/ viernes 12 de febrero de 2021

Especies y su distribución

A veces no nos ponemos a pensar que las especies -en si- tienen un rango “natural” de distribución. Y entrecomillo natural, porque algunas veces es difícil de determinar tal condición. No obstante, comúnmente es relativamente fácil determinar, obvio con cierto estudio al respecto.

Pero primero, digamos qué es una distribución natural. Vamos a proporcionar ejemplos especialmente en plantas, pero también se puede aplicar en general. La distribución de una especie es aquella que -de manera natural- se localiza en cierta zona del planeta, independientemente del ser humano, consciente o inconscientemente de ello. En este orden de ideas, la forma “más sencilla” de entender eso es la distribución de las especies cuando el Homo sapiens todavía no existía. Eso fue hace relativamente poco tiempo, unos 200 mil años, aproximadamente.

Por lo tanto, una especie exótica es aquella que de manera artificial fue traída (o llevada) por el ser humano. Un buen ejemplo es lo que existió en Hawái. En este lugar existieron muchas cosas fascinantes, particularmente desde el punto de vista evolutivo. A tal grado que existió Radiación, por ejemplo, que es la evolución relativamente rápida (especialmente morfológica) en un grupo determinado debido a una gran diversidad de habitas disponibles. Una vez que llegaron los humanos (hace unos 1500 años) hubo una terrible devastación especialmente porque el ser humano trajo en sus embarcaciones muchas especies exóticas para Hawái. Consecuentemente, muchas especies de dicho archipiélago se extinguieron.

Sin entrar en aspectos filosóficos, de fue primero el huevo o la gallina, qué es lo que es nativo ahora, si las especies se han estado continuamente moviendo. No, desde siempre hay especies que están (en un tiempo y espacio determinado), supeditadas principalmente a un cierto ecosistema, por ejemplo, el desierto. Además, lo que consideramos “las especies” son una identidad como tal. Por ejemplo, existía el caballo “antes” de que llegaran los españoles. Sí, esto es cierto, pero no como frecuentemente lo diríamos. No obstante, lo que debemos decir es: “antes había una especie cercana al caballo (hace unos 55 millones de años, por ejemplo, existía un Dinohippus mexicanus) pero éste se extinguió, y era muy parecido al que conocemos actualmente (Equus caballus)”.

¿Cuál es la implicación académica, y especialmente ambiental de este aspecto? Por ejemplo, cuando uno quiere reforestar (o más bien hacer restauración ecológica) entonces una de las principales preguntas que uno se hace es: ¿qué especies utilizar? ¿cuáles especies arbóreas (por ejemplo) utilizaría? Podrían ser diferentes los criterios, dependiendo del propósito, incluyendo: importancia ecológica, es decir, teniendo criterios de biodiversidad; o tener criterios de utilidad (económicos), de interés “ambiental” (independientemente de la biodiversidad) en general, o una combinación de estos. Lo importante es dejar claro cuál es el propósito y no revolverlos, como si fueran los mismo. No, no son iguales; hasta en los perros hay razas, y eso que no necesariamente soy especista.

Las especies tienen una distribución natural, y éstas están adaptadas a sitos y condiciones ambientales particulares. De hecho, hay una nueva (relativamente) rama de la biología denominada Modelado de Nicho Ecológico (MNE) que se encarga de determinar cuál es la distribución actual y potencial de las especies. Por eso es necesario que entendamos que el planeta es muy diverso y, por lo tanto, las especies están adaptadas a cada sitio en particular. Habrá algunas que tienen rangos más amplios que otras, es por esto, que se ajustan a condiciones de amplios nichos; esto origina que sea acerquen más a ser cosmopolitas y otras son más restringidas, incrementando sustancialmente sus posibilidades de extinguirse.

Todos los gobiernos piensan que todo es muy sencillo. “Saber” esto, ha originado que cada seis años inventemos el hilo (sí, negro) pero muy ineficiente en temas de restauración ecológica, o reforestación, o como lo llamemos, pero no funciona. Por eso, cada vez tenemos menos y menos hectáreas de vegetación natural y, por eso, cada vez hay más y más pandemias, por ejemplo.

A veces no nos ponemos a pensar que las especies -en si- tienen un rango “natural” de distribución. Y entrecomillo natural, porque algunas veces es difícil de determinar tal condición. No obstante, comúnmente es relativamente fácil determinar, obvio con cierto estudio al respecto.

Pero primero, digamos qué es una distribución natural. Vamos a proporcionar ejemplos especialmente en plantas, pero también se puede aplicar en general. La distribución de una especie es aquella que -de manera natural- se localiza en cierta zona del planeta, independientemente del ser humano, consciente o inconscientemente de ello. En este orden de ideas, la forma “más sencilla” de entender eso es la distribución de las especies cuando el Homo sapiens todavía no existía. Eso fue hace relativamente poco tiempo, unos 200 mil años, aproximadamente.

Por lo tanto, una especie exótica es aquella que de manera artificial fue traída (o llevada) por el ser humano. Un buen ejemplo es lo que existió en Hawái. En este lugar existieron muchas cosas fascinantes, particularmente desde el punto de vista evolutivo. A tal grado que existió Radiación, por ejemplo, que es la evolución relativamente rápida (especialmente morfológica) en un grupo determinado debido a una gran diversidad de habitas disponibles. Una vez que llegaron los humanos (hace unos 1500 años) hubo una terrible devastación especialmente porque el ser humano trajo en sus embarcaciones muchas especies exóticas para Hawái. Consecuentemente, muchas especies de dicho archipiélago se extinguieron.

Sin entrar en aspectos filosóficos, de fue primero el huevo o la gallina, qué es lo que es nativo ahora, si las especies se han estado continuamente moviendo. No, desde siempre hay especies que están (en un tiempo y espacio determinado), supeditadas principalmente a un cierto ecosistema, por ejemplo, el desierto. Además, lo que consideramos “las especies” son una identidad como tal. Por ejemplo, existía el caballo “antes” de que llegaran los españoles. Sí, esto es cierto, pero no como frecuentemente lo diríamos. No obstante, lo que debemos decir es: “antes había una especie cercana al caballo (hace unos 55 millones de años, por ejemplo, existía un Dinohippus mexicanus) pero éste se extinguió, y era muy parecido al que conocemos actualmente (Equus caballus)”.

¿Cuál es la implicación académica, y especialmente ambiental de este aspecto? Por ejemplo, cuando uno quiere reforestar (o más bien hacer restauración ecológica) entonces una de las principales preguntas que uno se hace es: ¿qué especies utilizar? ¿cuáles especies arbóreas (por ejemplo) utilizaría? Podrían ser diferentes los criterios, dependiendo del propósito, incluyendo: importancia ecológica, es decir, teniendo criterios de biodiversidad; o tener criterios de utilidad (económicos), de interés “ambiental” (independientemente de la biodiversidad) en general, o una combinación de estos. Lo importante es dejar claro cuál es el propósito y no revolverlos, como si fueran los mismo. No, no son iguales; hasta en los perros hay razas, y eso que no necesariamente soy especista.

Las especies tienen una distribución natural, y éstas están adaptadas a sitos y condiciones ambientales particulares. De hecho, hay una nueva (relativamente) rama de la biología denominada Modelado de Nicho Ecológico (MNE) que se encarga de determinar cuál es la distribución actual y potencial de las especies. Por eso es necesario que entendamos que el planeta es muy diverso y, por lo tanto, las especies están adaptadas a cada sitio en particular. Habrá algunas que tienen rangos más amplios que otras, es por esto, que se ajustan a condiciones de amplios nichos; esto origina que sea acerquen más a ser cosmopolitas y otras son más restringidas, incrementando sustancialmente sus posibilidades de extinguirse.

Todos los gobiernos piensan que todo es muy sencillo. “Saber” esto, ha originado que cada seis años inventemos el hilo (sí, negro) pero muy ineficiente en temas de restauración ecológica, o reforestación, o como lo llamemos, pero no funciona. Por eso, cada vez tenemos menos y menos hectáreas de vegetación natural y, por eso, cada vez hay más y más pandemias, por ejemplo.

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