Tiznadas del rostro, con las manos cenizas y callosas, se acercan temerosas, despeinadas, con mandiles y otras telas que cubren las ropas que llevan puestas, todas ellas son adultas mayores que hoy piden auxilio; toda su vida se han dedicado a vender carbón en el mercado Adolfo López Mateos, ante la pandemia, su situación se ha complicado y para tratar de ganar aunque sea 100 pesos al día, se han repartido en dos grupos porque son 22, que apenas sobre viven entre las inclemencias del tiempo, la indiferencia oficial y la ausencia de clientes.
Aunque ven con desconfianza a quienes se acercan, porque creen que pueden ser clientes potenciales, sentadas en pequeños espacios de apenas medio metro de ancho con casi metro y medio de fondo, guardan costales desgastados con carbón, algunos todavía amarrados, porque debido a la falta de clientes no los han abierto.
Incluso, se van turnando, si alguien ya vendió, el siguiente cliente le toca a otra, de esa manera no pelean y colaboran para que todas puedan llevar un ingreso a sus casas. A doña Juana Castillo le piden que hable a nombre del grupo, porque dicen que ahora ella es la representante.
Han sido muchos años que se dedican a su local en el mercado. Antes los clientes llegaban sin buscarlos, especialmente los fines de semana cuando seguramente había visitantes, después de la pandemia la situación cambió para todas ellas, señaló.