/ miércoles 29 de julio de 2020

Los olvidados y el México real

El cine es un instrumento que puede servir para mostrar la realidad de una sociedad en un momento determinado, llevando al espectador a un estado de concientización y reflexión, y que no tenga solo un rol pasivo de expectación.

Bajo esta tesitura, es precisamente la película de “Los olvidados” de Luis Buñuel un retrato social de un México olvidado que a pesar de los años siguió en la invisibilidad para las clases poderosas y que se acrecentó durante los gobiernos neoliberales. Y que hoy en día, es un reto para México tratar de reducir esa pobreza que de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2018 era de 52.4 millones de pobres.

Luis Buñuel, quien murió un 29 de julio pero de 1983, fue uno de los principales exponentes del surrealismo y una pieza clave en el cine mexicano, ya que su cinta “Los olvidados” representa un antes y un después en la industria cinematográfica nacional pues su contenido rompe con las historias de finales “felices” característicos del cine clásico, y que no mostraban ese otro México de los cinturones de miseria.

Esta película fue objeto de crítica por varios sectores, desde el mismo gremio cinematográfico así como el institucional, y es que ¡cómo una película de un “extranjero” podía dejar mal visto a ese México de crecimiento económico e industrial! (recordemos que esta obra es de 1950, época del crecimiento hacia adentro con Miguel Alemán). De tal forma que aquí se muestra cómo las clases poderosas desdibujan a las clases oprimidas, olvidándolas bajo un discurso de que son pobres porque quieren. Esta situación se acrecentó en épocas del neoliberalismo donde aumentaron los millones de mexicanos en pobreza, y con ello la desigualdad social: se generaron ricos más ricos y pobres más pobres, donde los campesinos y los indígenas serían los más afectados.

El académico Armando Bartra señala que bajo la lógica neoliberal el paradigma es “primero los ricos”. Y bajo esta ideología se fue construyendo un sistema donde los gobernantes mexicanos empezaron a transitar de la clase gobernante a la clase dominante, es decir, configuran un sistema de adelgazamiento del Estado para que la iniciativa privada tuviese más cabida en áreas muy rentables, convirtiéndose los políticos en “empresarios”, usando la política como un instrumento para hacer negocios y no para el bien común. Con la llegada de López Obrador y la izquierda al poder, hay un discurso de revertir la situación abandonando el modelo neoliberal para que ahora la consigna sea “primero los pobres”, y que obviamente esto provoca insatisfacción en ciertos grupos con el estilo de gobernar de AMLO.

Ahora bien, para que todo esto no se quede en un discurso, se deben realizar acciones tendientes a buscar justicia, una justicia entendida no solo como una virtud unipersonal sino como una virtud de las instituciones sociales. En este sentido, abatir el binomio corrupción-impunidad es una pieza angular para poder hablar de una transformación que tanto pregona este nuevo gobierno, y que casos como el de Lozoya, Robles o Ayotzinapa son una oportunidad para ver si se trata de un “cambio” o más de lo mismo.

De tal forma que, el Estado mexicano debe retomar su papel medular en la construcción de una sociedad más justa y democrática, y esto implica no sólo acciones mediáticas sino una reconfiguración institucional, jurídica e ideológica, algo bastante complejo, pues aún siguen habiendo en nuestro país muchos sectores que siguen siendo “Los olvidados” de este siglo XXI.

El cine es un instrumento que puede servir para mostrar la realidad de una sociedad en un momento determinado, llevando al espectador a un estado de concientización y reflexión, y que no tenga solo un rol pasivo de expectación.

Bajo esta tesitura, es precisamente la película de “Los olvidados” de Luis Buñuel un retrato social de un México olvidado que a pesar de los años siguió en la invisibilidad para las clases poderosas y que se acrecentó durante los gobiernos neoliberales. Y que hoy en día, es un reto para México tratar de reducir esa pobreza que de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2018 era de 52.4 millones de pobres.

Luis Buñuel, quien murió un 29 de julio pero de 1983, fue uno de los principales exponentes del surrealismo y una pieza clave en el cine mexicano, ya que su cinta “Los olvidados” representa un antes y un después en la industria cinematográfica nacional pues su contenido rompe con las historias de finales “felices” característicos del cine clásico, y que no mostraban ese otro México de los cinturones de miseria.

Esta película fue objeto de crítica por varios sectores, desde el mismo gremio cinematográfico así como el institucional, y es que ¡cómo una película de un “extranjero” podía dejar mal visto a ese México de crecimiento económico e industrial! (recordemos que esta obra es de 1950, época del crecimiento hacia adentro con Miguel Alemán). De tal forma que aquí se muestra cómo las clases poderosas desdibujan a las clases oprimidas, olvidándolas bajo un discurso de que son pobres porque quieren. Esta situación se acrecentó en épocas del neoliberalismo donde aumentaron los millones de mexicanos en pobreza, y con ello la desigualdad social: se generaron ricos más ricos y pobres más pobres, donde los campesinos y los indígenas serían los más afectados.

El académico Armando Bartra señala que bajo la lógica neoliberal el paradigma es “primero los ricos”. Y bajo esta ideología se fue construyendo un sistema donde los gobernantes mexicanos empezaron a transitar de la clase gobernante a la clase dominante, es decir, configuran un sistema de adelgazamiento del Estado para que la iniciativa privada tuviese más cabida en áreas muy rentables, convirtiéndose los políticos en “empresarios”, usando la política como un instrumento para hacer negocios y no para el bien común. Con la llegada de López Obrador y la izquierda al poder, hay un discurso de revertir la situación abandonando el modelo neoliberal para que ahora la consigna sea “primero los pobres”, y que obviamente esto provoca insatisfacción en ciertos grupos con el estilo de gobernar de AMLO.

Ahora bien, para que todo esto no se quede en un discurso, se deben realizar acciones tendientes a buscar justicia, una justicia entendida no solo como una virtud unipersonal sino como una virtud de las instituciones sociales. En este sentido, abatir el binomio corrupción-impunidad es una pieza angular para poder hablar de una transformación que tanto pregona este nuevo gobierno, y que casos como el de Lozoya, Robles o Ayotzinapa son una oportunidad para ver si se trata de un “cambio” o más de lo mismo.

De tal forma que, el Estado mexicano debe retomar su papel medular en la construcción de una sociedad más justa y democrática, y esto implica no sólo acciones mediáticas sino una reconfiguración institucional, jurídica e ideológica, algo bastante complejo, pues aún siguen habiendo en nuestro país muchos sectores que siguen siendo “Los olvidados” de este siglo XXI.

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