Con sabiduría y pasión, las mujeres de Morelos salvaguardan la herencia gastronómica de su tierra y raíces. En los Altos se encuentran ellas, guardianas que aún avivan los fogones para dar paso a la cocina que los define como entidad.
En Morelos podríamos comer algo diferente cada día, sin una sola repetición. Frente a tantas ollas de barro burbujeantes y aromas complejos flotando en el aire, siento que la experiencia podría prolongarse por más tiempo. Es más, creo que tratar de estimar un periodo exacto sería un objetivo inalcanzable ante la diversidad de culturas, paisajes, flora y fauna que convergen en el estado.
Si hay algo que como morelenses nos hace sentir orgullosos (y que muchas veces es lo primero que extrañamos fuera del país) es nuestra cocina. Con un fuerte carácter regional, ha resaltado por su complejidad y tradición. Afortunadamente cada vez más personas la estudian, la disfrutan y la promueven. En esta ocasión, Metlatl impulsa a nivel nacional la cocina tradicional morelense para apoyarar a las cocinenaras tradicionales, que se encuentran en peligro de extinción, y con ello, sus magníficas historias y rectas.
Otro de los objetivos de Metlatl es proteger a las cocineras de nuestro estado, dándoles el respaldo para que se sientan seguras de promover sus recetas con código de autenticidad.
Más allá de los fogones, también se gozaron de conferencias, en las cuales se asentó que la cocina tradicional es un factor de desarrollo, de integración de otros sectores productivos, de protección de la riqueza natural y cultural y de proyección internacional. Siguiendo esta misma lógica, es importante saber que la cocina tradicional beneficia a los agricultores, ganaderos y pequeñas poblaciones que viven de esta cocina ancestral.
En Morelos podríamos comer algo diferente cada día, sin una sola repetición, frente a tantas ollas de barro burbujeantes.