/ lunes 10 de agosto de 2020

Un mundo paralelo al nuestro II

Las vueltas que da la vida

Queridos lectores es tanto el interés de varios de ustedes por conocer más acerca a estos huéspedes, me refiero a los virus, y que en realidad no lo son, que sigo detallando cómo es que nos acompañan actualmente.

Estos virus, de manera brutal irrumpieron en nuestras vidas y las transformaron en una realidad inédita que nunca habíamos soñado ni imaginado que viviríamos. Y añado que de huéspedes no tienen nada, ya que todos esos microorganismos, invisibles a la vista humana pero perfectamente organizados entre ellos, a los cuales pertenecen virus, bacterias, etc., llegaron a nuestro planeta antes millones de años antes de que el ser humano hiciera su aparición. En el estudio titulado El Antropoceno: de microorganismos y zoonosis un tema para debate, publicado en el órgano de difusión del INAH Morelos, llamado El Tlacuache, el paleontólogo e investigador de esta institución en nuestro estado, Eduardo Corona Morales detalla tan bien la historia de los virus al paso del tiempo que considero muy importante conocerlos pues quieran o no, nos acompañan desde que el hombre apareció en el planeta tierra y nos seguirán acompañando por lo que continúo feliz con el tema. Así vemos que “los microorganismos que pese a que hicieron su aparición en el planeta en la zona de Euroasia hace millones de años pero en realidad comenzaron a tener relevancia para el ser humano en el período neolítico hará unos 10 mil años. Se puede considerar que su aparición coincidió con la domesticación del ser humano –que de nómadas pasaron a sedentarios- porque con ella empezó la fermentación de granos, carnes, mieles, vegetales, frutas, leches y harinas con sus derivados, etc. En América debido a la influencia asiática de la que descendemos por su llegada a través del Paso de Bering, esos alimentos y residuos fermentados se mezclaron con nuevos cereales, semillas y plantas basados en el maíz, maguey, cacao, vainilla, etc., lo que dio paso a una dieta primitiva que ya tal vez se perdió en el tiempo”. Y conforme aumentaba la domesticación, avanzaban también los microorganismos, solo que en un principio los contagios eran de animales a animales, después comenzaron a contagiar a humanos, por ejemplo el ántrax (infección cutánea y subcutánea ocasionada por estafilococos que aparecían en el cuerpo en forma de furúnculos, úlceras en la piel, sarpullidos, eso sí, en ese caso indoloros. Surgieron el tétanos, la rabia, el virus H5N1 (el de la influenza) que fue trasmitido a los humanos a través de patos y gallinas (¿se acuerdan de la gripe aviar y después porcina?), todas esas infecciones evolucionaron hasta el punto de iniciar los contagios de humanos a humanos.“Y como la moneda tiene dos caras, -asegura Corona Martínez-, en la medida que avanzaba la domesticación –quien esto escribe le llamaría progreso aunque este aún fuera relativo-, fueron surgiendo enfermedades antes desconocidas que se dan, sobre todo, con la cercanía física en los espacios domésticos…lo que facilitó la transmisión de parásitos entre humanos y animales (llamado este proceso como zoonosis), lo que dio origen a enfermedades infecciosas como la malaria y el sarampión, ambas, de las más antiguas que se conocen identificadas de origen animal. Algunas se volvieron endémicas, mientras que otras son de carácter pandémico tal es el caso del Sida o VIH. Otras dependen de algún artrópodo (mosquito) como son además de la malaria, el Chagas, el Chicungun, el Sika, Dengue, entre otros. Prácticamente se mantienen las mismas condiciones que cuando surgieron en el Neolítico pero ahora se agravan por la sobrepoblación humana y el deterioro ambiental generando enfermedades que rebasan cualquier límite económico, social, de género, ubicación geográfica o nacionalidad.” ¿Les recuerda esto a lo que estamos viviendo actualmente? Si creyeron estimados lectores que ya habían visto lo suficiente, se equivocan, porque “estudios de paleomicrobiología mediante el análisis de antiquísimos restos óseos y con el uso de microscopios de alta resolución y estudios moleculares, entre otros, se descubrió que la enfermedad más antigua que se conoce, más aún que la malaria y el sarampión, es la del tipo de las Tenias que son parásitos intestinales”. Y con esto dejo para mi próximo artículo, un final bellísimo en este tema que ni se imaginan. Hasta el próximo lunes pues.

Queridos lectores es tanto el interés de varios de ustedes por conocer más acerca a estos huéspedes, me refiero a los virus, y que en realidad no lo son, que sigo detallando cómo es que nos acompañan actualmente.

Estos virus, de manera brutal irrumpieron en nuestras vidas y las transformaron en una realidad inédita que nunca habíamos soñado ni imaginado que viviríamos. Y añado que de huéspedes no tienen nada, ya que todos esos microorganismos, invisibles a la vista humana pero perfectamente organizados entre ellos, a los cuales pertenecen virus, bacterias, etc., llegaron a nuestro planeta antes millones de años antes de que el ser humano hiciera su aparición. En el estudio titulado El Antropoceno: de microorganismos y zoonosis un tema para debate, publicado en el órgano de difusión del INAH Morelos, llamado El Tlacuache, el paleontólogo e investigador de esta institución en nuestro estado, Eduardo Corona Morales detalla tan bien la historia de los virus al paso del tiempo que considero muy importante conocerlos pues quieran o no, nos acompañan desde que el hombre apareció en el planeta tierra y nos seguirán acompañando por lo que continúo feliz con el tema. Así vemos que “los microorganismos que pese a que hicieron su aparición en el planeta en la zona de Euroasia hace millones de años pero en realidad comenzaron a tener relevancia para el ser humano en el período neolítico hará unos 10 mil años. Se puede considerar que su aparición coincidió con la domesticación del ser humano –que de nómadas pasaron a sedentarios- porque con ella empezó la fermentación de granos, carnes, mieles, vegetales, frutas, leches y harinas con sus derivados, etc. En América debido a la influencia asiática de la que descendemos por su llegada a través del Paso de Bering, esos alimentos y residuos fermentados se mezclaron con nuevos cereales, semillas y plantas basados en el maíz, maguey, cacao, vainilla, etc., lo que dio paso a una dieta primitiva que ya tal vez se perdió en el tiempo”. Y conforme aumentaba la domesticación, avanzaban también los microorganismos, solo que en un principio los contagios eran de animales a animales, después comenzaron a contagiar a humanos, por ejemplo el ántrax (infección cutánea y subcutánea ocasionada por estafilococos que aparecían en el cuerpo en forma de furúnculos, úlceras en la piel, sarpullidos, eso sí, en ese caso indoloros. Surgieron el tétanos, la rabia, el virus H5N1 (el de la influenza) que fue trasmitido a los humanos a través de patos y gallinas (¿se acuerdan de la gripe aviar y después porcina?), todas esas infecciones evolucionaron hasta el punto de iniciar los contagios de humanos a humanos.“Y como la moneda tiene dos caras, -asegura Corona Martínez-, en la medida que avanzaba la domesticación –quien esto escribe le llamaría progreso aunque este aún fuera relativo-, fueron surgiendo enfermedades antes desconocidas que se dan, sobre todo, con la cercanía física en los espacios domésticos…lo que facilitó la transmisión de parásitos entre humanos y animales (llamado este proceso como zoonosis), lo que dio origen a enfermedades infecciosas como la malaria y el sarampión, ambas, de las más antiguas que se conocen identificadas de origen animal. Algunas se volvieron endémicas, mientras que otras son de carácter pandémico tal es el caso del Sida o VIH. Otras dependen de algún artrópodo (mosquito) como son además de la malaria, el Chagas, el Chicungun, el Sika, Dengue, entre otros. Prácticamente se mantienen las mismas condiciones que cuando surgieron en el Neolítico pero ahora se agravan por la sobrepoblación humana y el deterioro ambiental generando enfermedades que rebasan cualquier límite económico, social, de género, ubicación geográfica o nacionalidad.” ¿Les recuerda esto a lo que estamos viviendo actualmente? Si creyeron estimados lectores que ya habían visto lo suficiente, se equivocan, porque “estudios de paleomicrobiología mediante el análisis de antiquísimos restos óseos y con el uso de microscopios de alta resolución y estudios moleculares, entre otros, se descubrió que la enfermedad más antigua que se conoce, más aún que la malaria y el sarampión, es la del tipo de las Tenias que son parásitos intestinales”. Y con esto dejo para mi próximo artículo, un final bellísimo en este tema que ni se imaginan. Hasta el próximo lunes pues.

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