/ jueves 15 de agosto de 2019

Las profundas raíces de la hostilidad de EU hacia México

Dichas raíces se remontan a la llegada de los primeros colonos ingleses a las costas del este de Norteamérica

La animadversión en Estados Unidos hacia los mexicanos e hispanos en general, como ha demostrado la masacre de hace dos semanas en El Paso, Texas, tiene profundas raíces en la historia del país y se remonta a la llegada de los primeros colonos ingleses a las costas del este de Norteamérica.

Al rencor hacia todo lo que representa el mundo hispano se une también el profundo desconocimiento de la historia de Estados Unidos y la importancia de los exploradores españoles desde principios del siglo XVI, mucho antes que llegaran los ingleses.

De otra forma no se entienden ciertas ideas como las del presunto autor de la masacre de El Paso (Texas) de hace dos semanas, Patrick Crusius, sobre la "invasión hispana de Texas" y su objetivo de matar mexicanos, según confesó a la Policía.

En la masacre del pasado 3 de agosto en un centro comercial de El Paso murieron 22 personas, 8 de ellas de nacionalidad mexicana, y 24 resultaron heridas, muchos de ellas de gravedad.

Tras los tiroteos registrados el fin de semana en Estados Unidos, así han sido los homenajes a las víctimas en El Paso, Ohio y Chicago. Foto: AFP

La confesión de Crusius ha provocado estupefacción en México por la magnitud del resentimiento hacia lo hispano después de sufrir desde hace tres años la retórica incendiaria y humillante del presidente Donald Trump contra los mexicanos.

"Desde la llegada de los colonos ingleses a la costa este de Estados Unidos (principios del siglo XVII) ya tenían un fuerte resentimiento hacia España y el catolicismo. Ese fuerte rencor se extendió luego hacia lo hispano y México", explica a Efe el profesor Silvestre Villegas Revueltas, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM).

La antipatía inicial hacia el catolicismo de los puritanos ingleses fue posteriormente tomando forma y con la independencia de Estados Unidos de la corona inglesa en 1776 se diseñó desde Washington un plan estratégico de expansión y ocupación del resto del continente.

"México sufre dos sonrojantes derrotas en el enfrentamiento bélico con Estados Unidos: en 1836 y en 1848, cuando se firma el Tratado de Guadalupe Hidalgo por el que México pierde la mitad de su territorio, mientras que Estados Unidos se convierte en una potencia regional", asegura el profesor Villegas.

El expansionismo de Estados Unidos se extiende por un lado hacia el sur y por otro hacia el oeste al ocupar California y también extenderse hacia el Pacifico, como lo explica su posterior ocupación de las islas de Hawai.

Tras el Tratado de Guadalupe Hidalgo, los mexicanos de Texas y otros estados se convierten en ciudadanos con plenos derechos de Estados Unidos, pero la animadversión hacia ellos de los protestantes ingleses o alemanes se ha mantenido con un significativo componente racial.

México pierde en 1848 los territorios de los actuales estados de Nuevo México, Texas, Arizona, Utah, Colorado, Nevada y California, pero sus pobladores mexicanos se quedan ocupando las tierras mucho antes de que llegaran los anglosajones.

"El sentimiento antihispano permanece sin cambios. Es un rechazo implícito al catolicismo y a una cultura hispana viva y pujante", asegura el profesor Villegas.

Lo que ha hecho Donald Trump desde su exitosa campaña electoral de 2016 es explotar un sentimiento natural ya enraizado en muchos estadounidenses que claramente detestan lo que representa México y el mundo hispano.

Nunca antes ningún político como Trump se había atrevido a calificar a los mexicanos de "violadores y criminales", pero desde los padres fundadores de Estados Unidos como Thomas Jefferson y John Adams a presidentes como William Taft y Richard Nixon no ocultaron su rechazo hacia lo hispano por la superioridad racial estadounidense y su deseo de dominio sobre todo el continente.

"México ha tenido que convivir durante los dos últimos siglos con la amenaza histórica y real del poderoso e imperialista vecino del Norte, y hoy más que nunca con Donald Trump y sus humillaciones", asegura Ángel Delgado, profesor hispanista de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EE.UU.).

Entre los insultos de Trump y la masacre provocada por Patrick Crusius en El Paso los mexicanos sufren en Estados Unidos un mayor clima de hostilidad, por lo que el Gobierno mexicano está reforzando los equipos de seguridad de sus representaciones consulares.

La Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) de México indicó esta semana que sus consulados en Estados Unidos han apreciado "un fuerte incremento en el ambiente hostil hacia las minorías, ataques programados, marchas que fomentan la xenofobia y fuertes debates en la televisión estadounidense".

¿Qué puede hacer el Gobierno mexicano para combatir la hostilidad de Estados Unidos? El profesor Villegas estima que la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido la correcta y la más realista, al igual que han hecho otros mandatarios mexicanos en el pasado.

"Ante el acoso estadounidense los presidentes mexicanos han respondido siempre con mesura al reconocer que si se contesta demasiado fuerte a Washington, este responde con una invasión o con su diplomacia de los cañones", asegura Villegas.

Con un 80 % de las exportaciones mexicanas destinadas a Estados Unidos, México tiene poca capacidad de maniobra ante Trump y de ahí la resignación histórica a tratar de entenderse con el vecino del norte. Pero ahora, en un ambiente de mayor hostilidad y peligros como ha demostrado la masacre de El Paso.

La animadversión en Estados Unidos hacia los mexicanos e hispanos en general, como ha demostrado la masacre de hace dos semanas en El Paso, Texas, tiene profundas raíces en la historia del país y se remonta a la llegada de los primeros colonos ingleses a las costas del este de Norteamérica.

Al rencor hacia todo lo que representa el mundo hispano se une también el profundo desconocimiento de la historia de Estados Unidos y la importancia de los exploradores españoles desde principios del siglo XVI, mucho antes que llegaran los ingleses.

De otra forma no se entienden ciertas ideas como las del presunto autor de la masacre de El Paso (Texas) de hace dos semanas, Patrick Crusius, sobre la "invasión hispana de Texas" y su objetivo de matar mexicanos, según confesó a la Policía.

En la masacre del pasado 3 de agosto en un centro comercial de El Paso murieron 22 personas, 8 de ellas de nacionalidad mexicana, y 24 resultaron heridas, muchos de ellas de gravedad.

Tras los tiroteos registrados el fin de semana en Estados Unidos, así han sido los homenajes a las víctimas en El Paso, Ohio y Chicago. Foto: AFP

La confesión de Crusius ha provocado estupefacción en México por la magnitud del resentimiento hacia lo hispano después de sufrir desde hace tres años la retórica incendiaria y humillante del presidente Donald Trump contra los mexicanos.

"Desde la llegada de los colonos ingleses a la costa este de Estados Unidos (principios del siglo XVII) ya tenían un fuerte resentimiento hacia España y el catolicismo. Ese fuerte rencor se extendió luego hacia lo hispano y México", explica a Efe el profesor Silvestre Villegas Revueltas, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM).

La antipatía inicial hacia el catolicismo de los puritanos ingleses fue posteriormente tomando forma y con la independencia de Estados Unidos de la corona inglesa en 1776 se diseñó desde Washington un plan estratégico de expansión y ocupación del resto del continente.

"México sufre dos sonrojantes derrotas en el enfrentamiento bélico con Estados Unidos: en 1836 y en 1848, cuando se firma el Tratado de Guadalupe Hidalgo por el que México pierde la mitad de su territorio, mientras que Estados Unidos se convierte en una potencia regional", asegura el profesor Villegas.

El expansionismo de Estados Unidos se extiende por un lado hacia el sur y por otro hacia el oeste al ocupar California y también extenderse hacia el Pacifico, como lo explica su posterior ocupación de las islas de Hawai.

Tras el Tratado de Guadalupe Hidalgo, los mexicanos de Texas y otros estados se convierten en ciudadanos con plenos derechos de Estados Unidos, pero la animadversión hacia ellos de los protestantes ingleses o alemanes se ha mantenido con un significativo componente racial.

México pierde en 1848 los territorios de los actuales estados de Nuevo México, Texas, Arizona, Utah, Colorado, Nevada y California, pero sus pobladores mexicanos se quedan ocupando las tierras mucho antes de que llegaran los anglosajones.

"El sentimiento antihispano permanece sin cambios. Es un rechazo implícito al catolicismo y a una cultura hispana viva y pujante", asegura el profesor Villegas.

Lo que ha hecho Donald Trump desde su exitosa campaña electoral de 2016 es explotar un sentimiento natural ya enraizado en muchos estadounidenses que claramente detestan lo que representa México y el mundo hispano.

Nunca antes ningún político como Trump se había atrevido a calificar a los mexicanos de "violadores y criminales", pero desde los padres fundadores de Estados Unidos como Thomas Jefferson y John Adams a presidentes como William Taft y Richard Nixon no ocultaron su rechazo hacia lo hispano por la superioridad racial estadounidense y su deseo de dominio sobre todo el continente.

"México ha tenido que convivir durante los dos últimos siglos con la amenaza histórica y real del poderoso e imperialista vecino del Norte, y hoy más que nunca con Donald Trump y sus humillaciones", asegura Ángel Delgado, profesor hispanista de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EE.UU.).

Entre los insultos de Trump y la masacre provocada por Patrick Crusius en El Paso los mexicanos sufren en Estados Unidos un mayor clima de hostilidad, por lo que el Gobierno mexicano está reforzando los equipos de seguridad de sus representaciones consulares.

La Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) de México indicó esta semana que sus consulados en Estados Unidos han apreciado "un fuerte incremento en el ambiente hostil hacia las minorías, ataques programados, marchas que fomentan la xenofobia y fuertes debates en la televisión estadounidense".

¿Qué puede hacer el Gobierno mexicano para combatir la hostilidad de Estados Unidos? El profesor Villegas estima que la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido la correcta y la más realista, al igual que han hecho otros mandatarios mexicanos en el pasado.

"Ante el acoso estadounidense los presidentes mexicanos han respondido siempre con mesura al reconocer que si se contesta demasiado fuerte a Washington, este responde con una invasión o con su diplomacia de los cañones", asegura Villegas.

Con un 80 % de las exportaciones mexicanas destinadas a Estados Unidos, México tiene poca capacidad de maniobra ante Trump y de ahí la resignación histórica a tratar de entenderse con el vecino del norte. Pero ahora, en un ambiente de mayor hostilidad y peligros como ha demostrado la masacre de El Paso.

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