compromiso con la educación de la niñez mexicana.
Es por ello que en estas líneas propongo las siguientes acciones que pudieran ser utilizadas, o al menos contempladas para su análisis, en los diferentes momentos que el calendario escolar lo permita en el último trimestre del ciclo escolar actual: A) Se puede iniciar compartiendo en el colectivo escolar los planes de trabajo para que cada uno de los participantes tenga la oportunidad de tomar lo que mejor le convenga de acuerdo a su contexto áulico. B) También sugiero un intercambio continuo de experiencias en la metodología de aula sobre los temas medulares de los aprendizajes que se desarrollen directamente entre compañeros de centro de trabajo, es decir, que el de un grado tenga la oportunidad de explicar un tema en otro grupo o salón. C) Finalmente, sugiero que desde las direcciones y autoridades escolares se plantee un proyecto integrador de todos los grados en el que participen y se involucren las propias autoridades, además de los alumnos y profesores, porque la fuerza radica en el equipo y lo que este aporta a los individuos, ¿Estás de acuerdo?
ADRIANA BARRALES GUEVARA es Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Ciencias y Administración, así como Licenciada en Danza Folclórica Mexicana por la Escuela de Bellas Artes del Estado.