/ sábado 3 de abril de 2021

[Ocio] Elena Garro vivió su retiro en Cuernavaca

A pesar de haber conocido varios lugares, la precursora del realismo mágico pasó sus últimos días en la Ciudad de la Eterna Primavera

Precursora del movimiento literario del realismo mágico, término que no aceptó como parte de su obra, la vida de Elena Garro inició un 11 de diciembre de 1916 en Puebla de Zaragoza, y acabó el 22 de agosto de 1998 en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, lugar que eligió para pasar los últimos años de su vida. Aquella mujer, marcada por la relación que tuvo con Octavio Paz, eligió la ciudad de la eterna primavera para instalarse desde 1993, junto a su hija Helena Paz Garro.

Hija del español José Antonio Garro y de la mexicana, originaria de Chihuahua, Esperanza Navarro, fue criada en Iguala, Guerero, aunque a los 12 años se trasladaría a la Ciudad de México a realizar sus estudios de primaria y secundaria. Posteriormente, ingresó a la preparatoria en el Antiguo Colegio de San Ildefonoso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En su juventud, Elena Garro incursionó en varias disciplinas artísticas, entre ellas la danza, la coreografía y el teatro, partiendo en la obra “Las Troyanas” en el Teatro Universitario. Tras ingresar a la carrera de Letras Españolas de la UNAM, también realizaría estudios de posgrado en la Universidad de California en Berkeley y en la Soborna, en Francia.

Junto a Octavio Paz, Garro recorrió varias regiones del mundo, algo que, según el periodista Joel Hernández Santiago, le gustaba pero también le disgustaba: “Le gustaba porque conocía otros lugares, modos de vida, y conocía gente puesta en el barco de la intelectualidad: Benjamín Péret, André Breton, Jean Genet, José Blanco, Silvia Ocampo y, sobre todo, a Adolfo Bioy Casares, de quien se enamoró y con quien mantuvo una relación profunda”, sostiene el periodista en una de sus columnas “Hojas de papel volando”.

La escritora fue marcada por la relación que tuvo con Octavio Paz / Especial

Los exilios

Después de un periodo de escritura prolífica en la década de 1960, en la que dio luz a su emblemática novela “Los Recuerdos del Porvenir”, su obra sería interrumpida durante un periodo de más de diez años debido al autoxilio que se impuso en Europa, luego de haber acusado de instigadores a intelectuales de la época durante el movimiento estudiantil de 1968.

Aunque su postura frente al movimiento estudiantil no llegó a ser definida en su totalidad, fue rechazada por la comunidad intelectual mexicana de aquel entonces, lo que la llevó a exiliarse, primero, en Estados Unidos, y posteriormente en Francia, donde permaneció por 20 años.

De regreso en México, inició una segunda etapa de creación literaria, que comprende de 1973 a 1992, con obras como “Reencuentro de Personajes” y “Memorias de España 1937”, en el que relataría sus vivencias al participar en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Valencia, durante aquel viaje junto a Octavio Paz.

“Intolerante. Gruñona. Siempre molesta con algo. Ella y su hija se refugian en Cueranvaca, en la casa de su hermana Deva ya muerta. Se siente abandonada y triste. Su hija igual. Las dos Elenas, siempre las mismas”, escribiría Hernández Santiago.

Se divorció de Octavio Paz en 1959. Murió a los 81 años. Dieciséis años después, su hija y fiel compañera, la también escritora Helana Paz Garro, se despidió del mundo desde la misma región en que lo hizo su madre, en Cuernavaca, Morelos.

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Precursora del movimiento literario del realismo mágico, término que no aceptó como parte de su obra, la vida de Elena Garro inició un 11 de diciembre de 1916 en Puebla de Zaragoza, y acabó el 22 de agosto de 1998 en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, lugar que eligió para pasar los últimos años de su vida. Aquella mujer, marcada por la relación que tuvo con Octavio Paz, eligió la ciudad de la eterna primavera para instalarse desde 1993, junto a su hija Helena Paz Garro.

Hija del español José Antonio Garro y de la mexicana, originaria de Chihuahua, Esperanza Navarro, fue criada en Iguala, Guerero, aunque a los 12 años se trasladaría a la Ciudad de México a realizar sus estudios de primaria y secundaria. Posteriormente, ingresó a la preparatoria en el Antiguo Colegio de San Ildefonoso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En su juventud, Elena Garro incursionó en varias disciplinas artísticas, entre ellas la danza, la coreografía y el teatro, partiendo en la obra “Las Troyanas” en el Teatro Universitario. Tras ingresar a la carrera de Letras Españolas de la UNAM, también realizaría estudios de posgrado en la Universidad de California en Berkeley y en la Soborna, en Francia.

Junto a Octavio Paz, Garro recorrió varias regiones del mundo, algo que, según el periodista Joel Hernández Santiago, le gustaba pero también le disgustaba: “Le gustaba porque conocía otros lugares, modos de vida, y conocía gente puesta en el barco de la intelectualidad: Benjamín Péret, André Breton, Jean Genet, José Blanco, Silvia Ocampo y, sobre todo, a Adolfo Bioy Casares, de quien se enamoró y con quien mantuvo una relación profunda”, sostiene el periodista en una de sus columnas “Hojas de papel volando”.

La escritora fue marcada por la relación que tuvo con Octavio Paz / Especial

Los exilios

Después de un periodo de escritura prolífica en la década de 1960, en la que dio luz a su emblemática novela “Los Recuerdos del Porvenir”, su obra sería interrumpida durante un periodo de más de diez años debido al autoxilio que se impuso en Europa, luego de haber acusado de instigadores a intelectuales de la época durante el movimiento estudiantil de 1968.

Aunque su postura frente al movimiento estudiantil no llegó a ser definida en su totalidad, fue rechazada por la comunidad intelectual mexicana de aquel entonces, lo que la llevó a exiliarse, primero, en Estados Unidos, y posteriormente en Francia, donde permaneció por 20 años.

De regreso en México, inició una segunda etapa de creación literaria, que comprende de 1973 a 1992, con obras como “Reencuentro de Personajes” y “Memorias de España 1937”, en el que relataría sus vivencias al participar en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Valencia, durante aquel viaje junto a Octavio Paz.

“Intolerante. Gruñona. Siempre molesta con algo. Ella y su hija se refugian en Cueranvaca, en la casa de su hermana Deva ya muerta. Se siente abandonada y triste. Su hija igual. Las dos Elenas, siempre las mismas”, escribiría Hernández Santiago.

Se divorció de Octavio Paz en 1959. Murió a los 81 años. Dieciséis años después, su hija y fiel compañera, la también escritora Helana Paz Garro, se despidió del mundo desde la misma región en que lo hizo su madre, en Cuernavaca, Morelos.

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