/ lunes 26 de febrero de 2024

Guerrero, estado fallido

Hablando con amigas y amigos de Guerrero, en particular de Acapulco, a cuatro meses del paso del huracán Otis, me doy cuenta que las secuelas son tan graves y dolorosas como la propia destrucción material inmediata ocasionada por el meteoro.

Los más de diez mil elementos de la Guardia Nacional que están asentados en el puerto de Acapulco no son capaces de impedir las ejecuciones que se dan de manera cotidiana, no en el cerro, no en las colonias alejadas, en plena avenida Costera Miguel Alemán. La Guardia Nacional es incapaz de impedir los saqueos que todavía se dan en la zona Diamante.

Por otro lado, las personas damnificadas a las cuales no les ha llegado la ayuda que reclaman a gritos, bloquean la Costera ya de por sí colapsada por la falta de semáforos y la anarquía del transporte tolerado que se disputa a toda velocidad cada centímetro de calle.

En otras importantes ciudades del estado de Guerrero, como en Taxco o Chilpancingo, han estado colapsadas con paros del transporte en protesta por la violencia y por el miedo de los choferes y operadores ante las agresiones y ejecuciones que han sufrido por parte de los grupos delincuenciales, todo esto ante la ausencia del gobierno estatal.

Ha aparecido en los noticieros nacionales el líder de uno de los grupos delincuenciales que se disputa el territorio, platicando con la presidenta municipal de Chilpancingo y después el mismo líder en una entrevista de Latinus afirmando que a él le consta que otro de los grupos que operan en el territorio nacional apoyó con recursos la campaña del entonces candidato a la presidencia en 2006, AMLO. La presidenta municipal sigue tan campante y el presidente niega y descalifica la entrevista.

Se supo que cuatro obispos de la iglesia católica de Guerrero han participado en varias reuniones con los lideres de los grupos delincuenciales que operan en el estado para establecer un espacio de diálogo y negociación. El presidente reconoció el papel de los obispos e incluso mostró su beneplácito por su participación en la pacificación del estado; todo esto ante el fracaso del gobierno estatal y del federal, que él mismo encabeza, en el combate a la violencia e inseguridad por su fallida política de abrazos y no balazos.

El senador guerrerense y padre de la gobernadora, se fue duro contra la participación de la iglesia y de los obispos católicos, afirmando con ese tono que lo caracteriza: “cero, cero iglesia católica en asuntos de gobierno”, y fue más allá diciendo “en este país puede haber obispos que representen a Dios y otros que representen al diablo..”

Entre tanto los obispos católicos anunciaron un acuerdo entre los grupos más importantes de la delincuencia que opera en Guerrero bajo la mediación de la iglesia. No conocemos el contenido de los acuerdos entre los grupos que dominan de facto en el estado, sin embargo, podemos suponer que entre los mismos está una repartición de las fronteras de actuación de cada uno de ellos en el territorio, es decir, la repartición del territorio, no solo para el tema de la producción y distribución de la droga, sino para cobrar a la sociedad los impuestos ilegales como el derecho de piso, la extorsión a los productores, comerciantes, empresarios, etcétera. La sociedad de Guerrero está en manos de la delincuencia.

Esto dibuja una realidad que supera cualquier ficción, el estado ha sido rebasado por los poderes fácticos que son los que imponen sus reglas en Guerrero.

Mientras tato la gobernadora se toma fotos con la candidata Claudia, se pasea, va a eventos sociales y reitera, junto a su padre, su convicción cuatroteísta y su devoción por el gran líder transformador que la llevó hasta donde está.

Las secuelas de Otis son más profundas de las que imaginamos, la anarquía y el desorden se nutre de la ausencia de gobierno y la simulación; mientras tanto Guerrero es ya un estado fallido.

Hablando con amigas y amigos de Guerrero, en particular de Acapulco, a cuatro meses del paso del huracán Otis, me doy cuenta que las secuelas son tan graves y dolorosas como la propia destrucción material inmediata ocasionada por el meteoro.

Los más de diez mil elementos de la Guardia Nacional que están asentados en el puerto de Acapulco no son capaces de impedir las ejecuciones que se dan de manera cotidiana, no en el cerro, no en las colonias alejadas, en plena avenida Costera Miguel Alemán. La Guardia Nacional es incapaz de impedir los saqueos que todavía se dan en la zona Diamante.

Por otro lado, las personas damnificadas a las cuales no les ha llegado la ayuda que reclaman a gritos, bloquean la Costera ya de por sí colapsada por la falta de semáforos y la anarquía del transporte tolerado que se disputa a toda velocidad cada centímetro de calle.

En otras importantes ciudades del estado de Guerrero, como en Taxco o Chilpancingo, han estado colapsadas con paros del transporte en protesta por la violencia y por el miedo de los choferes y operadores ante las agresiones y ejecuciones que han sufrido por parte de los grupos delincuenciales, todo esto ante la ausencia del gobierno estatal.

Ha aparecido en los noticieros nacionales el líder de uno de los grupos delincuenciales que se disputa el territorio, platicando con la presidenta municipal de Chilpancingo y después el mismo líder en una entrevista de Latinus afirmando que a él le consta que otro de los grupos que operan en el territorio nacional apoyó con recursos la campaña del entonces candidato a la presidencia en 2006, AMLO. La presidenta municipal sigue tan campante y el presidente niega y descalifica la entrevista.

Se supo que cuatro obispos de la iglesia católica de Guerrero han participado en varias reuniones con los lideres de los grupos delincuenciales que operan en el estado para establecer un espacio de diálogo y negociación. El presidente reconoció el papel de los obispos e incluso mostró su beneplácito por su participación en la pacificación del estado; todo esto ante el fracaso del gobierno estatal y del federal, que él mismo encabeza, en el combate a la violencia e inseguridad por su fallida política de abrazos y no balazos.

El senador guerrerense y padre de la gobernadora, se fue duro contra la participación de la iglesia y de los obispos católicos, afirmando con ese tono que lo caracteriza: “cero, cero iglesia católica en asuntos de gobierno”, y fue más allá diciendo “en este país puede haber obispos que representen a Dios y otros que representen al diablo..”

Entre tanto los obispos católicos anunciaron un acuerdo entre los grupos más importantes de la delincuencia que opera en Guerrero bajo la mediación de la iglesia. No conocemos el contenido de los acuerdos entre los grupos que dominan de facto en el estado, sin embargo, podemos suponer que entre los mismos está una repartición de las fronteras de actuación de cada uno de ellos en el territorio, es decir, la repartición del territorio, no solo para el tema de la producción y distribución de la droga, sino para cobrar a la sociedad los impuestos ilegales como el derecho de piso, la extorsión a los productores, comerciantes, empresarios, etcétera. La sociedad de Guerrero está en manos de la delincuencia.

Esto dibuja una realidad que supera cualquier ficción, el estado ha sido rebasado por los poderes fácticos que son los que imponen sus reglas en Guerrero.

Mientras tato la gobernadora se toma fotos con la candidata Claudia, se pasea, va a eventos sociales y reitera, junto a su padre, su convicción cuatroteísta y su devoción por el gran líder transformador que la llevó hasta donde está.

Las secuelas de Otis son más profundas de las que imaginamos, la anarquía y el desorden se nutre de la ausencia de gobierno y la simulación; mientras tanto Guerrero es ya un estado fallido.

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