/ martes 4 de mayo de 2021

[Diversia] Lo que importa es el amor, no la sexualidad

Santiago, Luis y Genaro se han ido transformando en conjunto, aprendiendo y cambiando su entorno

Formar una familia puede llegar a ser el sueño de muchos, pero en México las circunstancias no son iguales para todos; mucho menos si se trata de una pareja homosexual. La historia de Santiago es diferente.

Hace cuatro años Santiago cambió la vida de Luis y Genaro, una pareja de profesores que radica en el Estado de México. Apenas hace dos años se casaron, pero se conocen ya hace 14. La decisión no fue fácil y el proceso de adaptación tampoco lo ha sido, pero, sin dudarlo, reconocen, no cambiarían por nada la experiencia.

“Desde el día que conocimos a Santi en el hospital nos dio como una armadura de hierro contra todo”, afirma Luis, el papá de Santiago.

Actualmente, Santi va a la escuela, ya está en kínder 1. La apertura de las autoridades escolares, en su anterior colegio y en el que está ahora, ha sido admirable, reconoce. “Cuando tocan el tema de la familia mencionan que la puede formar mamá y papá, papá y papá y mamá y mamá; las maestras han tenido mucha inclusión y apertura, porque es una realidad, es algo que ya existe y comienzan a crear una sociedad más abierta”.

“Santi fue un regalo de Dios”; para sus papás podría ser incluso en sentido literal; su mamá no podía tenerlo y decidió que Luis y Genaro fueran sus padres. Aunque por ahora Santiago sólo está registrado con el apellido de uno de ellos, están en marcha los trámites para que legalmente sea de ambos. “Lo que queremos ahora es meter un amparo y checar la custodia del niño legalmente. Estamos en el proceso legal; primero, la custodia y después buscar una responsabilidad civil para que los dos tengamos ese poder legal sobre el niño”.

En enero de 2017, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió la tesis 08/2017 titulada: “Derecho a la vida familiar de las parejas del mismo sexo”, en la cual respalda la capacidad de personas de la comunidad LGBT+ a la vida en pareja y que pueda extenderse a la procreación y a la crianza de niñas y niños, según la decisión de los padres.

En México son pocos los estados que admiten el matrimonio igualitario y son mucho más bajos los porcentajes de quienes admiten que dos personas del mismo sexo puedan criar a un menor en el rol de padre o madre. Hasta hace un año, algunas de las entidades que permitían las adopciones homoparentales eran: Ciudad de México, Coahuila, Campeche, Colima, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Aguascalientes y Morelos, donde en 2016 la autorizaron de manera histórica de los matrimonios igualitarios.

La historia de Santi comenzó mucho antes de conocer a sus papás. Un día, recuerda Luis, en una plática con amigos se abrió la posibilidad de poder formar una familia. La conocida de una amiga quería dar en adopción a su bebé. La aventura comenzó ahí. “Fuimos a Morelia a conocer a la mamá de Santi, de 19 años; tenía seis meses de embarazo. La llevamos al médico, ultrasonidos; el niño estaba desnutrido. Había una pareja más, heterosexual, y una señora que también querían a Santi, pero finalmente decidió que nosotros fuéramos sus padres”.

Tres meses después nació Santiago; pesó 2 kilos 300 gramos. “Era sumamente pequeño; a los cuatro meses se enfermó de salmonela”.

La llegada de un nuevo integrante tuvo que modificar su dinámica: “Cambiaron nuestras relaciones sociales, maduramos mucho; nos ha movido muchísimo en cuestiones personales y profesionales. La relación de pareja también cambió mucho. No nos arrepentimos jamás, pero sí fue un proceso de adaptación muy grande. Pero también el verlo caminar, gatear, escucharlo hablar nos emociona; es de las decisiones más grandes que hemos tomado”.

En cuatro años, Santiago ha logrado hacer de Luis y Genaro mejores personas en muchos sentidos, reconoce Luis; “si tú transmites algo es porque tú lo tienes que mejorar. No puedes dar lo que no eres”.

La lección más grande que han recibido en este tiempo ha sido el amor; “que él diga: ‘mis papás me hacen sentir seguro y amado’; creo que vamos por buen camino.

“Cuando adoptas a un niño, adoptas su historia, su pasado, su origen, su mundo, Esta es la historia de Santi. No todo ha sido color de rosa, pero sí nos ha llenado de alegrías impresionantes”.

En los últimos cinco años, sólo cinco parejas homoparentales han podido adoptar en México; una en Baja California, de una pareja lesbomaternal, una más en Campeche y tres en la Ciudad de México, según información de Milenio.

En Morelos, tras un año de lucha, una pareja lesbomaternal logró registrar a su hijo en agosto de 2020, luego de recibir el respaldo judicial bajo la sentencia derivada del amparo indirecto 1730/2019-03.

Sonia González y Yareli Barrera fueron una de las primeras parejas en unir su vida en matrimonio en Morelos, en 2017.

Con información de Susana Paredes

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Formar una familia puede llegar a ser el sueño de muchos, pero en México las circunstancias no son iguales para todos; mucho menos si se trata de una pareja homosexual. La historia de Santiago es diferente.

Hace cuatro años Santiago cambió la vida de Luis y Genaro, una pareja de profesores que radica en el Estado de México. Apenas hace dos años se casaron, pero se conocen ya hace 14. La decisión no fue fácil y el proceso de adaptación tampoco lo ha sido, pero, sin dudarlo, reconocen, no cambiarían por nada la experiencia.

“Desde el día que conocimos a Santi en el hospital nos dio como una armadura de hierro contra todo”, afirma Luis, el papá de Santiago.

Actualmente, Santi va a la escuela, ya está en kínder 1. La apertura de las autoridades escolares, en su anterior colegio y en el que está ahora, ha sido admirable, reconoce. “Cuando tocan el tema de la familia mencionan que la puede formar mamá y papá, papá y papá y mamá y mamá; las maestras han tenido mucha inclusión y apertura, porque es una realidad, es algo que ya existe y comienzan a crear una sociedad más abierta”.

“Santi fue un regalo de Dios”; para sus papás podría ser incluso en sentido literal; su mamá no podía tenerlo y decidió que Luis y Genaro fueran sus padres. Aunque por ahora Santiago sólo está registrado con el apellido de uno de ellos, están en marcha los trámites para que legalmente sea de ambos. “Lo que queremos ahora es meter un amparo y checar la custodia del niño legalmente. Estamos en el proceso legal; primero, la custodia y después buscar una responsabilidad civil para que los dos tengamos ese poder legal sobre el niño”.

En enero de 2017, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió la tesis 08/2017 titulada: “Derecho a la vida familiar de las parejas del mismo sexo”, en la cual respalda la capacidad de personas de la comunidad LGBT+ a la vida en pareja y que pueda extenderse a la procreación y a la crianza de niñas y niños, según la decisión de los padres.

En México son pocos los estados que admiten el matrimonio igualitario y son mucho más bajos los porcentajes de quienes admiten que dos personas del mismo sexo puedan criar a un menor en el rol de padre o madre. Hasta hace un año, algunas de las entidades que permitían las adopciones homoparentales eran: Ciudad de México, Coahuila, Campeche, Colima, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Aguascalientes y Morelos, donde en 2016 la autorizaron de manera histórica de los matrimonios igualitarios.

La historia de Santi comenzó mucho antes de conocer a sus papás. Un día, recuerda Luis, en una plática con amigos se abrió la posibilidad de poder formar una familia. La conocida de una amiga quería dar en adopción a su bebé. La aventura comenzó ahí. “Fuimos a Morelia a conocer a la mamá de Santi, de 19 años; tenía seis meses de embarazo. La llevamos al médico, ultrasonidos; el niño estaba desnutrido. Había una pareja más, heterosexual, y una señora que también querían a Santi, pero finalmente decidió que nosotros fuéramos sus padres”.

Tres meses después nació Santiago; pesó 2 kilos 300 gramos. “Era sumamente pequeño; a los cuatro meses se enfermó de salmonela”.

La llegada de un nuevo integrante tuvo que modificar su dinámica: “Cambiaron nuestras relaciones sociales, maduramos mucho; nos ha movido muchísimo en cuestiones personales y profesionales. La relación de pareja también cambió mucho. No nos arrepentimos jamás, pero sí fue un proceso de adaptación muy grande. Pero también el verlo caminar, gatear, escucharlo hablar nos emociona; es de las decisiones más grandes que hemos tomado”.

En cuatro años, Santiago ha logrado hacer de Luis y Genaro mejores personas en muchos sentidos, reconoce Luis; “si tú transmites algo es porque tú lo tienes que mejorar. No puedes dar lo que no eres”.

La lección más grande que han recibido en este tiempo ha sido el amor; “que él diga: ‘mis papás me hacen sentir seguro y amado’; creo que vamos por buen camino.

“Cuando adoptas a un niño, adoptas su historia, su pasado, su origen, su mundo, Esta es la historia de Santi. No todo ha sido color de rosa, pero sí nos ha llenado de alegrías impresionantes”.

En los últimos cinco años, sólo cinco parejas homoparentales han podido adoptar en México; una en Baja California, de una pareja lesbomaternal, una más en Campeche y tres en la Ciudad de México, según información de Milenio.

En Morelos, tras un año de lucha, una pareja lesbomaternal logró registrar a su hijo en agosto de 2020, luego de recibir el respaldo judicial bajo la sentencia derivada del amparo indirecto 1730/2019-03.

Sonia González y Yareli Barrera fueron una de las primeras parejas en unir su vida en matrimonio en Morelos, en 2017.

Con información de Susana Paredes

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