/ sábado 9 de octubre de 2021

[Ocio] El Ocampo: de unas tablas al gran teatro de Cuernavaca

El recinto ubicado en pleno centro de la capital de Morelos, ha sido escenario de la historia del espectáculo en Morelos

El centro histórico de Cuernavaca cuenta con un diversos espacios y edificios llenos de historia, que son parte fundamental del paisaje de la ciudad. Uno de estos lugares, es sin duda el Teatro Ocampo, ubicado frente al kiosco del Jardín Juárez, fue construido desde la década de los cuarenta y en un principio funcionó como cine, siendo el primero en la Ciudad de la Eterna Primavera.

El cine fue construido entre 1942 y 1946 por orden del señor Leobardo S. Ocampo, llevando su apellido. El lugar se construyó donde tiempo atrás se ubicó el Hotel Madrid.

"El encargado de la construcción fue el ingeniero Portilla, y era una construcción increíble, entrando tenía dos columnas preciosas, estaban los baños de mujeres y de hombres. Y adentro, tenía tres entradas que eran la sección Luneta, donde iban los señores mayores, el Anfiteatro donde generalmente íbamos todos los chavos y por último Gayola, donde iban los que casi no tenían dinero. Era un cine precioso porque todo estaba alfombrado", expresó el cronista Mario Oliveros Gómez.

La arquitectura grecorromana de este recinto, siempre le dio un toque de sofisticación y elegancia, por lo que se convirtió en uno de los lugares más distinguidos de la ciudad.

"Tenía dos estatuas que representaban a las Diosas romanas, que no eran de piedra, eran de otro material, medían aproximadamente 10 metros de altura, recuerdo que una de ellas tenía un libro y la otra un ramo. Las cortinas de la pantalla eran majestuosas, estaban muy pesadas, eran de terciopelo brillante, y se abrían a los lados, después otras segundas de velo que se levantaban", mencionó el cronista Carlos Lavín Figueroa.

La película con la que se estrenó el Cine Ocampo en 1946 fue "Salomé, la Embrujadora" dirigida por Charles Lamont, y protagonizada por la actriz de origen canadiense, Yvonne de Carlo.

"Recuerdo que con trabajos juntamos los 50 centavos para entrar e irnos hasta Gayola, porque como era una película para adultos, yo no me atrevía a irme hasta adelante, qué tal si alguien me veía y le decía a mi mamá (risas)", dijo Mario Oliveros Gómez.

El Cine Ocampo fue uno de los primeros cines en México, y antes de su llegada se tenía la costumbre de acudir a los teatros para disfrutar de obras teatrales, danza y música, especialmente de ópera.

"La gente acostumbraba a ir al teatro y vestían de una forma muy elegante, cuando se inauguró el cine, las personas siguieron así e iban al cine muy bien arreglados a lucir sus trajes y vestidos", detalló Carlos Lavín Figueroa.

La cartelera del cine solía cambiar cada semana, y siempre había variedad para todo público, incluso los domingos eran muy populares las Matinée, pues toda la familia podía disfrutar de las cintas.

Por supuesto, tenían películas para todo tipo de público, y aunque había una restricción para los jóvenes menores de edad cuando las cintas eran para público adulto, siempre había uno que otro chavo rebelde que se las ingeniaba para entrar.

"Teníamos a nuestro amigo Alberto Huerta Rivero a quien le decíamos 'El Pillo Huerta', él era quien recibía los boletos en la entrada y cuando la película era para adultos, lo convenciamos para que nos dejara pasar, a veces sí nos daba chance y otras no era posible, porque también su mamá era la que estaba en la taquilla", dijo Mario Oliveros Gómez.

Debido a su magna belleza arquitectónica y elegancia, el Cine Ocampo se convirtió en un espacio muy destacado donde se realizaban eventos, y aunque había otros recintos como el Teatro Morelos (hoy Cine Morelos), el Ocampo siempre fue el mejor lugar para ceremonias importantes.

"Fue un sitio muy renombrado, además de exhibir películas, se presentaban espectáculos de bailarines o patinadores, también recuerdo que ahí se hacía la coronación de las reinas de los desfiles, dos hermanas mías participaron y ganaron", comentó Mario Oliveros Gómez.

Asimismo, Carlos Lavín agregó "Se hicieron varias ceremonias de graduaciones de secundarias, preparatorias y universidades. Y ahí también, tomaron posesión varios gobernadores. Incluso tiempo después el gobernador Antonio Riva Palacio, tuvo ahí su despacho".

El Cine Ocampo fue el sitio que durante años divirtió a familias enteras ofreciendo lo mejor del cine internacional de aquella época.

"Aunque había más opciones como el Cine Alameda, el Cine Ocampo era el más moderno, era un cine de lujo a finales de los cincuenta, realmente cumplía con todas las expectativas de comodidad, y podías disfrutar de películas de gran calidad por muy poco dinero", dijo Eduardo Peimbert, presidente de la Asociación de Comerciantes Establecidos Pro Centro Histórico de Cuernavaca, quien se caracteriza por ser cinéfilo de corazón.

Los domingos, las Matinée comenzaban desde las 9:00 horas hasta las 15:00 horas aproximadamente, y se exhibían tres películas seguidas por cuatro o cinco pesos. Ya más tarde, alrededor de las 16:00 horas, el horario estaba dirigido a un público más de jóvenes y adultos.

"Era increíble, veíamos películas muy interesantes sobre el Espacio por ejemplo, y que entusiasmaba mucho a la gente, como la de 'Invasión de Mongo', o las películas de guerra también eran muy concurridas, una de las favoritas fue 'La guerra de los mundos'", comentó Peimbert Ortiz.

Asimismo, recordó que otras cintas destacadas fueron "El camino del infierno" de Miguel Morayta y "Attack" con Jack Palance.

"Casi todas las películas eran en blanco y negro, no había mucho a color aún. Recuerdo que también empezaron a llegar también las comedias musicales. Y como anécdota, hubo dos cintas que nos marcaron como jóvenes, 'Rebeldes sin causa' con James Dean y Natalie Wood; y 'El Salvaje' con Marlon Brando. Esas películas eran muy exitosas e hicieron que los jóvenes nos pusiéramos, chamarra de cuero o rojas, incluso había quienes le ponían calaveras en la espalda para sentirse muy rudos, también empezó la moda de los copetes".

También se exhibieron películas de aventura y romanticismo, tiempo después llegó el formato cinemascope con cintas como "Los 10 mandamientos" y "Ben-Hur".

"Eran películas espectaculares que nos asombraban a todos. Recuerdo haber visto ahí también las cintas 'Juegos Prohibidos',

'¿Qué pasó con Baby Jane?' y por supuesto el cine de suspenso y horror de Alfred Hitchcock", mencionó Peimbert Ortiz.

Durante las décadas de los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta, los jóvenes solían reunirse en algún punto del centro de Cuernavaca, para disfrutar la tarde entre amigos, ir al cine era una de las actividades favoritas, y después por supuesto, ir por un helado o tomar una malteada.

"Era muy divertido ir con los amigos, en los intermedios se podía ver quiénes más estaban ahí, si había ido fulanito o sutanito, o quien estaba de novio con quien, y era el chisme de toda la semana. Al salir íbamos al jardín Los héroes (hoy Plaza de armas) a tomar una malteada a las cafeterías. Fue toda una época muy bonita", destacó Eduardo Peimbert Ortiz.

Durante la estancia en el cine, por supuesto no podían faltar las palomitas y demás golosinas para saborear mientras disfrutabas de la película.

"Recuerdo que tenía dos enormes dulcerías, una en planta baja y otra en el primer piso, y se destacaban por sus vitrinas, que eran una novedad que importaron desde Estados Unidos, con los despachadores automáticos de palomitas y de Hot Dogs. Además de las diferentes bebidas", detalló Carlos Lavín Figueroa.

Sin duda, el Cine Ocampo fue un lugar muy importante y especial para las personas, que dejó gratos recuerdos en los cinéfilos y en quienes disfrutaban las tardes con sus familias y amigos.

"Definitivamente, el Cine Ocampo fue un importante recinto cultural para generar un gran público admirador del buen cine", dijo Eduardo Peimbert.

Teatro Ocampo

En 1989, durante el gobierno de Antonio Riva Palacio, el lugar fue remodelado bajo la supervisión de Felipe Santander, director y fundador del Centro Arte Dramático y Estudios Escénicos Especializados (CADEEE) e inaugurado como Teatro Ocampo. La primera representación escénica que se realizó fue "México-USA" escrita y dirigida por Felipe Santander y las actuaciones de Socorro Bonilla, Hugo Larrañaga y Miguel Ángel Zevada.

Tiempo después, en el año 2005, el lugar fue remodelado otra vez, por el Arquitecto José de Arimatea y Moyao y la Dirección de Arquitectura del INBA. Fue inaugurado el 25 de octubre de 2007 con un concierto dirigido por el maestro Enrique Diemecke.

Actualmente, el inmueble pertenece a la Secretaría de Turismo y Cultura del Estado de Morelos y es dirigido por el maestro Jesús Quintero Arellano.

El Teatro Ocampo ha albergado un sinfín de espectáculos teatrales, musicales, dancísticos e infantiles; ha sido sede de importantes festivales en Morelos y a nivel nacional, y también ha albergado importantes eventos gubernamentales.

A lo largo de la historia, después de ser el primer cine de Cuernavaca, se convirtió en ese majestuoso teatro que continúa hasta nuestros días, y que ha recibido a tantos actores, actrices, músicos y cantantes, que con sus espectáculos han conquistado al público morelense.

"El Teatro Ocampo es uno de los más bonitos y llenos de historia, siempre es un gusto y honor presentarme ahí para el público de Cuernavaca", dijo el primer actor Ignacio López Tarso.

Después del temblor de 2017, el Teatro Ocampo sufrió algunas afectaciones, por lo que en diciembre de 2018 fue remodelado una vez más y abrió sus puertas el 30 de abril de 2019 con una función del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández.

En 2020, con la pandemia del Covid-19, cerró por un tiempo, sin embargo, este importante escenario continuó funcionando para brindar espectáculos virtuales. Fue hasta octubre de 2020, que se retomaron las actividades presenciales, y a la fecha continúa ofreciendo una amplia cartelera cultural para todo el público, siguiendo las medidas de higiene y seguridad.


El centro histórico de Cuernavaca cuenta con un diversos espacios y edificios llenos de historia, que son parte fundamental del paisaje de la ciudad. Uno de estos lugares, es sin duda el Teatro Ocampo, ubicado frente al kiosco del Jardín Juárez, fue construido desde la década de los cuarenta y en un principio funcionó como cine, siendo el primero en la Ciudad de la Eterna Primavera.

El cine fue construido entre 1942 y 1946 por orden del señor Leobardo S. Ocampo, llevando su apellido. El lugar se construyó donde tiempo atrás se ubicó el Hotel Madrid.

"El encargado de la construcción fue el ingeniero Portilla, y era una construcción increíble, entrando tenía dos columnas preciosas, estaban los baños de mujeres y de hombres. Y adentro, tenía tres entradas que eran la sección Luneta, donde iban los señores mayores, el Anfiteatro donde generalmente íbamos todos los chavos y por último Gayola, donde iban los que casi no tenían dinero. Era un cine precioso porque todo estaba alfombrado", expresó el cronista Mario Oliveros Gómez.

La arquitectura grecorromana de este recinto, siempre le dio un toque de sofisticación y elegancia, por lo que se convirtió en uno de los lugares más distinguidos de la ciudad.

"Tenía dos estatuas que representaban a las Diosas romanas, que no eran de piedra, eran de otro material, medían aproximadamente 10 metros de altura, recuerdo que una de ellas tenía un libro y la otra un ramo. Las cortinas de la pantalla eran majestuosas, estaban muy pesadas, eran de terciopelo brillante, y se abrían a los lados, después otras segundas de velo que se levantaban", mencionó el cronista Carlos Lavín Figueroa.

La película con la que se estrenó el Cine Ocampo en 1946 fue "Salomé, la Embrujadora" dirigida por Charles Lamont, y protagonizada por la actriz de origen canadiense, Yvonne de Carlo.

"Recuerdo que con trabajos juntamos los 50 centavos para entrar e irnos hasta Gayola, porque como era una película para adultos, yo no me atrevía a irme hasta adelante, qué tal si alguien me veía y le decía a mi mamá (risas)", dijo Mario Oliveros Gómez.

El Cine Ocampo fue uno de los primeros cines en México, y antes de su llegada se tenía la costumbre de acudir a los teatros para disfrutar de obras teatrales, danza y música, especialmente de ópera.

"La gente acostumbraba a ir al teatro y vestían de una forma muy elegante, cuando se inauguró el cine, las personas siguieron así e iban al cine muy bien arreglados a lucir sus trajes y vestidos", detalló Carlos Lavín Figueroa.

La cartelera del cine solía cambiar cada semana, y siempre había variedad para todo público, incluso los domingos eran muy populares las Matinée, pues toda la familia podía disfrutar de las cintas.

Por supuesto, tenían películas para todo tipo de público, y aunque había una restricción para los jóvenes menores de edad cuando las cintas eran para público adulto, siempre había uno que otro chavo rebelde que se las ingeniaba para entrar.

"Teníamos a nuestro amigo Alberto Huerta Rivero a quien le decíamos 'El Pillo Huerta', él era quien recibía los boletos en la entrada y cuando la película era para adultos, lo convenciamos para que nos dejara pasar, a veces sí nos daba chance y otras no era posible, porque también su mamá era la que estaba en la taquilla", dijo Mario Oliveros Gómez.

Debido a su magna belleza arquitectónica y elegancia, el Cine Ocampo se convirtió en un espacio muy destacado donde se realizaban eventos, y aunque había otros recintos como el Teatro Morelos (hoy Cine Morelos), el Ocampo siempre fue el mejor lugar para ceremonias importantes.

"Fue un sitio muy renombrado, además de exhibir películas, se presentaban espectáculos de bailarines o patinadores, también recuerdo que ahí se hacía la coronación de las reinas de los desfiles, dos hermanas mías participaron y ganaron", comentó Mario Oliveros Gómez.

Asimismo, Carlos Lavín agregó "Se hicieron varias ceremonias de graduaciones de secundarias, preparatorias y universidades. Y ahí también, tomaron posesión varios gobernadores. Incluso tiempo después el gobernador Antonio Riva Palacio, tuvo ahí su despacho".

El Cine Ocampo fue el sitio que durante años divirtió a familias enteras ofreciendo lo mejor del cine internacional de aquella época.

"Aunque había más opciones como el Cine Alameda, el Cine Ocampo era el más moderno, era un cine de lujo a finales de los cincuenta, realmente cumplía con todas las expectativas de comodidad, y podías disfrutar de películas de gran calidad por muy poco dinero", dijo Eduardo Peimbert, presidente de la Asociación de Comerciantes Establecidos Pro Centro Histórico de Cuernavaca, quien se caracteriza por ser cinéfilo de corazón.

Los domingos, las Matinée comenzaban desde las 9:00 horas hasta las 15:00 horas aproximadamente, y se exhibían tres películas seguidas por cuatro o cinco pesos. Ya más tarde, alrededor de las 16:00 horas, el horario estaba dirigido a un público más de jóvenes y adultos.

"Era increíble, veíamos películas muy interesantes sobre el Espacio por ejemplo, y que entusiasmaba mucho a la gente, como la de 'Invasión de Mongo', o las películas de guerra también eran muy concurridas, una de las favoritas fue 'La guerra de los mundos'", comentó Peimbert Ortiz.

Asimismo, recordó que otras cintas destacadas fueron "El camino del infierno" de Miguel Morayta y "Attack" con Jack Palance.

"Casi todas las películas eran en blanco y negro, no había mucho a color aún. Recuerdo que también empezaron a llegar también las comedias musicales. Y como anécdota, hubo dos cintas que nos marcaron como jóvenes, 'Rebeldes sin causa' con James Dean y Natalie Wood; y 'El Salvaje' con Marlon Brando. Esas películas eran muy exitosas e hicieron que los jóvenes nos pusiéramos, chamarra de cuero o rojas, incluso había quienes le ponían calaveras en la espalda para sentirse muy rudos, también empezó la moda de los copetes".

También se exhibieron películas de aventura y romanticismo, tiempo después llegó el formato cinemascope con cintas como "Los 10 mandamientos" y "Ben-Hur".

"Eran películas espectaculares que nos asombraban a todos. Recuerdo haber visto ahí también las cintas 'Juegos Prohibidos',

'¿Qué pasó con Baby Jane?' y por supuesto el cine de suspenso y horror de Alfred Hitchcock", mencionó Peimbert Ortiz.

Durante las décadas de los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta, los jóvenes solían reunirse en algún punto del centro de Cuernavaca, para disfrutar la tarde entre amigos, ir al cine era una de las actividades favoritas, y después por supuesto, ir por un helado o tomar una malteada.

"Era muy divertido ir con los amigos, en los intermedios se podía ver quiénes más estaban ahí, si había ido fulanito o sutanito, o quien estaba de novio con quien, y era el chisme de toda la semana. Al salir íbamos al jardín Los héroes (hoy Plaza de armas) a tomar una malteada a las cafeterías. Fue toda una época muy bonita", destacó Eduardo Peimbert Ortiz.

Durante la estancia en el cine, por supuesto no podían faltar las palomitas y demás golosinas para saborear mientras disfrutabas de la película.

"Recuerdo que tenía dos enormes dulcerías, una en planta baja y otra en el primer piso, y se destacaban por sus vitrinas, que eran una novedad que importaron desde Estados Unidos, con los despachadores automáticos de palomitas y de Hot Dogs. Además de las diferentes bebidas", detalló Carlos Lavín Figueroa.

Sin duda, el Cine Ocampo fue un lugar muy importante y especial para las personas, que dejó gratos recuerdos en los cinéfilos y en quienes disfrutaban las tardes con sus familias y amigos.

"Definitivamente, el Cine Ocampo fue un importante recinto cultural para generar un gran público admirador del buen cine", dijo Eduardo Peimbert.

Teatro Ocampo

En 1989, durante el gobierno de Antonio Riva Palacio, el lugar fue remodelado bajo la supervisión de Felipe Santander, director y fundador del Centro Arte Dramático y Estudios Escénicos Especializados (CADEEE) e inaugurado como Teatro Ocampo. La primera representación escénica que se realizó fue "México-USA" escrita y dirigida por Felipe Santander y las actuaciones de Socorro Bonilla, Hugo Larrañaga y Miguel Ángel Zevada.

Tiempo después, en el año 2005, el lugar fue remodelado otra vez, por el Arquitecto José de Arimatea y Moyao y la Dirección de Arquitectura del INBA. Fue inaugurado el 25 de octubre de 2007 con un concierto dirigido por el maestro Enrique Diemecke.

Actualmente, el inmueble pertenece a la Secretaría de Turismo y Cultura del Estado de Morelos y es dirigido por el maestro Jesús Quintero Arellano.

El Teatro Ocampo ha albergado un sinfín de espectáculos teatrales, musicales, dancísticos e infantiles; ha sido sede de importantes festivales en Morelos y a nivel nacional, y también ha albergado importantes eventos gubernamentales.

A lo largo de la historia, después de ser el primer cine de Cuernavaca, se convirtió en ese majestuoso teatro que continúa hasta nuestros días, y que ha recibido a tantos actores, actrices, músicos y cantantes, que con sus espectáculos han conquistado al público morelense.

"El Teatro Ocampo es uno de los más bonitos y llenos de historia, siempre es un gusto y honor presentarme ahí para el público de Cuernavaca", dijo el primer actor Ignacio López Tarso.

Después del temblor de 2017, el Teatro Ocampo sufrió algunas afectaciones, por lo que en diciembre de 2018 fue remodelado una vez más y abrió sus puertas el 30 de abril de 2019 con una función del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández.

En 2020, con la pandemia del Covid-19, cerró por un tiempo, sin embargo, este importante escenario continuó funcionando para brindar espectáculos virtuales. Fue hasta octubre de 2020, que se retomaron las actividades presenciales, y a la fecha continúa ofreciendo una amplia cartelera cultural para todo el público, siguiendo las medidas de higiene y seguridad.


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