La caña de azúcar (Saccharum officinarum) ha estado íntimamente ligada a la historia y cultura morelenses desde su llegada a instancias de Hernán Cortés, quien previamente la había comenzado a cultivar en Veracruz, traída de las islas del mar Caribe, hasta donde la había llevado Cristóbal Colón.
En suelo de lo que hoy es Morelos, rápidamente se convirtió en uno de los principales productos agrícolas, acompañando sus etapas históricas y procesos sociales, pues el control de su producción y transformación en azúcar y sus subproductos, estuvo íntimamente ligado al ejercicio del poder político y económico.
El paisaje cañero ha cubierto buena parte del territorio del estado, salpicándolo de cañas verdes y espigas blancas durante su cultivo, o de bruma gris y cenizas negras durante la zafra. Los enormes chacuacos que se levantan al cielo son referencias obligadas de esta tierra, dando cuenta de la ubicación de lo que ahora son hoteles, museos y balnearios pues, aunque ya no sirven a la función para la que fueron construidos, aún benefician a la economía local con su existencia.
La caña permea todo espacio social: a los jugadores del mítico equipo de fútbol de la entidad, el Zacatepec, se les conoce como “los cañeros” porque en esa localidad se encuentra el Ingenio Emiliano Zapata, fundado por Lázaro Cárdenas, y del que sus administradores, desde los 40´s a los 70´s del siglo pasado, fueron los principales promotores y patrocinadores del equipo,
Uno de los subproductos del azúcar es el aguardiente de caña, bebida que se denomina así por ser producida mediante la destilación y no tanto por el ardor que causa en la garganta al consumirla. En Morelos el más apreciado es el Zacualpan, que se produce artesanalmente desde hace más de un siglo en el municipio del mismo nombre. Con él también se elaboran deliciosos curados o cremas de frutas y hierbas. Dos o tres pequeñas porciones tomadas bajo la sombra de los árboles, sentado en un tecorral y rodeado por los aromas de las frutas y el café de los huertos, son suficientes para alegrar el corazón y relajarlo. Hay dos variedades que cada vez que voy trato de conseguir, el de Tecomate o Cirián, no tanto por su sabor, sino porque es un efectivo remedio para la tos, y el de prodigiosa, licor amargo que tiene diversas propiedades como recoger la bilis y asentar el estómago. Los hay también de diferentes frutas y por supuesto de café, otro de los productos artesanales del municipio. El Zacualpan es orgullo morelense y compañero de sus alegrías, fiestas y rituales.
