/ sábado 9 de febrero de 2019

Las diferentes maneras de ser niños

La niñez ha cambiado a lo largo del tiempo y de las culturas

La niñez, la vejez o la juventud no siempre se han visto y vivido de la misma manera. Por ejemplo, hay culturas donde no se concibe alguna de éstas. Tan sólo “la adolescencia” es una etapa que ha cobrado fuerza en el siglo XXI, sólo basta con preguntarles a personas mayores de 60 años de edad, si “pasaron por la adolescencia”, posiblemente nos responderán con risa que “no”. En cambio, preguntándoles a niños de zonas no marcadamente urbanas de Tlayacapan, mencionan algunos de ellos que, de la niñez “sigue la adolescencia”, aunque les resulta un poco difícil distinguirla de la “juventud” o dotarla de características propias.

En sitios digitales como youtube, podemos ver a personas entre los 12 a los 15 años, hablando de “asuntos de adolescentes”, como la youtuber “Pika girl” que dedica videos para hablar de esta condición generacional en la que ella misma se inscribe.

Especialmente, a partir del siglo XX hemos vivido un fuerte proceso donde hemos dividido nuestras vidas en etapas generacionales o por segmentos de tiempo (Pérez Ruiz, 2008). Dichos segmentos de tiempo les adjudicamos ciertas características o cualidades. Desde la teoría socioeconómica marxista, se puede traducir de manera un poco esquemática que especialmente la “juventud” como ahora la concebimos en occidente, toma forma con el capitalismo y la masificación de las instituciones educativas o escuelas (Anselmo, 2017). La juventud es relacionada al consumo y “al estudio”, de ahí que se le considerara como un privilegio de ciertas clases sociales. En el mundo contemporáneo de las poblaciones afromexicanas de la costa chica de Guerrero, señala Quiroz (2008), que la juventud es una suerte de “momento” de diversión o esparcimiento. Se “anda de muchacha o de muchacho”, cuando salen de esparcimiento a una fiesta o a un baile.

La niñez como la concebimos actualmente, como una etapa de la vida donde se es “inocente”, dependiente de los adultos y se es sujeto de cuidado y enseñanza, nace según los estudios históricos al respecto, en el siglo XVII francés. Educadores y filósofos, principalmente Locke y Rousseau, construyen esta nueva etapa de vida (la infancia) como “un ser esencialmente distinto al adulto, cuyo comportamiento los adultos debían vigilar y reglamentar” (Alcubierre, 2010:21).

La noción de la infancia o el ser niño, en un sentido de “inocencia, pureza, y un ser a educar”, se puede leer como un producto cultural europeo que llega a México hacia el siglo XIX en la sociedad novohispana (Alcubierre, 2010 y Masferrer 2013). Uno de los cambios fue el “encerramiento” del “niño”; ya no podían participar de las actividades del mundo exterior, tendrían que ser protegidos en el espacio de la casa o la familia o bien tendrían que ser “aprendices” en talleres o instituciones de educación.

Iris Sánchez. Dibujo de su casa. Pintó a los animales, los cuartos de su casa y la antena de tv

Aunque no podemos soslayar que, en las sociedades mesoamericanas previas a la colonización española, existía ya un modelo de educación para quienes se encontraban en sus primeros años de vida, sin embargo, el modelo contemporáneo tiene sus orígenes principalmente en el modelo educativo que propuso Rousseau. En el mundo prehispánico, por ejemplo, se daba una interrelación más fuerte entre los conocimientos teóricos y prácticos, divididos según el género (mujeres y hombres); en tanto que el modelo escolar importado de Europa los conocimientos se enseñan en un espacio denominado aula o salón.

¿Y cómo piensan y perciben la niñez, las niñas y niños en el Morelos contemporáneo?

A partir del proyecto que desarrollo y que forma parte del INAH-Morelos, convivimos con niñas y niños de San José de los Laureles (Tlayacapan), y por medio de la creación de talleres de manualidades y grupos focales, conocimos un poco del cómo piensan y viven la niñez, quienes se encuentran en el rango generacional que denominamos “niñez” o “infancia”, en contextos no marcadamente urbanos sino más ligados a las dinámicas laborales de espacios agrícolas.

De la convivencia con los 11 niños entre los 8 y 12 años de edad, explican que la niñez es una etapa de la vida que “sigue de cuando eres bebé”; es “cuando ya hablas” o “cuando ya caminas” o “te mueves”, y algunas niñas nos dicen que llega como hasta los 11 y 12 años. Señalan que la niñez tiene como cualidad o característica esencial que “les gusta jugar”. Dentro de la niñez ubican dos divisiones en parte apoyadas por el discurso institucional escolar que divide la primaria entre “los niños chicos” (de primero a tercero de primaria) y “los niños grandes” (de cuarto a sexto de primaria). En la primera fase de la infancia se ubican “los chiquitos” cuya característica es que “hacen berrinche” y los “grandes ya no”. “El berrinche” lo definen con diversas situaciones que recuerdan haber vivido “de chiquitos” (que ubican entre los 3 a 5 años de edad) o bien porque ellos analizan la conducta que observan en “sus hermanitos” (menores). El berrinche explica que es una situación donde te enojas fuertemente para obtener “algo”. Generalmente ellos explican por ejemplo que te puedes “tirar al piso y llorar y gritar mucho” porque quieras un dulce, un juguete o el celular o ir a algún lado. Una de las niñas nos comenta que ella lloraba mucho al punto que se le iba la respiración, pero recuerda cuando ya no pudo continuar con su berrinche porque su papá le dijo que si seguía así le iba a pegar, y señala que cuando estaba en el piso y vio que, si le iba a pegar, mejor se levantó y dejó de llorar.

Otro punto importante es el juego, pues varios señalan en este caso, que ellos ven que sus hermanos mayores ya no son niños porque ya no quieren jugar con ellos; una de las niñas señala que su hermano de 14 años ya no es niño porque ya no quiere jugar con ella, “sólo quiere estar puro al celular”.

Dentro de la vivencia de la niñez, es importante resaltar que las niñas y niños realizan actividades en diversos ámbitos de la vida comunitaria. Acuden a la escuela entre semana y los fines de semana hay quienes “van a ayudar al campo” a sus papás. No sólo tienen procesos de aprendizaje en la escuela sino también en labores del campo y la casa. A la mayoría le “gusta mucho” ir al campo porque “están con su familia”. Resaltan la convivencia familiar como una cualidad de las actividades del campo.

Dentro de las dinámicas familiares en las que participan las niñas y niños, se encuentra también la actividad de “los mandados”, una actividad común en varias zonas de México, como le informa Masferrer (2014) en el caso de la región afromexicana. Generalmente dependiendo del “tipo de mandado” se selecciona a algunos de los niños o jóvenes. Los niños menores dentro de un grupo doméstico usualmente acuden a la “tiendita cercana”. Cuando la actividad implica desplazarse más lejos, ya sea a la cabecera por ejemplo para realizar un trámite o comprar determinado producto, acuden “las o los muchachos”.

Otra función importante dentro de “los mandados”, que niñas y niños expresan realizar, ya sea en vacaciones o fines de semanas, es llevar el almuerzo o comida a sus familiares que se encuentran trabajando en el campo.

Dentro de las explicaciones de niñas y niños sobre las actividades laborales y las valoraciones de los espacios en la localidad, comentan que “el campo” es uno de los lugares que más les gusta y les divierte, además es donde “van a ayudar”, es decir realizar una tarea de las actividades agrícolas, ya sea mediante pago o sin éste. Generalmente los adultos (padres, hermanos mayores, abuelos o tíos) les enseñan a hacer actividades que puedan desempeñar, como deshierbar (con la mano o machete). El proceso de enseñanza no sólo con lleva aprender a hacer la actividad que se les asigne, sino a la par van oyendo y observando otros procesos del conocimiento agrícola, ya que conocen, por ejemplo, las diversas fases del ciclo agrícola del maíz y el nopal, así como de pesticidas.

El acudir al campo les hace adquirir conocimientos teórico-prácticos a diferencia de la escuela, donde la enseñanza es en el aula. Aunque es importante mencionar que, para los niños, el campo no está asociado con la actividad “del aprender”, sino con la familia y la diversión, mientras que la escuela si está relacionada con “el aprender”. En los mapas que acompañan el artículo, podemos observar la importancia de los cerros y el campo, por el espacio que abarcan dentro de la composición visual del dibujo.

Siguiendo el recorrido dentro de los mapas que dibujaron niñas y niños, aparece de forma central la iglesia, que es otro espacio que consideran importante por ser un núcleo de reunión, de formación y donde se lleva a cabo la fiesta principal (el 19 de marzo del santo patrón San José) del pueblo. Santiago (10 años de edad) expresa que es importante “porqué ahí fue donde hicimos nuestra primera fiesta, el bautizo” (febrero 2017). Mayte comentan que acude los días domingos a la misa sola, sin que la lleven sus padres.

Dibujos de casas que las niñas y los niños participantes pintaronFoto Mayte (11 años)

Por otro lado, dentro de la representación gráfica de sus casas, las niñas y niños analizan la distribución de su espacio cotidiano. En algunos casos dibujaron a los animales, ya sean de compañía o para consumo, además de las antenas azules del servicio de televisión de paga, lo cual es importante para ellos ya que ahí ven las novelas o caricaturas. Inclusive observamos un ejercicio especial de observación de sus espacios ya que rompe con la representación gráfica, a veces impartida dentro de las escuelas, en donde se “les enseña” a dibujar la casa mediante un cuadro con un triángulo en la parte superior, asemejando un techo de dos aguas, con dos árboles de manzana. En la foto que acompaña el texto podemos observar que los techos los dibujaron de forma plana y colocaron, en unos casos, varios cuartos, ya que en el terreno donde se ubica su casa pueden vivir varias familias o tener diversas funciones, como guardar herramienta del trabajo o bien como le llaman algunos niños, puede haber “un cuarto para los animales”.

A diferencia además de contextos marcadamente urbanos, dentro de sectores clasistas de la sociedad mexicana, los niñ@s que habitan en San José de la Laureles, conocen de los diversos “gastos” de la familia, así como del monto. Señalan que deben pagar agua, luz, el servicio de televisión, la propina del de la basura, y “su gasto de la cocina”. Los niños comentan que en la mayoría de los casos reciben de 15 a 20 pesos diarios, pues en la escuela les cobran 15 pesos por toda la comida que les sirven. Les dan un desayuno, un almuerzo y un postre, con agua de sabor por la tarde y atole por la mañana. Las madres de los niños que cursan la primaria se organizan por grupos para cubrir por una semana de preparación de los alimentos que les darán a los estudiantes. Los niños que reciben 20 pesos, señalan que guardan 5 pesos para “su gasto”, señalando que lo pueden ahorrar o bien lo gastan “en lo que quieran”.

Un elemento también a destacar es la percepción social de niñez en la localidad, pues si bien se les observa como actores sociales que “deben aprender o se les debe enseñar” también se les exige una participación social activa, por ejemplo, José Flores (9 años) nos comenta que ya dio su primera consulta médica a un señor que le pidió curarlo de malestares de la gripa, consiguiéndolo sanar con tres medicamentos que le recetó. José nos expresa que él ha aprendido la medicina y el conocimiento de curar con herbolaria de su padre.

Taller focal de libretas artesanales Foto Keyra (11 años)

Existe en la localidad y en general en todo el municipio una continua incorporación de las y los niños a la vida comunitaria, otorgándoles responsabilidades que los encaminen a un compromiso colectivo con sus sociedades.

Referencias bibliográficas

  • Alcubierre Beatriz, (2010). Ciudadanos del futuro. Una historia de las publicaciones para niños en el siglo XIX mexicano. UAEM-COLMEX, Ciudad de México.
  • Anselmo, Julio (2017). “Breves apuntes sobre juventud desde una perspectiva marxista”, consultado en: https://litci.org/es/menu/juventud/breves-apuntes-juventud-desde-una-perspectiva-marxista/ 20 de enero de 2018.
  • Masferrer, Cristina, (2013). Mulatillas y negritos. Una mirada a la vida cotidiana de los niños esclavizados durante el periodo virreinal, en Antropología. Boletín oficial del INAH, número 98, Ciudad de México, pp.3-15.
  • Pérez-Ruiz, Maya Lorena (2008). Pérez Ruiz, Lorena (2008).» Jóvenes indígenas en América Latina» en: Jóvenes indígenas y globalización en América Latina. INAH, CDMX, pp.9-45.
  • Quiroz, Haydée (2008). Las mujeres y los hombres de la sal. CONACULTA, México.

La niñez, la vejez o la juventud no siempre se han visto y vivido de la misma manera. Por ejemplo, hay culturas donde no se concibe alguna de éstas. Tan sólo “la adolescencia” es una etapa que ha cobrado fuerza en el siglo XXI, sólo basta con preguntarles a personas mayores de 60 años de edad, si “pasaron por la adolescencia”, posiblemente nos responderán con risa que “no”. En cambio, preguntándoles a niños de zonas no marcadamente urbanas de Tlayacapan, mencionan algunos de ellos que, de la niñez “sigue la adolescencia”, aunque les resulta un poco difícil distinguirla de la “juventud” o dotarla de características propias.

En sitios digitales como youtube, podemos ver a personas entre los 12 a los 15 años, hablando de “asuntos de adolescentes”, como la youtuber “Pika girl” que dedica videos para hablar de esta condición generacional en la que ella misma se inscribe.

Especialmente, a partir del siglo XX hemos vivido un fuerte proceso donde hemos dividido nuestras vidas en etapas generacionales o por segmentos de tiempo (Pérez Ruiz, 2008). Dichos segmentos de tiempo les adjudicamos ciertas características o cualidades. Desde la teoría socioeconómica marxista, se puede traducir de manera un poco esquemática que especialmente la “juventud” como ahora la concebimos en occidente, toma forma con el capitalismo y la masificación de las instituciones educativas o escuelas (Anselmo, 2017). La juventud es relacionada al consumo y “al estudio”, de ahí que se le considerara como un privilegio de ciertas clases sociales. En el mundo contemporáneo de las poblaciones afromexicanas de la costa chica de Guerrero, señala Quiroz (2008), que la juventud es una suerte de “momento” de diversión o esparcimiento. Se “anda de muchacha o de muchacho”, cuando salen de esparcimiento a una fiesta o a un baile.

La niñez como la concebimos actualmente, como una etapa de la vida donde se es “inocente”, dependiente de los adultos y se es sujeto de cuidado y enseñanza, nace según los estudios históricos al respecto, en el siglo XVII francés. Educadores y filósofos, principalmente Locke y Rousseau, construyen esta nueva etapa de vida (la infancia) como “un ser esencialmente distinto al adulto, cuyo comportamiento los adultos debían vigilar y reglamentar” (Alcubierre, 2010:21).

La noción de la infancia o el ser niño, en un sentido de “inocencia, pureza, y un ser a educar”, se puede leer como un producto cultural europeo que llega a México hacia el siglo XIX en la sociedad novohispana (Alcubierre, 2010 y Masferrer 2013). Uno de los cambios fue el “encerramiento” del “niño”; ya no podían participar de las actividades del mundo exterior, tendrían que ser protegidos en el espacio de la casa o la familia o bien tendrían que ser “aprendices” en talleres o instituciones de educación.

Iris Sánchez. Dibujo de su casa. Pintó a los animales, los cuartos de su casa y la antena de tv

Aunque no podemos soslayar que, en las sociedades mesoamericanas previas a la colonización española, existía ya un modelo de educación para quienes se encontraban en sus primeros años de vida, sin embargo, el modelo contemporáneo tiene sus orígenes principalmente en el modelo educativo que propuso Rousseau. En el mundo prehispánico, por ejemplo, se daba una interrelación más fuerte entre los conocimientos teóricos y prácticos, divididos según el género (mujeres y hombres); en tanto que el modelo escolar importado de Europa los conocimientos se enseñan en un espacio denominado aula o salón.

¿Y cómo piensan y perciben la niñez, las niñas y niños en el Morelos contemporáneo?

A partir del proyecto que desarrollo y que forma parte del INAH-Morelos, convivimos con niñas y niños de San José de los Laureles (Tlayacapan), y por medio de la creación de talleres de manualidades y grupos focales, conocimos un poco del cómo piensan y viven la niñez, quienes se encuentran en el rango generacional que denominamos “niñez” o “infancia”, en contextos no marcadamente urbanos sino más ligados a las dinámicas laborales de espacios agrícolas.

De la convivencia con los 11 niños entre los 8 y 12 años de edad, explican que la niñez es una etapa de la vida que “sigue de cuando eres bebé”; es “cuando ya hablas” o “cuando ya caminas” o “te mueves”, y algunas niñas nos dicen que llega como hasta los 11 y 12 años. Señalan que la niñez tiene como cualidad o característica esencial que “les gusta jugar”. Dentro de la niñez ubican dos divisiones en parte apoyadas por el discurso institucional escolar que divide la primaria entre “los niños chicos” (de primero a tercero de primaria) y “los niños grandes” (de cuarto a sexto de primaria). En la primera fase de la infancia se ubican “los chiquitos” cuya característica es que “hacen berrinche” y los “grandes ya no”. “El berrinche” lo definen con diversas situaciones que recuerdan haber vivido “de chiquitos” (que ubican entre los 3 a 5 años de edad) o bien porque ellos analizan la conducta que observan en “sus hermanitos” (menores). El berrinche explica que es una situación donde te enojas fuertemente para obtener “algo”. Generalmente ellos explican por ejemplo que te puedes “tirar al piso y llorar y gritar mucho” porque quieras un dulce, un juguete o el celular o ir a algún lado. Una de las niñas nos comenta que ella lloraba mucho al punto que se le iba la respiración, pero recuerda cuando ya no pudo continuar con su berrinche porque su papá le dijo que si seguía así le iba a pegar, y señala que cuando estaba en el piso y vio que, si le iba a pegar, mejor se levantó y dejó de llorar.

Otro punto importante es el juego, pues varios señalan en este caso, que ellos ven que sus hermanos mayores ya no son niños porque ya no quieren jugar con ellos; una de las niñas señala que su hermano de 14 años ya no es niño porque ya no quiere jugar con ella, “sólo quiere estar puro al celular”.

Dentro de la vivencia de la niñez, es importante resaltar que las niñas y niños realizan actividades en diversos ámbitos de la vida comunitaria. Acuden a la escuela entre semana y los fines de semana hay quienes “van a ayudar al campo” a sus papás. No sólo tienen procesos de aprendizaje en la escuela sino también en labores del campo y la casa. A la mayoría le “gusta mucho” ir al campo porque “están con su familia”. Resaltan la convivencia familiar como una cualidad de las actividades del campo.

Dentro de las dinámicas familiares en las que participan las niñas y niños, se encuentra también la actividad de “los mandados”, una actividad común en varias zonas de México, como le informa Masferrer (2014) en el caso de la región afromexicana. Generalmente dependiendo del “tipo de mandado” se selecciona a algunos de los niños o jóvenes. Los niños menores dentro de un grupo doméstico usualmente acuden a la “tiendita cercana”. Cuando la actividad implica desplazarse más lejos, ya sea a la cabecera por ejemplo para realizar un trámite o comprar determinado producto, acuden “las o los muchachos”.

Otra función importante dentro de “los mandados”, que niñas y niños expresan realizar, ya sea en vacaciones o fines de semanas, es llevar el almuerzo o comida a sus familiares que se encuentran trabajando en el campo.

Dentro de las explicaciones de niñas y niños sobre las actividades laborales y las valoraciones de los espacios en la localidad, comentan que “el campo” es uno de los lugares que más les gusta y les divierte, además es donde “van a ayudar”, es decir realizar una tarea de las actividades agrícolas, ya sea mediante pago o sin éste. Generalmente los adultos (padres, hermanos mayores, abuelos o tíos) les enseñan a hacer actividades que puedan desempeñar, como deshierbar (con la mano o machete). El proceso de enseñanza no sólo con lleva aprender a hacer la actividad que se les asigne, sino a la par van oyendo y observando otros procesos del conocimiento agrícola, ya que conocen, por ejemplo, las diversas fases del ciclo agrícola del maíz y el nopal, así como de pesticidas.

El acudir al campo les hace adquirir conocimientos teórico-prácticos a diferencia de la escuela, donde la enseñanza es en el aula. Aunque es importante mencionar que, para los niños, el campo no está asociado con la actividad “del aprender”, sino con la familia y la diversión, mientras que la escuela si está relacionada con “el aprender”. En los mapas que acompañan el artículo, podemos observar la importancia de los cerros y el campo, por el espacio que abarcan dentro de la composición visual del dibujo.

Siguiendo el recorrido dentro de los mapas que dibujaron niñas y niños, aparece de forma central la iglesia, que es otro espacio que consideran importante por ser un núcleo de reunión, de formación y donde se lleva a cabo la fiesta principal (el 19 de marzo del santo patrón San José) del pueblo. Santiago (10 años de edad) expresa que es importante “porqué ahí fue donde hicimos nuestra primera fiesta, el bautizo” (febrero 2017). Mayte comentan que acude los días domingos a la misa sola, sin que la lleven sus padres.

Dibujos de casas que las niñas y los niños participantes pintaronFoto Mayte (11 años)

Por otro lado, dentro de la representación gráfica de sus casas, las niñas y niños analizan la distribución de su espacio cotidiano. En algunos casos dibujaron a los animales, ya sean de compañía o para consumo, además de las antenas azules del servicio de televisión de paga, lo cual es importante para ellos ya que ahí ven las novelas o caricaturas. Inclusive observamos un ejercicio especial de observación de sus espacios ya que rompe con la representación gráfica, a veces impartida dentro de las escuelas, en donde se “les enseña” a dibujar la casa mediante un cuadro con un triángulo en la parte superior, asemejando un techo de dos aguas, con dos árboles de manzana. En la foto que acompaña el texto podemos observar que los techos los dibujaron de forma plana y colocaron, en unos casos, varios cuartos, ya que en el terreno donde se ubica su casa pueden vivir varias familias o tener diversas funciones, como guardar herramienta del trabajo o bien como le llaman algunos niños, puede haber “un cuarto para los animales”.

A diferencia además de contextos marcadamente urbanos, dentro de sectores clasistas de la sociedad mexicana, los niñ@s que habitan en San José de la Laureles, conocen de los diversos “gastos” de la familia, así como del monto. Señalan que deben pagar agua, luz, el servicio de televisión, la propina del de la basura, y “su gasto de la cocina”. Los niños comentan que en la mayoría de los casos reciben de 15 a 20 pesos diarios, pues en la escuela les cobran 15 pesos por toda la comida que les sirven. Les dan un desayuno, un almuerzo y un postre, con agua de sabor por la tarde y atole por la mañana. Las madres de los niños que cursan la primaria se organizan por grupos para cubrir por una semana de preparación de los alimentos que les darán a los estudiantes. Los niños que reciben 20 pesos, señalan que guardan 5 pesos para “su gasto”, señalando que lo pueden ahorrar o bien lo gastan “en lo que quieran”.

Un elemento también a destacar es la percepción social de niñez en la localidad, pues si bien se les observa como actores sociales que “deben aprender o se les debe enseñar” también se les exige una participación social activa, por ejemplo, José Flores (9 años) nos comenta que ya dio su primera consulta médica a un señor que le pidió curarlo de malestares de la gripa, consiguiéndolo sanar con tres medicamentos que le recetó. José nos expresa que él ha aprendido la medicina y el conocimiento de curar con herbolaria de su padre.

Taller focal de libretas artesanales Foto Keyra (11 años)

Existe en la localidad y en general en todo el municipio una continua incorporación de las y los niños a la vida comunitaria, otorgándoles responsabilidades que los encaminen a un compromiso colectivo con sus sociedades.

Referencias bibliográficas

  • Alcubierre Beatriz, (2010). Ciudadanos del futuro. Una historia de las publicaciones para niños en el siglo XIX mexicano. UAEM-COLMEX, Ciudad de México.
  • Anselmo, Julio (2017). “Breves apuntes sobre juventud desde una perspectiva marxista”, consultado en: https://litci.org/es/menu/juventud/breves-apuntes-juventud-desde-una-perspectiva-marxista/ 20 de enero de 2018.
  • Masferrer, Cristina, (2013). Mulatillas y negritos. Una mirada a la vida cotidiana de los niños esclavizados durante el periodo virreinal, en Antropología. Boletín oficial del INAH, número 98, Ciudad de México, pp.3-15.
  • Pérez-Ruiz, Maya Lorena (2008). Pérez Ruiz, Lorena (2008).» Jóvenes indígenas en América Latina» en: Jóvenes indígenas y globalización en América Latina. INAH, CDMX, pp.9-45.
  • Quiroz, Haydée (2008). Las mujeres y los hombres de la sal. CONACULTA, México.

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