El 30 de marzo de 2020 el Poder Ejecutivo federal declaró como emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor, a la epidemia de enfermedad generada por el virus SARS-CoV2 (Covid-19), casi 10 meses más tarde los templos en todo el territorio morelense, específicamente católicos, se han visto afectados e incluso colapsados ante la ausencia de feligreses.
La falta de aportaciones económicas, popularmente llamado “diezmo” o las donaciones que los fieles entregaban, ha impactó de forma negativa a la iglesia católica desde los primeros meses de la pandemia; sin embargo, en la actualidad y al permanecer Morelos otras dos semanas en color rojo del semáforo epidemiológico, se han visto afectados en su operatividad pero en base a la atención de las necesidades y vida de fe de los laicos.
El vicario general de la Diócesis de Cuernavaca, el padre Tomás Toral Nájera, reconoció que el semáforo rojo se traduce en suspender cualquier actividad pastoral, de culto, de relación, comunidad y de crecimiento de fe, el poder apoyar espiritualmente a los laicos en un momento tan importante como es la contingencia sanitaria, esto ha generado entre el mismo sacerdotes incertidumbre sobre cómo seguir apoyando a la feligresía, pero también a las autoridades de salud.
“Así como la reactivación económica y social, así como la reactivación espiritual en los fieles es algo muy importante que en la pandemia nos ha tenido que dejar en este sentido de coadyuvar con nuestras autoridades, en especial las de salud, para que las cosas salgan adelante en bien de los feligreses”.
No obstante, el presbítero exclamó que al mantenerse cerradas las iglesias, no significa que los laicos se apartaran de la fe, al contrario, esta situación ha generado una renovación de fe y mayor acercamiento.
