/ viernes 7 de septiembre de 2018

Karla Guadalupe y José Julián son soldados invencibles

"Quiero ser enfermera militar, porque me gustan los soldados y me gusta operar y ayudar a la gente"

Karla Guadalupe y José Julián son literalmente dos soldados. Lupita, con un padecimiento que le impide tener un crecimiento normal, a sus 13 años solamente alcanza una estatura a la de un menor de cinco años. La vida de José Julián cambió a los siete años, cuando una bacteria de su perro le llegó al cerebro; él comenzó con convulsiones y prácticamente no podía caminar. Ahora son dos "soldados honorarios" del Ejército mexicano y confesaron que cuando sean grandes buscarán ingresar a las fuerzas armadas.

LUPITA

Además de haber sido la oradora del evento y hablar a nombre de sus compañeros galardonados, Lupita cursa el segundo año de la escuela secundaria 23, de la Barona, en Cuernavaca; ella abordó el tema de la equidad de género. Comentó que por su condición física pueden darse burlas, pero ella no se siente menos ni se intimida. Es una niña sonriente, despierta e inteligente.

Muestra una dicción perfecta, con una voz duce; "estoy emocionada, me gusta todo esto de los soldados, y me dio mucho gusto cuando me dijeron que iba a entrar aquí", confesó.

Su familia comentó que ella nunca está triste, ni deprimida por su discapacidad; "hay algunos niños que hacen bulliyng a los niños con capacidades diferentes, por eso hable de eso", mencionó.

Ser soldado honorario es un orgullo, expresó con una sonrisa.

Quiero ser enfermera militar, porque me gustan los soldados y me gusta operar y ayudar a la gente

No obstante a su limitante física, no pierde el optimismo y llamó a los niños a trabajar mucho para poder cumplir sus sueños. "Esta diferencia nos hace únicos a los demás, entonces por qué me señalas como diferente a ti, a caso no somos distintos y por lo tanto en esencia lo mismo", señaló al tiempo de recordar que ninguno deja de ser una persona aunque tenga una discapacidad.

"El hecho de que seamos diferentes no nos impide que no podamos desarrollarnos a la par de los demás, o bien no nos impide limitarnos a cada uno de nuestras acciones", concluyó en su intervención. A su mamá, le dijeron que sería difícil que pudiera crecer, pero el suministro de hormonas le ha servido para estirarse un poco más.


JULIÁN

Hace algunos años, ver a José Julián Nieves Soto de pie o caminando por sí mismo era impensable. Al ser reconocido como un "soldado honorario" de las fuerzas armadas, confesó que es una de gran experiencia.

La invitación llegó porque la fundación que lo ha estado acompañando desde varios años, cuando le comenzaron las convulsiones, lo incluyó para que fuera considerado como soldado honorario.

"Me convulsionaba y me dieron este premio; no podía caminar. Hoy camino, pero me canso", refirió. Recién cumplió 13 años, comenzó con su padecimiento, en agosto de 2005, fecha que la tiene presente en su memoria.

Vivir con una enfermedad desconocida, poco tratada e incluso costosa, recordó que es difícil, particularmente para su familia; "es muy feo, pero ya me recuperé de eso. Este premio me lo dieron porque me he recuperado y ya estoy estudiando", apuntó.

Julián nos compartió de manera entusiasta que las materias que más disfruta en la secundaria es el inglés y educación física; "a otros niños les pido que salgan adelante y se recuperen de su enfermedad como yo, pero cuando crezca quiero ser soldado", confesó.

Cuando nació Julián era un niño sin padecimientos, pero una noche que estaba dormido comenzaron a llegarle convulsiones, sin ninguna causa aparente. "Sentía que ya no podía mover el cuerpo o caminar del lado derecho y sólo con medicamento que trajeron de Estados Unidos me siento bien", señaló.

Sin malicia e ingenuo, Julián dijo que durante muchos años su casa eran los hospitales, porque además su padre también enfrenta una grave enfermedad; "mi mamá estaba conmigo y al mismo tiempo con mi papá, ahorita gracias a diosito este medicamento me hizo bien", abundó.

Karla Guadalupe y José Julián son literalmente dos soldados. Lupita, con un padecimiento que le impide tener un crecimiento normal, a sus 13 años solamente alcanza una estatura a la de un menor de cinco años. La vida de José Julián cambió a los siete años, cuando una bacteria de su perro le llegó al cerebro; él comenzó con convulsiones y prácticamente no podía caminar. Ahora son dos "soldados honorarios" del Ejército mexicano y confesaron que cuando sean grandes buscarán ingresar a las fuerzas armadas.

LUPITA

Además de haber sido la oradora del evento y hablar a nombre de sus compañeros galardonados, Lupita cursa el segundo año de la escuela secundaria 23, de la Barona, en Cuernavaca; ella abordó el tema de la equidad de género. Comentó que por su condición física pueden darse burlas, pero ella no se siente menos ni se intimida. Es una niña sonriente, despierta e inteligente.

Muestra una dicción perfecta, con una voz duce; "estoy emocionada, me gusta todo esto de los soldados, y me dio mucho gusto cuando me dijeron que iba a entrar aquí", confesó.

Su familia comentó que ella nunca está triste, ni deprimida por su discapacidad; "hay algunos niños que hacen bulliyng a los niños con capacidades diferentes, por eso hable de eso", mencionó.

Ser soldado honorario es un orgullo, expresó con una sonrisa.

Quiero ser enfermera militar, porque me gustan los soldados y me gusta operar y ayudar a la gente

No obstante a su limitante física, no pierde el optimismo y llamó a los niños a trabajar mucho para poder cumplir sus sueños. "Esta diferencia nos hace únicos a los demás, entonces por qué me señalas como diferente a ti, a caso no somos distintos y por lo tanto en esencia lo mismo", señaló al tiempo de recordar que ninguno deja de ser una persona aunque tenga una discapacidad.

"El hecho de que seamos diferentes no nos impide que no podamos desarrollarnos a la par de los demás, o bien no nos impide limitarnos a cada uno de nuestras acciones", concluyó en su intervención. A su mamá, le dijeron que sería difícil que pudiera crecer, pero el suministro de hormonas le ha servido para estirarse un poco más.


JULIÁN

Hace algunos años, ver a José Julián Nieves Soto de pie o caminando por sí mismo era impensable. Al ser reconocido como un "soldado honorario" de las fuerzas armadas, confesó que es una de gran experiencia.

La invitación llegó porque la fundación que lo ha estado acompañando desde varios años, cuando le comenzaron las convulsiones, lo incluyó para que fuera considerado como soldado honorario.

"Me convulsionaba y me dieron este premio; no podía caminar. Hoy camino, pero me canso", refirió. Recién cumplió 13 años, comenzó con su padecimiento, en agosto de 2005, fecha que la tiene presente en su memoria.

Vivir con una enfermedad desconocida, poco tratada e incluso costosa, recordó que es difícil, particularmente para su familia; "es muy feo, pero ya me recuperé de eso. Este premio me lo dieron porque me he recuperado y ya estoy estudiando", apuntó.

Julián nos compartió de manera entusiasta que las materias que más disfruta en la secundaria es el inglés y educación física; "a otros niños les pido que salgan adelante y se recuperen de su enfermedad como yo, pero cuando crezca quiero ser soldado", confesó.

Cuando nació Julián era un niño sin padecimientos, pero una noche que estaba dormido comenzaron a llegarle convulsiones, sin ninguna causa aparente. "Sentía que ya no podía mover el cuerpo o caminar del lado derecho y sólo con medicamento que trajeron de Estados Unidos me siento bien", señaló.

Sin malicia e ingenuo, Julián dijo que durante muchos años su casa eran los hospitales, porque además su padre también enfrenta una grave enfermedad; "mi mamá estaba conmigo y al mismo tiempo con mi papá, ahorita gracias a diosito este medicamento me hizo bien", abundó.

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