El retiro de los espacios para vender sus productos por parte del ayuntamiento de Cuernavaca con cada cambio de administración, no es el único problema que artesanas de la capital enfrentan con el paso de los años, pues a pesar de que muchas de ellas han hecho sus vidas aquí siguen siendo discriminadas por la misma sociedad, acusan; además de que los productos “chinos” que se ofrecen como artesanía les representan una importante competencia.
En un rincón de la banqueta de calle Hidalgo, justo afuera de la Catedral de Cuernavaca, se encuentra Elizabeth Peña, quien tiene como oficio la confección de bolsas, servilleteros, monederos, rebosos, y sujetadores de cabello; acompañada por otras dos mujeres recolectan firmas de apoyo para que el municipio le siga permitiendo vender sus productos sobre este punto de la ciudad capital.
“Estamos recolectando firmas porque nos dicen es que ya no viene el turismo en Morelos porque ya hay muchos comerciantes, les digo eso no es cierto porque el turismo viene por las artesanías, llevamos ya 210 firmas en una semana. La gente siempre nos ha apoyado, la mayoría son turistas vienen de diferentes países, de Canadá, de Estados Unidos, Puerto Rico, de diferentes lugares y nos brindan la ayuda porque les gusta la artesanía”.
Fue el pasado 21 de febrero cuando autoridades del ayuntamiento de Cuernavaca las retiraron de la calle Hidalgo bajo el argumento de no tener permiso, sin embargo, ellas aseguran que pertenecen al grupo de comerciantes “tolerados” que llevan al menos 20 años instalándose, pero eso con cada cambio de administración que las retiran.
Elizabeth, lamenta que los inspectores solo llegan y les piden retirarse, pero tampoco les han dado otras alternativas para continuar con su oficio, el cual es su única fuente de ingresos; son 10 las mujeres artesanas involucradas, y aunque reconoce no haber nacido en la capital, su vida la han desarrollado aquí mismo.
Las autoridades no son su único problema
Responde que en los últimos años han tenido también que lidiar con productos “chinos” que se venden más baratos, pero de menor calidad “la gente se confunde y dice si es artesanía, les digo que no porque duran menos, y la artesanía que es mexicana dura mucho tiempo, y luego se ve si son bordados a mano”.
Cuenta, incluso, que existen clientes que se han quejado y les dicen “nos vieron la cara”.
Confeccionar una bolsa pequeña les lleva un día, otras más grandes hasta 3, pero ofrece otros como caminos de mesa, blusas, que les lleva una semana. Aprendió de su abuela, y luego de su mamá, quienes se dedican desde pequeñas a la artesanía.
“No te reconocen, te dicen puedes ir a tu estado a vender y les digo, pero todos somos mexicanos y tenemos derecho a vender, no nos pueden discriminar, la gente de pronto es muy racista, no te acepta, aunque ya vivimos tiempo aquí no nos aceptan”.
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