Durante la Colonia, la cultura bantú, originaria de África, fue traída a Morelos por los esclavos negros, los hombres cuyo trabajo generó riquezas importantes para el país, pero cuya labor no fue reconocida sino hasta hace poco tiempo. Aunque fisonómicamente los rasgos afros se han diluido entre los habitantes de Morelos, el gen permanece ahí y también algunas expresiones culturales de origen bantú, como los corridos surianos, explicó Jesús María Serna Moreno.
El investigador profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, está interesado en difundir el legado de la raza africana en el país y ahora también en Morelos.
De acuerdo con Serna Moreno, la llegada de la cultura bantú a nuestro estado ocurrió en la época de la Colonia, cuando representantes de ese grupo africano fueron transportados al país para trabajar como esclavos en las haciendas azucareras y ganaderas.
“Es una población que ha tenido una participación muy importante en nuestra historia, en la historia de México y en la construcción de nuestro país, porque es una población que produjo muchas riquezas”, afirmó el investigador.
Un ejemplo del legado de la cultura bantú en Morelos son los corridos surianos, que entraron en auge en la revolución agraria de Emiliano Zapata, cuyo instrumento principal, el bajo quinto, pudo haber sido transportado por los hombres de piel oscura que eran utilizados como esclavos o cimarrones en aquella época.
Además del legado cultural, el legado genético también persiste, sólo que con el paso de los años los rasgos faciales de la población morelense con ascendencia africana se han ido diluyendo debido al mestizaje, según explicó Serna Moreno.
