/ lunes 15 de mayo de 2023

Atención es prevención

Es muy alarmante el incremento de los intentos de fraude, extorsión, secuestros virtuales y otros delitos que se dan vía telefónica, redes y mensajes de texto.

Es cada vez más común recibir falsos mensajes de supuestamente algún banco solicitando alguna autorización o bien informando de una supuesta compra o cargo hecho a nuestra cuenta, al momento de responder el mensaje nos solicitan ciertos datos, si en ese momento se los compartes eres víctima de robo a tus cuentas o das luz verde a que realicen compras con tus tarjetas.

Otra modalidad de delito es el engaño telefónico que simula el secuestro de un familiar cercano, ya sea hija, hijo o padres. Llamadas telefónicas que normalmente inician en un tono tranquilo y que a medida que transcurre la llamada el tono va siendo cada vez más amenazante, generando un estado de pánico para el receptor.

Cuando el delincuente que está haciendo la llamada desde el interior de algún penal del país, logra meter en pánico a su víctima, esta misma es la que le proporciona la información personal, datos, nombres y fechas que al delincuente le permite ser más creíble en su narrativa y manipular a la víctima a su antojo. El miedo es el instrumento.

En mi experiencia como secretario de gobierno, atendimos varios casos en los cuales los delincuentes manipulaban a sus víctimas al grado de lograr que, a partir de una llamada de este tipo, al escuchar las amenazas vertidas, acudieran a comprar un teléfono móvil, apagaran su teléfono celular, fueran a un hotel cercano, se encerraran sin salir ni hablar con nadie y solo estar en comunicación con los delincuentes por el teléfono adquirido; completamente manipulados por los extorsionadores.

Mientras tanto el delincuente llamaba a la familia, diciéndole que su familiar estaba secuestrado, cuando realmente estaba auto encerrado e incomunicado en un hotel, para solicitarle una cantidad fuerte de dinero que debía depositar en una cuenta de esas que se abren en alguna tienda departamental. La familia que recibía la llamada del extorsionador intentaba comunicarse con su familiar sin lograrlo, entrando en pánico, dado que este tenía ya su celular apagado, entonces en la mayoría de los casos procedía a realizar el pago solicitado en una tienda o en una sucursal bancaria.

Las víctimas y sus familias quedaban marcadas para siempre; en la mayoría de los casos en los cuales intervenían la autoridades estatales y federales, a pesar de que se lograba localizar y liberar a las víctimas en algún hotel o escondidos en algún otro lugar, a pesar de esto y de mostrarles las evidencias que demostraban que habían sido víctimas de un engaño telefónico por parte de internos que se encontraban en algún penal de país, las víctimas no lo creían, seguían asegurando que realmente habían sido vigilados, seguidos por los delincuentes en todo momento.

La capacidad de estos delincuentes de generar psicosis en las personas que caen en el engaño es impresionante; son capaces de ir obteniendo la información de las familias, datos relevantes que las mismas personas les proporcionan sin darse cuenta de que están siendo víctimas de un engaño; el miedo hace que se den nombres y señas de algún integrante de la familia.

Otra fuente de información para los delincuentes son las redes sociales, donde se publican fotografías familiares, personales, nombres, ubicaciones, hábitos, gustos, viajes, aficiones, amistades, alegrías y zozobras, logros y fracasos.

El hecho que sigan sucediendo este tipo de engaños, extorsiones y secuestros virtuales solo se explica a partir de la corrupción que impera en la inmensa mayoría de los penales estatales y federales a lo largo y ancho del país. Desde estos lugares salen las llamadas de extorsión, precisamente en donde debiera estar prohibido el uso de teléfonos celulares. Otra consecuencia nefasta de la corrupción imperante en estos lugares.

Estamos entrando en la era de la inteligencia artificial, es de suponerse que los delitos cibernéticos se incrementarán y serán mucho más sofisticados, aunado a los ya potentes algoritmos existentes, que a partir de lo que hacemos y vemos en la red, nos conocen más que nosotros mismos; cada día y en adelante habremos de ir con muchísimo más cuidado para no ser víctimas de delitos que pongan en riesgo la vida, la integridad o el patrimonio de nosotros y nuestras familias.

Para prevenir delitos debemos de poner muchísima más atención a cada mensaje, llamada, o cualquier tipo de comunicación que nos llegue a nuestras redes, al teléfono o al correo electrónico.

Es muy alarmante el incremento de los intentos de fraude, extorsión, secuestros virtuales y otros delitos que se dan vía telefónica, redes y mensajes de texto.

Es cada vez más común recibir falsos mensajes de supuestamente algún banco solicitando alguna autorización o bien informando de una supuesta compra o cargo hecho a nuestra cuenta, al momento de responder el mensaje nos solicitan ciertos datos, si en ese momento se los compartes eres víctima de robo a tus cuentas o das luz verde a que realicen compras con tus tarjetas.

Otra modalidad de delito es el engaño telefónico que simula el secuestro de un familiar cercano, ya sea hija, hijo o padres. Llamadas telefónicas que normalmente inician en un tono tranquilo y que a medida que transcurre la llamada el tono va siendo cada vez más amenazante, generando un estado de pánico para el receptor.

Cuando el delincuente que está haciendo la llamada desde el interior de algún penal del país, logra meter en pánico a su víctima, esta misma es la que le proporciona la información personal, datos, nombres y fechas que al delincuente le permite ser más creíble en su narrativa y manipular a la víctima a su antojo. El miedo es el instrumento.

En mi experiencia como secretario de gobierno, atendimos varios casos en los cuales los delincuentes manipulaban a sus víctimas al grado de lograr que, a partir de una llamada de este tipo, al escuchar las amenazas vertidas, acudieran a comprar un teléfono móvil, apagaran su teléfono celular, fueran a un hotel cercano, se encerraran sin salir ni hablar con nadie y solo estar en comunicación con los delincuentes por el teléfono adquirido; completamente manipulados por los extorsionadores.

Mientras tanto el delincuente llamaba a la familia, diciéndole que su familiar estaba secuestrado, cuando realmente estaba auto encerrado e incomunicado en un hotel, para solicitarle una cantidad fuerte de dinero que debía depositar en una cuenta de esas que se abren en alguna tienda departamental. La familia que recibía la llamada del extorsionador intentaba comunicarse con su familiar sin lograrlo, entrando en pánico, dado que este tenía ya su celular apagado, entonces en la mayoría de los casos procedía a realizar el pago solicitado en una tienda o en una sucursal bancaria.

Las víctimas y sus familias quedaban marcadas para siempre; en la mayoría de los casos en los cuales intervenían la autoridades estatales y federales, a pesar de que se lograba localizar y liberar a las víctimas en algún hotel o escondidos en algún otro lugar, a pesar de esto y de mostrarles las evidencias que demostraban que habían sido víctimas de un engaño telefónico por parte de internos que se encontraban en algún penal de país, las víctimas no lo creían, seguían asegurando que realmente habían sido vigilados, seguidos por los delincuentes en todo momento.

La capacidad de estos delincuentes de generar psicosis en las personas que caen en el engaño es impresionante; son capaces de ir obteniendo la información de las familias, datos relevantes que las mismas personas les proporcionan sin darse cuenta de que están siendo víctimas de un engaño; el miedo hace que se den nombres y señas de algún integrante de la familia.

Otra fuente de información para los delincuentes son las redes sociales, donde se publican fotografías familiares, personales, nombres, ubicaciones, hábitos, gustos, viajes, aficiones, amistades, alegrías y zozobras, logros y fracasos.

El hecho que sigan sucediendo este tipo de engaños, extorsiones y secuestros virtuales solo se explica a partir de la corrupción que impera en la inmensa mayoría de los penales estatales y federales a lo largo y ancho del país. Desde estos lugares salen las llamadas de extorsión, precisamente en donde debiera estar prohibido el uso de teléfonos celulares. Otra consecuencia nefasta de la corrupción imperante en estos lugares.

Estamos entrando en la era de la inteligencia artificial, es de suponerse que los delitos cibernéticos se incrementarán y serán mucho más sofisticados, aunado a los ya potentes algoritmos existentes, que a partir de lo que hacemos y vemos en la red, nos conocen más que nosotros mismos; cada día y en adelante habremos de ir con muchísimo más cuidado para no ser víctimas de delitos que pongan en riesgo la vida, la integridad o el patrimonio de nosotros y nuestras familias.

Para prevenir delitos debemos de poner muchísima más atención a cada mensaje, llamada, o cualquier tipo de comunicación que nos llegue a nuestras redes, al teléfono o al correo electrónico.

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