/ domingo 24 de marzo de 2019

Tiene Huazulco oasis de café

Un matrimonio de este pueblo, en el municipio de Temoac, ha logrado producir café artesanal en un lugar donde el agua escasea cada vez más

Cuando uno piensa en Huazulco, lo primero que se viene a la mente son sus dulces típicos mexicanos, la gran especialidad de los habitantes de este pueblo ubicado en el municipio de Temoac: las calles están plagadas de casas y locales en los que es posible adquirir alegrías y obleas a granel. Hasta hace dos años, el hogar de Zuleima y Ángel era uno de ellos, pero ahora es la excepción.

Un oasis de café

Desde hace dos años, Zuleima Zavala y Ángel Carreño, dos jóvenes esposos que comparten el gusto por el café, decidieron dejar de hacer dulces típicos y probar suerte produciendo café artesanal con el pequeño huerto que tenían en su patio. Pronto, el huerto que tenían en casa fue insuficiente para seguir manteniendo el negocio y se vieron en la necesidad de pedirles a sus vecinos que les vendieran los granos que crecían en los suyos.

Los vecinos también juntaban el café y habían épocas en que se acumulaba mucho, así que nos lo empezaron a vender crudo y nosotros lo procesamos, explica Zuleima.

Aun cuando Huazulco es una zona esencialmente árida, Ángel y Zuleima han transformado su comunidad en un lugar que parece tener un futuro para la producción de café, gracias a las huertas que han sobrevivido en los patios de las casas del pueblo.

En el pueblo hay unas treinta huertas, son pequeñas y están en los patios; ya no hay grandes, antes había más pero por falta de agua ya no, pues la planta necesita mucha agua.

Un producto indispensable

Ofrecen el café en bolsitas de plástico cerradas con un listón plateado. Al abrir la bolsa, el aroma es fuerte y atractivo. Cada bolsa, con un cuarto de kilo de café adentro, cuesta cincuenta pesos. Hasta ahora, los precios han funcionado.

El sabor siempre depende del proceso; nosotros lo limpiamos a mano, lo cortamos a mano, lo limpiamos a mano y lo tostamos en comal de barro, con leña, describe Zuleima.

En realidad, la pareja es nueva hablando de su producto con desconocidos, pues no fue sino hasta hace una semana cuando llevaron su café a otro lugar por primera vez, como parte de la exposición artesanal del Festival del Sol de Chalcatzingo, en el municipio de Jantetelco.

Nosotros nos dedicamos a elaborar obleas, pero esto deja un poquito más, le vimos más negocio: el café es algo que no puede faltar en la casa.

Cuando uno piensa en Huazulco, lo primero que se viene a la mente son sus dulces típicos mexicanos, la gran especialidad de los habitantes de este pueblo ubicado en el municipio de Temoac: las calles están plagadas de casas y locales en los que es posible adquirir alegrías y obleas a granel. Hasta hace dos años, el hogar de Zuleima y Ángel era uno de ellos, pero ahora es la excepción.

Un oasis de café

Desde hace dos años, Zuleima Zavala y Ángel Carreño, dos jóvenes esposos que comparten el gusto por el café, decidieron dejar de hacer dulces típicos y probar suerte produciendo café artesanal con el pequeño huerto que tenían en su patio. Pronto, el huerto que tenían en casa fue insuficiente para seguir manteniendo el negocio y se vieron en la necesidad de pedirles a sus vecinos que les vendieran los granos que crecían en los suyos.

Los vecinos también juntaban el café y habían épocas en que se acumulaba mucho, así que nos lo empezaron a vender crudo y nosotros lo procesamos, explica Zuleima.

Aun cuando Huazulco es una zona esencialmente árida, Ángel y Zuleima han transformado su comunidad en un lugar que parece tener un futuro para la producción de café, gracias a las huertas que han sobrevivido en los patios de las casas del pueblo.

En el pueblo hay unas treinta huertas, son pequeñas y están en los patios; ya no hay grandes, antes había más pero por falta de agua ya no, pues la planta necesita mucha agua.

Un producto indispensable

Ofrecen el café en bolsitas de plástico cerradas con un listón plateado. Al abrir la bolsa, el aroma es fuerte y atractivo. Cada bolsa, con un cuarto de kilo de café adentro, cuesta cincuenta pesos. Hasta ahora, los precios han funcionado.

El sabor siempre depende del proceso; nosotros lo limpiamos a mano, lo cortamos a mano, lo limpiamos a mano y lo tostamos en comal de barro, con leña, describe Zuleima.

En realidad, la pareja es nueva hablando de su producto con desconocidos, pues no fue sino hasta hace una semana cuando llevaron su café a otro lugar por primera vez, como parte de la exposición artesanal del Festival del Sol de Chalcatzingo, en el municipio de Jantetelco.

Nosotros nos dedicamos a elaborar obleas, pero esto deja un poquito más, le vimos más negocio: el café es algo que no puede faltar en la casa.

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